Capitulo 8

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—Buenos días Amanda.

Amanda quien, como siempre está entre una montaña de papeles tras el escritorio me da una sonrisa con cierta nostalgia.

—Bueno días Eva.

—¿Cómo estás?

—¿Perdón?

—¿Cómo estás? —Repito subiendo un poco el tono de voz.

—Bien, muy bien Eva— No le creo. Me veo tentada a rectificar si en verdad está bien pero no quiero que piense que quiero hurgar en sus asuntos.

—Derek me dijo que querías verme.

—Sí. Espera. —Se estira para tomar su bolsa en la otra orilla de escritorio y de esta saca un juego de llaves. —Toma.

Me acerco y las tomo. Las miro un poco extrañada.

—Es una copia de las llaves de mi carro, una de mi oficina y otra del almacén.

Le sonrío. ¿Qué pitos?

—Mira Eva, estoy confiándote esto por lo eficiente que eres. Consérvalas para cualquier emergencia o para cualquier encargo que necesites hacer, en caso de que en ese momento no pueda dártelas… voy… voy a estar un poco ocupada aquí en la oficina.

—Sí claro. Gracias Amanda…. Bueno te dejo trabajar. Que tengas buen día. —Descifro en su mirada un “espero que así sea”. La examino, un momento. Se le ve muy cansada, con ligeras ojeras debajo de los ojos, pestañea pesadamente, se me encoje el corazón y le pregunto de nuevo sin poder evitarlo:

—¿Amanda?

—Dime—responde sin levantar la mirada del papel en que está trabajando.

—¿Segura que estás bien?

Lo piensa un poco y responde:

—Si Eva. Muy bien tal vez un poco atareada, pero estoy bien. —Esboza una sonrisa más parecida a una mueca.

—Esta bien — Me resigno y salgo de su oficina. Me entristece un poco que Amanda pase por un mal momento. ¿Tan ocupada esta o estará que no tendrá tiempo ni de darme las llaves? Tal vez lo malinterpreto mal y sea verdad que está cansada. No hace que la conozco más de un año, pero puedo verlo en su mirada. Me preocupa. Más allá de ser mi jefa es alguien a quien aprecio. Ha sido muy amable conmigo. Es buena con sus empleados y en su trabajo. Sea lo que sea que este pasándole espero y se arregle pronto.

 Guardo las llaves en el bolsillo trasero de los pantalones de mezclilla. Ya encontrare algo para mantenerlas seguras. Sé que es ridículo pero me gusta saber que la gerente general confía en mí. Siento como si me hubieran ascendido, aunque solo me dio unas llaves. Regreso al almacén a retomar la tarea del día. Rectificar si los libros que se encargaron hay llegado todos y a tiempo. Estoy perdida  en mi tarea que no escucho que Derek me habla.

—¿Eva?

—Perdón, perdón estaba concentrada. Dime. —digo y me giro hacia él.

—Quería preguntarte si habías visto a Clea.

—Mmmm, me parece salió a comprar algo de desayunar. Aun no regresa. Lo sé porque le encargué una Coca-Cola y pues aun no la tengo aquí.

Derek sonríe simpáticamente.

—En cuanto llegue le podrías decir que la estuve buscando por favor. Tal vez no la vea llegar porque hoy me toco estar en la Biblioteca.

—Muy bien. Yo le digo.

—Por favor no olvides en avisarle.

—No te preocupes no se me olvidará.

—En serio.

Amantes del placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora