Capítulo 33.- Pensando En La Propuesta

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Narra Michael

Han pasado un par de horas desde que salí de la casa de Amy, salí por Adam, salí porque sé que él se está esforzando en que esa mujer lo tome en cuenta y no tengo ningún propósito de arrebatársela, o al menos es lo que yo creo. Me agrada, no lo niego, y creo que me comenzó a agradar desde el momento en que me pidió esa disculpa el día en que Larry me golpeo, no entiendo el porqué, solo sé que me comenzó a agradar de una manera rápida, de una manera en la cual me hizo querer confiar en ella. Tiene un alma grande, un alma que es fuerte y está llena de sorpresas.

─Deja de mirar al rededor Joe ─ dice Horace mientras golpea un saco de arena, su forro es azul con negro mientras cuelga de un gancho ─ creí que ya te habías despejado un poco de tu enfado.

Lo miro por un par de segundos para después bajar mi mirada al piso color blanco, vuelvo a escucharlo golpear con fuerza aquel saco de arena. Siento a alguien a mi lado, me digno a mirar y solo veo a Albert con una camiseta color blanca, pantalones cortos y tenis deportivos, lleva su típica gorra negra en él.

─Anoche me topé con Bruno... ─ hablo mientras se encorvaba un poco ─ me dirigía a sacar las bolsas de basura fuera de mi pequeño apartamento y me lo tope... Esta encabronado Joe... Quiere tu cabeza en su maldita sala.

─... Defendí a la chica de anteojos de él, de Lisa, de Tatiana y Mitchel... Le cortaron el cabello e hicieron otras cosas que me repugnaron Albert...

─ ¿Te arriesgaste por ella?

─Me arriesgue y más Albert... ─ mire hacia los hombres y mujeres que se encontraban en el lugar ejercitándose.

─ ¿Por qué?

─Porque me recuerda a mí... Por eso la defendí Albert...

Él solo asintió con lentitud, su vista seguía al frente y seguía en la misma posición, Calderón se acercó a nosotros y nos extendió botellas de agua fría, tome una y le di un largo sorbo.

─ ¿Te gusta?

─No lo sé... Hicks la adora, yo no sé lo que busco en ella, no sé si me interesa, no sé si quiero formular algo con esa chica Albert...

─Hicks... Hicks está igual o peor que tú Joe... Pero es mejor que sepas ahora lo que buscas y lo que quieres antes de que sea demasiado tarde.

Él se levantó y se dirigió hacia una dorsela y comenzó a hacer ejercicio, Taylor se dirigió hacia mí.

─ ¿Terminaron? ─ preguntó sonriendo.

─Yo si ─ respondí ─ debo irme a casa.

─Valla, ¿esta vez no vendrás a tomar con nosotros?─ pregunto Cameron levantándose del piso, solo negué.

─No esta vez... Tengo algunas cosas que hacer.

Taylor palmeo mi espalda y al poco tiempo me despedí de todos ellos, comencé a caminar hacia una pequeña maleta y me dirigí a los baños, quite la ropa que use para ejercitarme un poco y coloque la otra con la que había llegado. Coloque la ropa sucia en la maleta y salí de ese baño dirigiéndome al lavamanos, moje mi rostro y me seque con una pequeña toalla para así salir por completo de ese gran baño.

─Creí que este lugar no era para ti ─ la voz chillona de esa mujer me hizo rodear los ojos ─ creí que tú ibas al gimnasio de la calle Strengh.

─Bueno, tuve un problema con el dueño del lugar ─ respondí mirándola ─ ¿y tú? ¿Qué haces aquí?

─Siguiéndote, quería saber si querías salir a dar una vuelta.

La Nerd |[Libro #1]| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora