Capítulo 2

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Los días transcurrían normales y tranquilos en la florería; nunca tenía problemas con los clientes y siempre trataba de hacerlos sentir bien en mi local. Me encantaba lo que hacía y ver como las personas se iban satisfechas con un ramo de flores en sus manos.

Un ramo de flores significaba muchas cosas dependiendo de la especie. Con un simple ramo o una flor puedes expresarle tu admiración a alguien, profesarle tu amor, tu inseguridad, halagar, insinuar etc. La lista de sentimientos que concuerdan con las flores es muy extensa, y estaba agradecida de saber qué significaban cada una de ellas, ya que para personas tímidas como yo, nos cuesta mucho trabajo decirle lo que sentimos a alguien, especialmente en la cuestión amorosa era una tumba. Sentía miedo al rechazo y a la burla, ya que ésta última podía ser por el hecho de que me gustaran las chicas. El punto es que era muy insegura y las flores me daban lo que el idioma no podía.

Y comenzaba a tener problemas con ello, porque Camelia iba frecuentemente a la florería, y me encantaba que fuera todos los días. Siempre buscaba algo especial con el que pudiera alegrar su día; y yo estaba ahí para asegurarme de que así fuera.

Escogía cuidadosamente lo que quería decirle según su estado de ánimo o la forma en la que lucía. De todas formas siempre me parecía hermosa la forma en la que se comportaba, cuando platicábamos y ella se recargaba en el mostrador con su sonrisa que iba a juego con su cabello y ojos castaños.

Había encontrado en ella alguna clase de conexión que para mi era imposible negar. Pues sabía que cuando miraba sus ojos, no era la cafeína de mi bebida la que me alteraba el corazón de esa manera.

Camelia...si alguien regala una es porque es verdaderamente hermosa, además de que el significado detrás de éste contiene un sentimiento de agradecimiento y amor inmenso.
Y Camelia era hermosa, ese nombre le correspondía totalmente, pero yo no era la indicada para darle esas flores. Y dudaba que alguna vez lo fuera.

Tenía razón cuando la vi por primera vez; no solo era bonita por fuera, sino que interiormente era un jardín hermoso en el cual me pasaría horas contemplando y admirando todas las hermosas flores, explorándolas.
Y estaba dispuesta a quitar también toda la maleza que pudiera haber. Yo estaba enamorándome lentamente de ella y no sabía si ella también...lo más probable era que solamente viniera a mi tienda porque no conocía a nadie más, o simplemente por tener con quien platicar. Definitivamente lo más seguro era eso.

Y esos pensamientos me ponían un poco triste, no encontraba el por qué; si en el fondo sabía que ninguna chica podría enamorarse de mi...y menos una tan encantadora como ella.

Habíamos entablado una relación de amistad y obviamente Camelia me miraba como a una amiga; no sabía por qué tenía esperanzas con ella cuando la realidad era otra muy diferente.
De todas formas aunque estuviera con ella de ese modo, yo era feliz; porque prefería quedarme callada y comenzar a regalarle violetas a cometer alguna tontería que la pudiera alejar de mi. Ella era la flor más linda que había conocido hasta ahora, podíamos pasar horas tomando té mientras platicábamos sobre arte, naturaleza o filosofía, y no estaba dispuesta a echar todo por la borda solo por los sentimientos estúpidos que comenzaban a echar raíz en mi corazón. Y era por eso que le había regalado con anterioridad algunos geranios. Me hacía feliz estar en su presencia...además de que no la podía sacar de mi cabeza; esa era mi forma de decírselo.

Era otra tarde en la que llegaba del trabajo y buscaba una nueva flor que pudiera complementar su día. Camelia enseñaba filosofía en una universidad cercana y pasaba todos los días por flores para adornar su casa; decía que la hacían sentir más cómoda y que le traían buenos recuerdos.

-¡Hola! -Saludó con una alegría visible en cuanto entró por la puerta.

-Hola -Contesté tratando de contener la emoción en mi voz por el hecho de verla otra vez.

-¿Ahora qué flores me recomiendas? -Preguntó apoyando sus codos sobre el mostrador, como hacía casi siempre.

Saqué del mostrador un ramo enorme de jacintos y los puse sobre éste. Ella los vio con atención y amplió más su sonrisa -Son hermosos...

"Eres preciosa" pensé el significado de los jacintos al ver sus ojos.

Después de haberlos comprado, saqué un ramo de lilas y se las tendí. -¡Viene con la compra, ya lo sabes! -Mentí con una sonrisa, porque no había ninguna oferta de ese tipo en mi tienda, pero era mi oportunidad de regalarle flores con una excusa; así fue desde el comienzo, de otra forma hubiera parecido raro que se las regalase cada que la veía.
Y juro que por ella...me quedaba sin florería.

Ella abrió la boca para decir algo pero al final la volvió a cerrar y tomó con cariño las lilas. -Muchas gracias...tienes razón, casi lo olvido...-me miró dibujando una media sonrisa en su cara. -Ahora debo irme -dijo acomodando cuidadosamente los ramos entre sus brazos -Quisiera quedarme más tiempo, pero debo seguir trabajando y sé que tu también.
-Claro, no hay problema -respondí negando con la cabeza -Otro día será -afirmé.

-Adiós...-Dijo riendo porque trató de despedirse con la mano, pero no pudo a causa de las flores.

La despedí y salió otra vez por esa puerta.

Le di violetas porque era un hecho que me estaba enamorando profundamente de ella.

Sentía como mi corazón palpitaba a velocidad y mis mejillas se teñían de rojo...como las camelias.

Scarlett en multimedia 💗

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