2. Estrechando lazos

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Thomas se despertó sobre las ocho al oír la campana de aviso y somnoliento cogió un cojín para tirárselo después a  August en la cara.

—Déjame —se dio la vuelta.

Thomas se levantó y para ir esta vez a por Edward.

—Despierta —y se tiró a su lado, volviéndose a dormir.

En el momento, al oírle roncar, August se levantó con pesadez, se vistió y fue a despertarles.

—Vamos —decía a la vez que los zarandeaba mientras ellos se despejaban poco a poco.

A primera hora tenían Encantamientos, su primera clase en Hogwarts, estaban ilusionados, aunque al principio les costase un poco espabilarse. Cuando llegaron todos estaban ya sentados, les tocaba compartir clase con Ravenclaw. Eligieron pupitre, bueno los que sobraban, sacaron todo el material para simular que habían estado allí desde hace rato y en ese momento entró el profesor, concentrado y con paso firme.

—Abrid los libros por la página 125, esto no es ningún juego, estáis en cuarto de Defensa Contra las Artes Oscuras —fue hasta el final de la clase y apoyó las manos en su mesa mirándolos fijamente, pero ellos le correspondieron con una mirada de extrañeza.

Will Mubell tenía pinta de no superar los cuarenta, era bastante alto y demasiado flaco para su edad, su pelo castaño desaliñado le caía por la cara hacia los lados y sus ojos, en un principio verdes, cambiaron extrañamente a un gris oscuro al pasar la mirada por toda la clase. No muchos se dieron cuenta pero en ese momento lo entendieron, ese cambio de aspecto tan repentino solo podía significar una cosa, metamorfomago.

—Profesor Mubell, esto es primero de Encantamientos —le recordó una chica de Ravenclaw.

—¿Ah sí? —reflexionó—. ¿Y por qué página vamos?

—Es el primer día —le dijo Thomas.

La verdad es que el profesor Mubell parecía estar bastante perdido, quiero decir que entró a clase sin saber qué ni con quién le tocaba, además de no ir vestido con la túnica que todos los profesores llevaban. Estoy segura de que aquella clase no la iban a olvidar en su vida, sobre todo por la gran cantidad de posibles ataques al corazón que pudo haber en esa hora, como cuando de repente le daban como pequeñas convulsiones o se quedaba en blanco en medio de una explicación, pero lo peor de todo fue cuando...

—Bien alumnos, vuestro primer hechizo será, según el libro... —lo lanzó por los aires y se tiró por la ventana, rompiéndola estrepitosamente ¡¿Es que no se daba cuenta de que estaban en un segundo piso?! Sus alumnos se quedaron alucinados y alguien gritó, todos se levantaron y fueron a intentar ver por los huecos de la ventana rota a donde había ido a parar su extraño profesor.

—Y así es como se levita —les dijo flotando sobre la nada, un poco más abajo-. Giráis las varitas y golpeáis mientras recitáis al mismo tiempo wingardium leviosa.

—Profesor Mubell, ¿está bien? —le preguntaron.

—¿Por qué no lo iba a estar? —preguntó extrañado volviendo hacia arriba.

—Pero en el libro pone que primero hay que empezar con objetos de menor tamaño y peso como una pluma, no nos hacemos levitar hasta quinto —dijo otro cambiando de tema dado que Will Mubell era un caso perdido.

—¿Pero a que así es más divertido? Vamos, ¿quién quiere ser el primero? —todos retrocedieron, dando a entender que eso era un no general.

—¿Y por qué ha saltado por la única ventana que no estaba abierta? —preguntó un chico de Gryffindor señalándolas.

Las Crónicas de Hogwarts y Las Sombras de la NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora