Poema

18.3K 453 22
                                    

En la dorada tarde nuestra barca

se desliza sin prisa:

impulsan ambos remos unos brazos

inhábiles de niñas,

mientras en vano sus manitas pugnan

por trazar nuestra vía.


¡Ah, Trinidad cruel! ¡En esa hora,

bajo un cielo de ensueño,

cuando el aire no agita ni una hoja,

me piden que urda un cuento!

Mas ¿cómo va a oponerse una voz sola

a tres lenguas a un tiempo!


Prima, imperiosa, lanza el veredicto:

<<Inícialo ahora mismo>>.

Secunda, más benigna, sólo pide

<<que sea un sinsentido>>,

mientras Tertia interrumpe por minuto

una vez como mínimo.


Pronto las tres en silencio imaginan

las idas y venidas

de la niña soñada en un país

de extrañas maravillas,

locuaz con bestias, pájaros... Que es cierto

casi lo jurarían.


Y cuando en narrador ya siente exhausta

su fuente de inventiva

y se propone a postergar la historia

diciendo con fatiga:

<<Lo restante, mañana>>. <<¡Ya es mañana!>>,

reclaman las tres niñas.


Así surgió el País de Maravillas,

así, pues, paso a paso,

se forjaron sus raras aventuras.

El cuento se ha acabado.

Y en penumbra, feliz tripulación,

hacia casa remamos.


Recibe, Alicia, el cuento y deposítalo

donde el sueño de Infancia

abraza a la Memoria en lazo místico,

como ajada guirnalda

que ofrece a su regreso el peregrino

de una tierra lejana.

Alicia en el país de las maravillas - Lewis CarrollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora