Doce días allí arriba. Doce días cara a cara. Doce días en un abrazo eterno. Doce días en una mirada divina. Doce días conmigo.
Parece mentira. Nunca entenderé cómo las personas somos tan inútiles para tener que reconocer cómo era una persona de verdad después de su muerte.
¿No puede ser antes? ¿Está prohibido? ¿En dónde está escrita esa regla?No me lo creo. Llevas doce días fuera y ni me has llamado. Aunque seas un pesado me gusta que me llames. No sé si te dejan utilizar teléfono allí arriba, pero si no fuera así, intenta contactar conmigo de cualquier otra forma. No sé, eres mi padre...
Y te lo pido de verdad aunque me cueste reconocerlo. Te pido hablar seriamente. El curilla dice que es verdad que podemos hablar contigo. Pero, ¿escucharte? Y lo más importante, ¿enterarme de lo que me dices? No sé yo.
Doce días sin oírte. Doce días sin hablarte. Doce días sin saber. Doce días en tu casa. Los doce mejores días de tu vida, junto con la vida eterna.
Doce días queriéndote.