Monstruo

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Nadie lo comprende, pero pocos aprenden.
Un ser tan amigable, tan gracioso, cómo sería alguien tan malicioso.
"Es imposible", se quedaron perplejos.

¿Cómo su hija tan enferma y extraña sería su reflejo?

Nadie osaba a enfrentar el mounstro. Aquellos que lo habían hecho, no hablaban del suceso.
¿Qué gracia había en relatarlo si el resto quería negarlo?

Atrocidades le acechaban al llegar a su casa, brutalidades que no mermaban.

Oía el hambre, la sed de sangre, el mounstro era insaciable.
No había dónde huir, no quedaba nada por construir.

Pero no iba a esperar que la consuma, no cavilaría más, ella saldría de las bruma.

El ser atroz, soñaba en grande, tenía sueños de sangre. Él quería destruir toda rebelión. Y si no era con palabras, acudiría a la violencia y la piel de su hija tenía aquella evidencia.

Aquel asesino estranguló a su hija y todo en él gritaba "sometimiento, involución", la boca de su hija gritó "revolución" en su ultimo aliento.

Padre muerte aflojó su agarre y ella cayó.

Todos veían atónitos.Olían muerte, lágrimas, miedo. Pero el miedo no provenía de ella, provenía de la bestia.

El horror lo dominó, lo cegó y tomó el suceso con más violencia.

La hija de aquel deformado ser, creyó que moría. Ella sintió como su vida huía entre las manos grotescas del padre.

El suelo abrigó el cuerpo de la niña, la que ya no era una niña. Los golpes la obligaron a tomar armas, armas que eran decisiones.

Una vez más el mounstro acabó con su tortura; con su juguete, con esa muñeca que desobedecía, con esa muñeca que lo ensordecía de ira.

Había trozos de ella por todo el cuarto. Abandonada, juntaría sus piezas y se arreglaría a sí misma, se puliría hasra quedar limpia de nuevo.

El mounstro volvería. Regresaría oliendo a alcohol, con los ojos en llamas, con las manos viciosas de agresión.

Ella sólo se preguntaba cuánto tiempo le restaba antes de morir a manos del mounstro, así ella misma acabaría. Porque era inútil pelear, ella siempre perdía, sin importar su valentía. No le daría el placer de asesinarla en literalidad, porque era suficiente que la matase por dentro.

NotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora