Prólogo

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En un bosque lejano de un pequeño pueblo religioso se escuchaban disparos y gritos de hombres en busca de algo.

Y ese algo era una mana de lobos que corrían por sus las vidas de sus crías que aún no podían dar ni sus primeros pasos.

Los cazadores al parecer ya dieron con la ubicación de los últimos de la manada que era conformado por un lobo macho, una hembra y un pequeño cachorro que estaba en el hocico del lobo adulto. Los demás de la manada no corrieron con la misma suerte y fueron asesinados a balazos.

Corrieron de forma desesperada, pero se detuvieron al ver delante de ellos un enorme rio con corrientes demasiado fuertes como para nadar, estaban desesperados, ya no tenían escapatoria y los gritos se escuchaban más cercanos.

Los lobos adultos se vieron entre si y asintieron al saber que solo tenían una solución, el lobo macho se agacho dejando a la cría en el piso y escondieron en un arbusto cerca de un rio.

Era doloroso para ellos dejar a su cría recién nacida pero debían protegerla a toda costa, acariciaron al cachorro entre sus cabezas de forma amorosa y al separarse se fueron de lados separados haciendo ruido para captar la atención de los cazadores, cosa que obtuvieron al instante.

El pequeño cachorro no quería separarse de sus padres y con gran coraje trato de dar sus primeros pasos para seguirlos, pero no obtuvo el resultado que había deseado ya que al intentar correr perdió el equilibrio entre sus inexpertas patas y callo al rio.

Trato de nadar pero la corriente era demasiado fuerte y sin poder evitar se golpeó con unas de las rocas del rio quedando noqueado.

Su pequeño cuerpo fue llevado por la corriente sin algún paradero en específico.

(...)

La luz chocaban entre las ramas de árboles frondosos, las flores abrían sus pétalos buscando alcanzar los rayos del sol.

Un lindo escenario que era visto en la pequeña aldea religiosa, donde vive cierta niña de ojos rosados y mirada inocente.

La niña se llamaba Yui, Yui Komori.

Los pueblerinos hablan entre ellos que ella no puede ser hija del sacerdote por algunas razones, y la más hablada era el poco parecido que tenía la niña con el sacerdote Seiji Komori, sus supuesto padre.

Para el sacerdote, sus palabras les valía igual pero no quería que la niña se enterara y empezara a hacerle un interrogatorio, conociendo lo curiosa que puede ser ella en muchas ocasiones, así que cada vez que tenía que salir a un trabajo mandaba a las monjas de la iglesia a cuidar a la niña y prohibirle la salida, quien sabe que cosas le puede decir esa gentuza.

Pero parece que este día no sería como los otros.

— ¿Encontraste a la hermanita Yui?-vio a su compañera suplicando con la mirada de que lo haya logrado

— No hermana-dijo en el mismo tono que la otra monja

— Tenemos que encontrarla antes que el padre Seiji vuelva ¡Rápido!

Las dos se fueron corriendo a pasos torpes debido a los vestidos en busca de la niña.

(...)

Una pequeña niña de caireles rubios paseaba por el bosque del pueblo admirando su belleza tanto en fauna como en flora.

Se sentía tan feliz de por fin haber logrado burlar a las monjas aunque a la vez se sentía como una rebelde haciendo que se lamente de sus actos.

Ya estaba a punto de dar la retirada para no preocupar a las señoras pero en eso vio un pequeño animal en la orilla del rio.

Fue corriendo hacia el pobre animal herido, se agacho para ver si tenía heridas graves.

Entrenando a mi mascota [Diabolik Lovers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora