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Interludio, incluso ese es probablemente un viaje pacífico (3)

El frío viento de la noche me rozó las mejillas, y las piernas que definitivamente me dije a mí misma que no pararan y corrieran a toda velocidad, ahora eran incapaces de moverse adecuadamente.

Sin poder quedarme ni una noche en la posada, estaba a punto de ser capturada.

Por el anciano que ha estado cuidando de mí desde la infancia, Shougetsu, y mis guardaespaldas.

Estoy en una ciudad lejana en la que no tengo a ni un solo conocido en quien confiar. Desde el principio, no tenía dónde correr.

Por eso, mis únicas opciones eran deslizarme entre una multitud de gente o hacer que el Gremio de Aventureros me diera refugio-desu.

Hay demasiada distancia entre mí y el Gremio de Aventureros, y con el fin de meterme entre una multitud de gente, tendría que dirigirme a las calles bulliciosas.

Decidí hacer esto último, pero la búsqueda de Shougetsu y su grupo fue rápida y precisa.

Me acorralaron en un callejón donde pocas personas pasan.

Pero mi suerte no convencional... me dejó un camino para la salvación.

Cuando pensé que todo había terminado, una mujer apareció galantemente frente a mí.

Figura alta, pelo azul ondeando con el viento, y con dos katanas en su cintura, miró a Shougetsu y a los demás de una manera sin miedo.

Mis guardaespaldas, Akashi y Yuduki, soltaron un breve grito y cayeron a los lados de ella.

A pesar de que las dos son combatientes que han recibido una cantidad adecuada de entrenamiento para su posición, la mujer que había desenvainado la katana larga tenía una expresión genial.

Me mira y dice unas palabras que sonaban como si salieran directamente de los cuentos de hadas de príncipes y caballeros, y ella alejó a Shougetsu y a los demás en un instante.

–¿Estás herida? –

Qué hermosa voz.

–Ahora, pequeña, vamos a encontrar un lugar seguro para... –

Su gesto de fruncir sus cejas también era encantador.

–¡Increíble... increíble-desu! ¡¡Eras como el legendario maestro de la espada, Iori-na no desu!! –(Iroha)

Así es, el hombre valiente que derrotó a cien dragones solo en las fronteras del mundo.

Como el espadachín, Iori-sama.

Poseyendo un poder fuerte, un arma fuerte, y no abandonar a los débiles.

–Oh, maestro espadachín. ¡Qué bien suena ese título-ja no! –

Y esa intrépida sonrisa que me mostró me hizo quedar fascinada.

–¡Ah, pero el anci...No, no! Quiero decir, esos matones de allí, ¿están bien? –(Iroha)

–Por supuesto, usé el lado romo-ja. –

–¡Uwaaaaaaaaaa! –

Sin matar a uno solo de ellos, y no alardear al respecto.

Al igual que Haku-san y Ginebia-san, este personaje ha ganado mi admiración.

Tal vez porque ella es una espadachina que usa una katana, podría decir que mi admiración creció aún más.

–Persiguiendo a una niña en grupo, eso no es algo que normalmente sucedería. Esto debe ser una especie de destino-ja, si está bien contigo, ¿puedes contarme tu historia? Soy Tomoe. Una persona que tiene una cantidad decente de habilidades-ja yo. –(Tomoe)

Tsuki ga Michibiku Isekai DouchuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora