Parte 12

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Después del almuerzo, a eso de la una de la tarde Adán salió a encontrarse con Alma, sin importarle lo que pensara su esposa o su madre.

— Lo siento mamá, aunque ella no te guste, ella seguirá viniendo a esta casa, la necesito— dijo las palabras y termino de beber un café que Saray le llevó a la oficina.

Y sin decir más tomó su sombrero y se lo coloco y se marchó dejando atrás dos mujeres furiosas.

Al comprender que ella estaría por poco tiempo ahí, era consciente de que no soportaría la intromisión de otra mujer en su vida, decidió poner un abismo entre los dos, y lo primero que debía hacer era organizar su habitación.

Subió y se dirigió a la alcoba que ocupo durante toda su adolescencia y el tiempo de la cirugía, la recorrió con la mirada y se dedicó a organizarla.

Horas más tarde se encontraba con Matilde preparando la cena y charlando.

— ¡Saray! — ella escucho el grito de él. — Por favor, vienes un momento — Ella no se había percatado de la llegada de él.

— ¿A qué hora llego él? — Se sorprendió también Matilde — parece enfadado.

— ¿Será? — se burló la joven — a lo mejor Alma lo disgusto.

— Ojalá pelen y no se vuelvan a ver, no me gusta esa amistad, no me importa que sea trabajo— dijo la madre muy pensativa — que se largue con su trabajo para otro lado, si es posible a otra ciudad.

Saray resignada al volverlo oír que la llamaba con urgencia, lavo sus manos y tomó una toalla.

— Ahora vengo, Maty— y salió de la cocina y se dirigió a las escaleras y al verlo de pie frente a las escaleras, su instinto de supervivencia la alerto.

Él caminó sin mirarla a la habitación matrimonial, ya se había quitado la camisa y tenía el pecho desnudo cubierto por vellos dorados.

Ella trago nerviosa, él se veía furioso.

— ¿Me podrías explicar qué demonios significa eso? — Le mostro el lado del armario vacío, era el lugar donde ella debería acomodar sus pertenencias — ¿Dónde están tus cosas? — Sus ojos centellaban fuego.

— En mi habitación — respondió con una tranquilidad que no sentía en esos momentos. Su corazón latía muy rápido, queriendo salir de su pecho por la boca, pero no iba a recibir las sobras de Alma o ninguna otra mujer. — El lugar donde yo voy a dormir a partir de hoy.

— ¿Qué? — fue la respuesta de Adán. Él arqueo la ceja y suspirando muy profundo contraatacó — Yo no voy a hacer visitas nocturnas — declaro furioso — tú y tus cosas se vienen a esta habitación.

Se giró dando por terminada según él la discusión y comenzó a quitarse los pantalones, tenía la intención de bañarse.

— Trae tus cosas, ahora— sus palabras sonaron cáusticas — te dije desde un principio que esto es un matrimonio.

— Pues no— espetó — yo me voy a quedar a dormir allá, hasta que empiece a trabajar en Santa Lucia.

Él iba con dirección al baño cuando se detuvo abruptamente y se giró rápido.

— ¿Qué? — vestía bóxer, sus piernas esbeltas y velludas eran observadas por Saray que lo devoraba con los ojos, los cuales subieron y se posaron en el amplio pecho y deseo poder acariciarlo, suspiro para dejar salir todo el hormigueo que estaba sintiendo en ese momento, por último, sus ojos negros se fijaron en los azules de él.

Él cuadro su cuerpo frente a ella a una distancia prudencial y le sostuvo la mirada de la joven.

— ¿Por qué no? — él miraba el rostro rojo por la ira que en ella se manifestaba.

Mentira de Amor.    Serie Salamina Nº 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora