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Los pasillos murmuran a mi paso y los ojos me siguen curiosos. Soy una atracción. Las palabras son lanzadas sin compasión, como balas furiosas, intentando derribarme y lo están logrando. Las lágrimas se acumulan en mis ojos irritados y el peso en mis hombros aumenta al sentir el duro suelo.

—¿Te has caído?— El estruendo de risas a coro resuena en mi cabeza. Quiero desaparecer.— ¿Necesitas ayuda?

Me quedo en silencio, con el rostro contra el suelo y tragándome las ganas de vomitar que me causa su voz.

Mark Lee es un idiota. El peor de los idiotas.

Vete. No me toques. No me hables. Muérete. Desaparece.

Me levanto como puedo y corro al baño empujando a todo aquel que se pusiera en mi camino para burlarse. Excelente idea, Renjun.

Vacío mi estómago en el inodoro mientras las lágrimas caen amargas. Asqueroso. Arrodillado en el piso me veo patético y agradezco que nadie me haya seguido. Sólo por un momento puedo tener la paz que no existe en ningún lado.

Si sólo pudiera ser invisible.

Las sonrisas se existinguieron ese día de otoño, cuando en el patio de la escuela, besé por primera vez a un chico. Mi vida acabó en aquel segundo que Min Yoongi se acercó. Todo se apagó cuando entre golpes y escupitajos me dejaron ir. Mis ganas de vivir se fueron cuando llegué a mi casa y mi padre me golpeó por dejar que me golpearan. Renjun murió cuando ahogado con la almohada, deseó estar muerto por primera vez.

Me levanto y me acerco a las canillas. Necesito enjuagar mi boca y rostro. La siguiente hora empieza en menos de 5 minutos y no puedo llegar tarde.

Patético.

Observo mi reflejo y no me veo.

¿Dónde estoy?

¿Quién soy yo?

¿Quién es el chico que me mira con los ojos apagados y moretones en el cuello?

Todo es una mierda y sin embargo me fuerzo y hago una mueca, que como sonrisa no puede contar. Tal vez si sonriera podría ver al pequeño Renjun de antes, ese que sólo se preocupaba por jugar a la pelota con los chicos del barrio.

Asqueroso.

Aparto la mirada al sentir mis ojos arder.

Desaboto la camisa del uniforme y suspiro antes de mirar. Mi piel está cubierta de golpes, violetas, verdes, los moretones se burlan de mí.

Lo mereces.

Lo merezco. Soy una aberración de la naturaleza, ellos lo dijeron. Soy gay. Soy un desviado. Debería darme asco ser como soy. Dios odia a los homosexuales, como me odia mi padre, los profesores y mis compañeros. Debería simplemente dejar de existir y sin embargo, soy egoísta, aferrándome a una vida inútil.

—¡Oh, dios! ¡¿Qué te pasó ahí?!

Me sobresalto y mi primer instinto es correr. Nadie me habla ya, a menos que sea para burlarse. Por favor, no.

El chico se acerca despacio a mí, como si intentara no asustarme. Mentira. Levanta su mano con lentitud y la posa en mi mejilla. Cierro los ojos por el contacto que, contra mi piel, se siente cálido.

—Soy Lee Jaeno. El chico nuevo del barrio.— Dice con una pequeña sonrisa y quiero llorar.— ¿Cuál es tu nombre?

—Y-yo...—Pero el timbre sonó y tuve que salir corriendo para no llegar demasiado tarde a la clase.

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La primera vez que besé a un chico •ReNo• [Próximamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora