1. Todo un comienzo

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Tres chicos corrían apresurados por las estrechas y abarrotadas calles del callejón Diagon, tropezando y empujando a la gente.

—¡Rápido, rápido! —gritaba el más bajito de todos, que también iba el último.

—¡No llegamos! —decía el primero.

Habían quedado con sus padres en la tienda de varitas Ollivander's... hacía media hora. Estrepitosamente entraron casi empujándose en la tienda, un viejo establecimiento con cajas literalmente por todos los lados. Las tres personas que se encontraban en la estancia se sobresaltaron con su entrada y dejaron su conversación para prestarles una total atención.

—¿Dónde estabais? —les preguntó algo enfadada la mujer, señalando a la vez su reloj de muñeca—. El Expreso de Hogwarts sale en diez minutos y vosotros todavía no tenéis las varitas.

—Lo siento mamá —dijeron dos de ellos al unísono.

—Lo siento señora Matthews, tuvimos un percance —se disculpó el tercero.

—¿¡Un percance!? ¡Yo sí que voy a sufrir un percance, pero en el corazón! ¿Sabéis el susto que me habéis dado? Pensé que os habían raptado o algo peor, sabía que era un error dejar a tres niños de once años solos por el callejón Diagon.

—Tranquilízate Margaret, déjales que se expliquen —intervino el señor que se encontraba a su lado, que miraba un poco divertido la situación—. Lo importante es que están aquí, mejor tarde que nunca —luego se dirigió a los chicos—. ¿Qué ha pasado?

—Pues mira papá estábamos dirigiéndonos a la librería como nos dijisteis, por el camino más rápido... —le intentó explicar uno de ellos, pero su padre le interrumpió.

—Ve al grano, no nos queda mucho tiempo.

—El techo estalló y tuvimos que recoger los destrozos —sonrieron, el señor se quedó algo sorprendido y la señora Matthews abrió los ojos preocupada.

—¿Y cómo habéis hecho estallar...? —pensó un poco—. Bueno da igual, mejor no saberlo.

—Pero al menos comprasteis los libros, ¿no?

—Sí, tranquila —uno de sus hijos abrió su mochila y se los enseñó.

—Pues entonces lo único que queda son las varitas —se apartó del mostrador dejándoles paso—. Adelante.

Allí, detrás del mostrador, estaba esperándoles un señor de la tercera edad, esbelto y con una sonrisa en la cara de oreja a oreja.

—Vamos, ¿quién quiere ser el primero? —les preguntó con toda la amabilidad del mundo posible.

Los hijos de la señora Matthews empujaron rápidamente al más bajito con los hombros, tirándole un poco hacia adelante para indicarle que fuese el primero.

—Bien chico, acércate ¿Cómo te llamas?

—August Longbottom señor —respondió algo nervioso, colocándose en frente del mostrador.

Era un niño bajito de pelo corto castaño oscuro y ojos color café, su mirada no destilaba mucha seguridad en aquel momento pero aun así intentó aparentarla. Había venido con Frank, su padre, su madre, por desgracia y aunque suene a tópico murió hace años, cuando August era pequeño, tras estar bastante tiempo inhabilitada en la cama por una, al parecer, grave enfermedad y desde entonces viven solos.

—Así que August... —reflexionó un poco—. Creo que tengo exactamente la que buscas —se subió a una escalera y tras rebuscar un poco entre alguna de las cajas de la derecha por fin encontró aquello que guardaba desde hace años—. ¡Ajá! Aquí estabas —sacó una varita guardada meticulosamente en un fino pañuelo marrón dentro de su caja y la dejó sobre la mesa, la varita también era de un marrón clarito. Al verla el padre de August dejó entrever una pequeña sonrisa junto a una mirada de añoranza que solo la señora Matthews fue capaz de notar y que la hizo sonreír a ella también—. Perteneció a tu abuelo Neville, un día vino a mi tienda y me comunicó que después de su muerte quería que guardase su varita, para que se la entregase a otro mago que fuese digno de ella, la verdad es que no es muy usual que un mago desee dejar como legado su varita, la mayoría prefiere que la incineren o la entierren junto a ellos, pero no está prohibido entregársela a otra persona si se desea, ésta es de una estructura bastante flexible, de cerezo, contiene pelo de unicornio, treinta y tres coma dos centímetros exactamente.

Las Crónicas de Hogwarts y Las Sombras de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora