A mis amigos

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Me tiemblan las manos de tan solo pensar en ti,
me tiembla el alma.
Ya no quiero oír tus comentarios cargados de odio,
quítalos de mi cabeza,
vete de aquí.

Ya no hay lugar para ti
ni para ellos
ni para nadie más que no sea yo.
Esta vez me voy a querer,
poco a poco reconstruiré a la bella mujer que destrozaron.
Sin compasión,
con excusas de adolescentes.

Es que me asqueo de tan solo pensar en que lo permití,
los dejé entrar,
les di la llave y nos les pedí que se quitaran los zapatados con tachuelas.

Dejé que rompieran todo.
Intenté defenderme y tomaron eso como un ataque.
Y me callé,
me escondí.

Temía decir algo y escuchar sus risas,
sus comentarios grotescos,
sentir sus miradas desnudando mi alma,
haciéndome sentir inferior:
estúpida,
sensible,
débil,
inservible;
sola.

No tenia permiso para detenerlos.
No lo tenía.
Y nadie logra entender cuánto daño me han hecho,
dicen que yo también lo hice,
pero,
por qué soy la única que sigue llorando,
la única que sigue escondida;
la única que no quiere tener más amigos.

Escritos de una noche sin lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora