Te volviste parte de vida, de mi día, de mi rutina. Estabas presente en mis pensamientos sin darme cuenta. A veces, me preguntaba cómo estarías o qué hacías.
Tu eras, realmente, importante para mi. Formabas parte de mi pobre corazón, tu hiciste muchas veces que volviera a latir, me tendiste la mano cuando sólo encontraba puños, tus palabras, muchas veces, se volvieron los abrazos que necesitaba. Eras el mejor amigo que cualquiera podía desear.
Prometimos estar siempre allí, el uno para el otro. Darnos aliento cuando estuviéramos a punto de dar el último suspiro. Juramos que nuestros sentimientos seguirían unidos a pesar del tiempo y los kilómetros.
Pero al final te fuiste, como todos. Como aquellos que me dijiste que no valían la pena. Te alejaste, te marchaste. Rompiste tus promesas. Pero aún así, (ex) mejor amigo, te sigo queriendo, como la primera vez que te lo dije.
