Dos semanas antes de la décimo novena cuarentena, una rubia se encontraba repartiendo los volantes para el próximo baile de otoño. A tan solo un mes, nadie quería esperar más por lo que habían comenzado los preparativos mucho antes. Todo aquel que cogía amablemente el volante se emocionaba por dicho evento, pues el año pasado no pudieron hacerlo por la problemática que habían tenido con uno de los Capitolios. 150 estudiantes de cada campus de preparatoria habían sido evacuados a una zona para su próxima cura, lamentablemente solo de entre 130 y 149 personas regresaron. El año fue muy duro, por lo que se propuso hacer el baile éste año.
—¡Hey, Rapunzel! ¿Irás? —preguntó una melenuda escocesa que se acercó de repente.
—No lo sé, ese día tengo otro evento y no sé si sea más tarde o temprano.
—Pues comienza a rezar porque yo si voy a ir —dijo riendo.
—¿Cómo te ha ido? —preguntó en modo de saludo por lo que ni la otra llegó saludando.
—Pues... Un poco bien.
—Volviste a reprobar cálculo, ¿no?
—Sí —dijo cansada pasándose las manos por todo el rostro—. ¿Puedes darme tutorías?
—Mérida, cariño, te las he dado de que entramos a ésta preparatoria y siempre juegas cuando vas a mi casa.
—¡Por favooor! —rogo de nuevo.
La rubia comenzó a carcajearse de manera ligera, los berrinches de Mérida eran dulces pero estresantes. Y la verdad es que siempre terminaban jugando al X-box de su hermano menor o perdiendo el tiempo contándose las últimas novedades. Siempre era un placer perder el tiempo con ella pues se han llevado mejor que nadie, sin embargo había veces en que si llegaba hasta un delicado punto de migraña. Con ella no se podía concentrar ni para algo serio; con decir que hasta en los velorios se acuerda de ella. Es devastador no poder aguantar la maldita risa ni en misa.
—Esta bien. Seguiremos con las tutorías.
—¡Yay!
—Pero...
—Malditos Peros —dijo en un berrinche.
—Con la condición de que ésta vez me prometas hasta llevarle los trabajos de clase a Sherman. ¿De acuerdo?
—¿Y tareas?
—Sí, Mérida, y todas las tareas.
La escocesa no soltó más que un seco suspiro al aire.
—Esta bien.
—¿Saldrás hoy? —preguntó.
—No, tengo que ir a gimnasia y de ahí al heptatlón y más tarde a pentatlón.
Carajo, con tan solo oírla ya se había cansado. Mérida era de esas chicas atléticas que tomaban su esfuerzo enserio, su cuerpo había tomado bonita forma dos meses después de entrar a la preparatoria, le habían crecido los muslos. Un cuerpo muy goals que todas envidiaban y deseaban. Hasta la rubia pecosa con quien hablaba hace instantes.
—Bien. Solo no te vayas a lesionar como la otra vez. ¿Vale? —le pidió recordando lo de hace tres meses.
—Sí. Y si lo hago me compro una silla de ruedas/te compras una silla de ruedas —dijeron al unísono. Ambas rieron.
—Bueno, me voy —anunció—, Sherman dijo que tenia que verlo en el receso. Yo y otros dos.
—Dejame adivinar: ¿Haddock y Frost?
—Creo que si. Escuché que el albino tiene problemas con la albina —solto una risa nasal—. ¿Escuchaste eso? Albino y albina...
—¿Problemas? No me jodas —dijo estresada.

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Rainbows [Editando]
FanfictionLa sociedad creía que era una enfermedad, como la gripe española o algo peor. Se hicieron campañas contra aquel "virus" que llamaron LGBT. Lo que nadie sabía, es que esto no era una enfermedad, por ello ni el doctor o científico bien pagado podría e...