Capítulo 17

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Bambam se encontraba sentado detrás de su escritorio, organizando el papeleo que su jefe debería atender cuando volviera, había pasado una semana desde aquel suceso, y en ese tiempo no había vuelto a pisar el hospital y mucho menos le había contestado el teléfono, ni a Pia, ni a nadie.
Jaebum se acercó al escritorio de bambam con algunas carpetas, su traje negro hecho a la medida le daba una apariencia sobria y formal, algo que lo hacía ver extremadamente sexy.

–aquí tienes el informe contable de los últimos días de la sucursal de Busan, ponlo en la montaña de "cosas urgentes".

–estamos hablando de Kim Yugyeom, no importa en que montaña ponga las cosas, el las hará cuando se le dé la gana.

–tienes razón, pero tal vez si tu le dices te haga caso.

Bambam le regaló una mirada asesina y permaneció en silencio. El otro chico no pudo evitar sonreír.

–que? Me vas a decir que no es cierto?

–no es cierto, solo soy su asistente, el no significa nada en mi vida, y yo no significo nada en la suya, solo soy un empleado.

El mayor rodó los ojos, era demasiada tontería en una sola frase.

–si te pagarán por decir tonterías ya serias el dueño de esta empresa.

–necesitas algo más?

–no.

–entonces largate por favor– hizo un gesto con la mano señalando el ascensor.

–ovárica– susurro lo suficientemente alto como para que el tailandés lo oyera mientras se alejaba.

Bambam volvió a quedarse solo detrás de su escritorio organizando los papeles en diferentes carpetas, y estas en diferentes montones. Cuando hubo acabado se puso de pie y tomo la montaña marcada como "Urgente", atravesó la distancia mínima que separaba su escritorio de la puerta de la oficina, la abrió como pudo y entro torpemente dejándola abierta, ingreso al enorme recinto, las cortinas que cubrían el ventanal estaban cerradas, las luces estaban apagadas, todo estaba sumido en la oscuridad, la única fuente de luz era la que ingresaba por la puerta abierta, se sentía extraño estar sumido en tal penumbra, estaba acostumbrado a que cada rincón del edificio siempre estuviera perfectamente iluminado. Camino a paso rápido hasta el escritorio y dejo las carpetas sobre el mismo, permaneció un segundo, de pie, observando la silla vacía frente a él. En su mente se formó la imagen de Yugyeom, enfundado en su traje, sentado en esa silla giratoria moviéndose de un lado a otro con un bolígrafo en la mano y su postura distendida.

Bambi...

En su mente oyó la voz del alto llamándolo por su apodo.

–Bambi....

Lo volvió a oír, suficientemente nítido como para darse cuenta que no era el eco de su memoria, sino que la voz venia de detrás de él. Se dio la vuelta apresurado y allí vio a Yugyeom, enfundado en su traje, de pie en el umbral de la puerta, había recuperado el color de las mejillas, parecía saludable a excepción de las pronunciadas ojeras.

–Gye.... Señor Kim – dijo el muchacho con el labio inferior temblando.

–no me llames así, soy tu Gyeomie, tu kim ugion.

Media sonrisa se dibujo en sus labios. El tailandés comenzaba a temblar, debía tomar una decisión de último momento, quedarse y rendirse ante sus sentimientos, o salir de allí y mantenerse fuerte. Optó por la segunda, se dirigió a la puerta, estaba decidido a pasar de largo junto Yugyeom sin siquiera mirarlo, tal vez eso le daría a entender que lo dejara en paz, pero cuando estaba a pocos pasos de la puerta, esta se cerró, el alto apoyo la espalda contra la madera y se cruzó de brazos.

Love gives work [yugbam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora