Satoshi bajó la mirada sintiendo los hombros tensos por lo que acababa de oír.
—¿Estás segura?
La chica del otro lado no dudó en responder. —Si.
—Está bien. Procura llamarme si cambias de opinión, Serena.
—No quiero que te sientas mal por esto, es sólo que... Mira, el tiempo que levo aquí descubrí que en verdad me hacía falta estar sola para poder crecer. Sé que lo comprendes porque fuiste tú quien me enseñó eso. A mí también me tienta la idea de volver al pasado y con frecuencia recuerdo lo bien que la pasábamos en Kalos, pero ya aprendimos todo lo necesario de esa experiencia, ¿no crees?
—Tal vez tengas razón.
—No quiero que te vayas de Alola, al menos no por ahora. Estás siendo impulsivo en tus decisiones y no quiero que sea de ese modo. La gente se arrepiente de los caminos que toma cuando no piensa las cosas en frío, si nos volvemos a ver que sea por una decisión y no por un impulso, ¿de acuerdo?
—Serena... cuídate, ¿quieres?
Ella asintió. El avión partió aquella mañana sin ningún oriundo de pueblo Paleta encima y los acontecimientos en su vuelo, tras perderse entre las nubes, fueron un completo misterio para Satoshi.
—Vámonos Pikachu. Esto no salió como lo había planeado.
—Pika pi...
Se sentía frustrado. A pesar de lo improvisado de su actuar, Satoshi ya se había hecho a la idea de su silente despedida de Alola y ansiaba volverla a ver. ¿Con qué cara enfrentaría a Kukui? ¿Cómo explicaría a sus amigos que los dejó y que casi se marcha sin decir nada? No lo sabía, no valía la pena meditar al respecto. A veces, cuando faltan las respuestas y no puedes ver el camino, lo mejor es simplemente cerrar los ojos y avanzar.
Llegó cabizbajo a la casa del profesor quien lo recibió con una taza de té y un abrazo reconfortante.
—No me cuentes los detalles si no quieres, a mí sólo me alegra que te quedaras —Le susurró al oído antes de desarmar su gesto fraterno y luego dirigirse a buscar unas mantas para que el azabache pudiera dormir un poco tras aquella disparatada noche.
Esa tarde no salió a entrenar, se sentía en deuda con el profesor y por ello se la pasó arreglando todo aquello que estaba a su alcance dentro del hogar, a pesar de sus complicaciones y malas experiencias con la limpieza y la cocina.
Cuando volvió al colegio le contó a sus amigos que se había encontrado un Shiinotic y afirmó con gesto cómico que tuvo que huir para que no le robara el alma. Ellos lo admiraron y eso lo hizo sentir un idiota.
—Oye, ¿no habrá sido una ilusión tuya? Aún sigues con cara de cansado —planteó Chris. Era cierto, desde que habló con Serena una sensación de angustia lo perseguía robándole el sueño noche tras noche. Ahora mismo tenía ojeras debajo de las ojeras.
—No te preocupes —contestó él en medio de un bostezo—, estoy bien.
La clase comenzó y Kukui Les planteó un nuevo proyecto: tendrían que cambiar pokemón con alguno de sus y lidiar con él por un par de días. El objetivo era aprender sobre otros pokemóns de los cuales hubieran visto mucho, sin tener el chance de interactuar de un modo más cercano a fin de salir de sus zonas de confort en lo que a la crianza pokemón se refiere.
—Profesor, ¿podemos elegir con quien intercambiar a nuestros pokemóns? —preguntó Lillie sin quitarle los ojos de encima a Togedemaru y a su entrenador.
—No, aprenderán más si su experiencia fuera con alguien completamente azaroso —respondió el hombre de los abdominales de acero.
—¿Y podemos hacer el trabajo en grupos? —Quiso saber Kiawe.
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Te veré en el bosque de los Morelull
FanfictionEn medio del campamento con sus compañeros de la escuela Satoshi recuerda a Serena y decide hacer una llamada que desencadenará una serie de eventos con resultados inesperados para nuestro querido entrenador mostaza. Desde ese momento muchos de sus...