14.

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Cuando Justin llegó a Cayo Hueso eran más de las doce de la noche. El lugar estaba iluminado y todo hacía pensar que había una fiesta a punto de comenzar. Aparcó y miró a su alrededor. No sería difícil encontrar el descapotable blanco de _____. 
Efectivamente. Lo encontró junto a un hotel muy cerca de la casa de Hemingway. Llamó y los dueños le explicaron que tenían solo una habitación libre y que era una situación un poco extraña. Era la suite de luna de miel, que estaba ubicada en una cabaña. La pareja que la tenía que haber ocupado había anulado la reserva porque, al final, no se habían casado. Había llegado una joven exhausta y les había propuesto quedarse con una de las habitaciones de la suite porque no podía pagarla entera. Si quería, él podía dormir en la otra. 
«_____». 
Por supuesto que quería la habitación. 
El dueño lo acompañó a través del maravilloso jardín hasta su alojamiento. Justin vio que la otra parte de la cabaña estaba a oscuras. 
Entró, dejó la bolsa, se cambió y se puso a hacer una lista. 
¿Para qué he venido? Para llevarme a _____. 
¿Por qué? ¿Para volver a acostarte con ella? No, el sexo lo complica todo. 
¿Entonces ? Porque tiene que volver. 
¿Por qué? 
Se paró y se quedó pensando. ¿Por qué iba a tener que volver _____ a un trabajo que la consumía por completo si no era lo que de verdad quería? ¿Se iba a pasar toda su vida cuidando de su madre? 
¿Y a ti qué te importa? Mucho... porque me quiere y me importa. 
Arrugó el papel, lo tiró a la papelera y salió al jardín. Decidió darse un baño en la piscina y, a la mañana siguiente, dejar a Anna Belle en su casa de camino a Carolina del Norte, donde tenía que ir a hacer un trabajo. 
En la otra mitad de la cabaña, _____ encendió la luz de la mesilla y agarró la servilleta en la que había hecho la última lista. Al hacerlo, cayó al suelo el anillo de diamantes falsos. Lo recogió y se lo puso. Sintió un escalofrío, como una premonición. 
No podía dejar de pensar en Justin. Él le había hecho descubrir la mujer sensual que había en ella, pero ella no le había abierto los ojos, no le había dicho que no hacía falta que cambiara su forma de vida, que podía seguir viajando y formar un hogar al que volver entre trabajo y trabajo. 
Abrió la maleta y sacó el pareo y la foto de Justin. Se le hizo un nudo en la garganta. Desde que había visto sus ojos por primera vez, su mundo se había puesto 
patas arriba. Cerró los ojos con la fotografía pegada al pecho. Justin había sido un sueño hecho realidad aunque solo hubiera sido durante un fin de semana, pero se debía a la promesa que le había hecho a su padre. 
Por eso, se había ido. Tenía que resignarse a no enamorarse. 
¿Cómo iba a volver a la vida que llevaba antes? No tenía ni idea, pero tenía que encontrar la forma de aliviar el increíble calor que sentía. 
La piscina. Se puso el pareo encima y salió al jardín. Olía de maravilla, a jazmín, las luces estaban apagadas y, a lo lejos, se oían los tambores. 
Entonces, oyó a alguien tirándose a la piscina. Alguien había tenido la misma idea. Se escondió detrás de un arbusto y observó aquel cuerpo. Un hombre. En aquel momento, se estaba sacudiendo el pelo. 
«¿Justin?». 
Como si le hubiera leído el pensamiento, Justin se giró. 
-_____ -dijo. 
-¿De verdad eres tú? -preguntó ella con el corazón a mil por hora. 
-Sí -contestó Justin acercándose. 
_____ no se podía mover. 
-No puedo dejar que me toques. No podría volver a huir. 
-No puedo evitarlo -contestó él alargando el brazo. 
-Tu trabajo ya ha terminado. 
-Nunca fue un trabajo, la verdad, aunque hayas conseguido el ascenso. Por cierto, me parece una idea preciosa lo de Felicidad para los Niños, _____. Me alegro de que mis fotografías sirvan para algo. 
-No voy a aceptar el ascenso, pero espero que el señor Jacobs siga adelante con el proyecto. Espero que sirva para aliviar el dolor que hay en los ojos de esos niños y en los tuyos. 
-¿Cómo? 
-Sí, desde la primera vez que vi tu foto, lo supe. ¿Qué es lo que miras en la distancia? 
-A mi hijo. El que nunca tuve. Estaba enamorado de una chica. Ella quería casarse, pero yo no veía la necesidad. Estábamos bien viviendo juntos. El matrimonio significaba echar raíces y tener ataduras. 
-¿Qué ocurrió? 
-Murió en un accidente. Solo entonces supe que estaba embarazada. Me di cuenta de que había perdido algo que nunca podría recuperar. Me fui de Hawai y no volví a tener una casa en ningún lugar. 
-Amor y pérdida. Eso era lo que veías en la distancia. No eres un soñador. Lo que te pasa es que ves un mundo lleno de dolor y no puedes cambiarlo. Por eso, no quieres quedarte en ningún sitio. Puede que ahora tengas la oportunidad de hacer algo. 
-Sí, puede que esta sea nuestra oportunidad, _____. Yo creo que te he cambiado la vida. 
-Desde luego. 
-Tú también has cambiado la mía. No estamos solos. ¿No te das cuenta de que juntos no hay nada que no podamos hacer? 
_____ sabía que tenía razón, que cuando pasa algo especial entre un hombre y una mujer no hay que dejarlo pasar. Dejó caer el pareo y se metió en el agua. 
-Tú ganas -dijo abrazándolo. 
A la mañana siguiente, cuando se despertó, _____ se sintió la mujer más completa y realizada del mundo. 
-Mi vida, ¿estás despierto? 
-Sí -contestó Justin dándole un beso en la frente. 
-Te quería decir algo muy importante. 
-¿Y de qué se trata? 
-Es solo que te quiero, Justin Bieber. No sé dónde nos lleva esto, pero necesitaba decírtelo. 
-¿Lo tenemos que decidir ahora? 
-Sí, creo que sí. 
-Bien -dijo Justin levantándose y yendo hacia la mesa. 
_____ sintió que se le rompía el corazón. Se iba. Lo había obligado a tomar una decisión para la que no estaba preparado. Lo observó mientras tomaba un cuaderno y un boli y volvía a la cama. 
-Muy bien, vamos a hacer una lista. 
-¿Cómo? ¿Yo esperando a que me digas que me quieres y tú haciendo una lista? 
-Decirle a _____ que la quiero. 
Se giró hacia ella. 
-_____ Harris, te quiero. Casarnos. Irnos de luna de miel al Caribe. 
_____ no podía articular palabra. 
-Formar una familia. ¡Si es que todavía no tenemos suficiente con las que tenemos! ¿Qué más? -dijo Justin golpeando el cuaderno con el boli. 
Le tocaba a _____. Había llegado el momento de saber si le hacía un hueco en su vida para siempre o no. 
-Hay más cosas -apuntó ella-, pero, ¿sabes lo que te digo? Que esto de hacer listas no se te da bien. No vamos a volver a hacerlas, ¿eh? 
-Una última cosa. ¿Qué haces los domingos por las mañanas? 
-Bueno... me concedo algún tiempo. Me hago el desayuno tranquilamente y me lo tomo en el patio. Suelo ir al lago a ver cómo dan los niños de comer a los patos o voy a la librería y... 
-¿Piensas en tu padre? 
-A veces. Aunque no esté, me siento bien allí. 
-¿Sin Faylene? 
-Ella se queda durmiendo y va más tarde. Cuando está en la ciudad, solemos quedar con amigos para comer o para cenar en restaurantes encantadores, de esos que le gustan a ella. ¿Y tú? 
-Cuando puedo, me gusta comprarme el periódico, sentarme a tomar un café y 
ver la vida pasar. 
-¿Y no te encuentras solo? 
-Sí -contestó Justin dejando el cuaderno en la mesilla y tomándola entre sus brazos-. Y no quiero seguir así. _____, quiero que pases los domingos por las mañanas conmigo. Te quiero. 
-Yo también te quiero. 
Tres días después, Justin y _____ volvieron a Atlanta con un gatito que compraron en la casa de Hemingway.
-El regalo de boda para Faylene y Alvin -propuso Justin.
-Bien -contestó _____ presintiendo que su familia iba a crecer más de lo que él creía.

Un Novio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora