Pequeños rayos de luz entran por la diminuta ventana que adorna el aún más pequeño cuarto, no sé qué hora es, solo sé que es el día número 118 que despierto en este lugar, la rutina es igual, despertar, ducharse en menos de 3 minutos, desayunar, leer, almorzar, leer un poco más, cenar, dormir. No es mucho el tiempo que estaré aquí así que ni siquiera intento acostumbrarme, fui acusada por posesión ilegal de arma de fuego y conducir a exceso de velocidad, en ambos delitos declarada culpable, el fiscal que presentó mi caso pidió que fuese condenada a 4 años de prisión, pero para su mala suerte poseo un historial impecable y el hecho de haber adquirido una beca universitaria del estado me convertía no solo en una buena persona sino también en alguien que intenta superarse y salir de la pobreza, por esta razón el juez decidió condenarme a un año de prisión del cual debía cumplir seis meses en la penitenciaría estatal del estado de Maryland y los seis meses restantes en libertad condicional, con el compromiso de seguir estudiando y realizar 80 horas mensuales de labor social en el comedor de un hogar de acogida. No me arrepiento de haber llegado a estas instancias, por el contrario, sé muy bien que merecía hacer una larga visita a este lugar, es una forma de pagarle al destino por el mal que he causado. Mi nombre es Marilyn, tengo 19 años y hoy te contaré mi vida, el por qué estoy aquí.