¡Llantos y risas por la kahuna! Aparecen dos negros y dos blancas

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Un nuevo día empezaba y con él una nueva actividad en la escuela pokemón de Alola. Los rayos del sol acariciaban suavemente la piel de Satoshi y sus amigos mientras que la brisa cálida les alivianaba el cuerpo y las emociones invitándolos a la aventura y a los nuevos desafíos.

Todo parecía perfecto; las aves cantaban danzando en el cielo azul, el mar estaba en calma sin perder ese aura de bendición manifiesto los breves oleajes revitalizantes que se irían poblando exponencialmente de surfistas novatos y pokemonturas, el clima era simplemente hermoso sobre todo para los turistas y comerciantes de aquellas tierras ricas en recursos naturales y belleza. Nada podía salir mal.

Fue por esto que el profesor de los abdominales sensualones decidió que era un gran día para llamar a su antigua novia y adentrar a los chicos en un viaje diferente cuyo destino sería la Isla de Akala, sitio donde residía el rancho Ohana, las ruinas de la vida y muchos lugares increíbles más, pero por sobre todo aquel era el lugar donde reinaba Tapu Lele, uno de los guardianes cuyo poder era similar al de Tapu Koko, hecho que llamó especialmente la atención al oriundo de Kanto.

—¡No perdamos tiempo! —exigió emocionada la peliverde mientras se adelantaba casi danzando varios metros al frente del resto de sus camaradas en la caminata hacia el puerto donde se encontrarían con su nueva guía, pero entonces un muchacho extraño la abordó haciéndole una pregunta desde la lejanía.

—Oye, disculpa, ¿sabes cómo puedo llegar a la escuela pokemón?

Mao intentó resolver las dudas de aquel desconocido en tanto el grupo los alcanzaba y al llegar Satoshi se emocionó infinitamente viendo a su antiguo compañero de viaje devolverle la mirada.

—¡Brock!

Todos reaccionaron exaltados ante la exclamación de inmortal quien apuró el paso hasta chocar su pecho contra el del moreno de cabello puntiagudo y rodearlo con sus brazos... Kiawe no, el otro moreno de cabello puntiagudo, el que no estaba teñido como marica... Al menos no todavía.

—Me da gusto volverte a ver, mostaza.

—¡No me digas así! —gritó el aludido entre enojado y burlón— ¿Cómo has estado?

—Pues ya lo ves, estoy bien. De hecho venía a buscarte a ti.

—¡Satoshi! —Los interrumpió Lana—, ¿no vas a presentarnos a ese morochito fornido que tienes de amigo?

—¿Kiawe?

—No, el galán con acento extranjero.

—Disculpen chicos; su nombre es Brock, y es uno de los amigos con quienes viajé por las regiones de Kanto, Johto, Hoenn y las islas Naranja.

El grupo se sorprendió tanto por el peso de aquel visitante como así también porque no todos sabían de los viajes de Satoshi. —Entonces él debe ser otro entrenador pokemón —Observó Kiawe.

—¡Así es! Brock además era líder del gimnasio de roca antes de que lo conociera.

Las exclamaciones crecieron haciendo que el Brokas dudara si esas serían las mejores maneras de llegar al grupo por lo que decidió intervenir.

—Si, pero dejé eso hace tiempo, ahora me dedico a estudiar medicina pokemón y estoy apunto de hacer un traslado para continuar mis estudios en Alola —repuso alegremente. Los ojos de Lana se encendieron en dos corazones gigantes al imaginarse las posibilidades de tener a ese entrenador viviendo cerca, y que encima sea un doctor.

—Oye, no sabía que venir a Alola estuviera entre tus planes, ¿por qué no me avisaste? —inquirió el pierdeligas ofendido.

—Verás, no es algo que haya planeado con mucha anticipación, sólo surgió una oportunidad importante y la aproveché, pero noto que ustedes se dirigían a algún lado, ¿está bien que te entretenga con mi historia?

Te veré en el bosque de los MorelullDonde viven las historias. Descúbrelo ahora