Regaba tranquilamente las flores escuchando valses de Chopin. Sentía que las flores también crecían y se mantenían hermosas con la música, y nada mejor que la del compositor romántico.
Escuché la puerta abrirse y vi a Camelia con un vestido rosa, con su bolso café en el hombro.
Se veía tan hermosa.
-Buenos días -Saludó y se acercó hasta mi para besar mi mejilla. Disfrutaba del tacto producido por su cálida piel en mi cara.
-Buenos días -Sonreí -¿Qué es lo que te trae por aquí tan temprano? -dije en vez de decirle que se veía muy guapa porque era demasiado cobarde para confesárselo. Y prefería regalarle flores más tarde que se lo dijeran por mi.
-He visto los tulipanes que tienes afuera; son hermosos y necesito un ramo para regalar.
Tulipanes...solo esperaba que no regalara los rojos porque entonces todos mis esfuerzos estarían perdidos -Claro, dime cuáles te gustaron. -la acompañé hasta salir de la tienda.
Miró con detenimiento los tulipanes, mordiendo su labio inferior. Que linda se veía cuando hacía aquél gesto. -Los morados -señaló.
Suspiré y tomé un ramo, porque más temprano los había acomodado dentro del papel café que los envolvía y los ordené. Ingresamos nuevamente a la florería.
-¿Quieres alguna tarjeta para escribir a quién van dirigidas? -Alcé las cejas perdiéndome en sus ojos café.
-Sí, por favor. -Saqué una pequeña tarjeta de cartón de una caja y cogí una pluma.
-¿De Camelia? -asintió y escribí. -¿para?
-Edward -Asentí y morí mi labio para poner el nombre de ese hombre.
-¿Algunas palabras?
Dudó por un momento -Es un chico muy gentil y amable, que en verdad se ha portado muy bien conmigo así que sí...por ser un gran hombre. Te quiero -dijo recargándose en el mostrador y quedando a unos centímetros de mi rostro para leer lo que escribía. Podía sentir su respiración y el calor que emanaba; olía su perfume y el aroma de su cabello. Pero aquello no duró mucho, ya que me aparté rápidamente cuando terminé. Amarré la tarjeta con un lazo junto a las flores y se las di.
-Muchas gracias -sacó dinero de su bolsa. No quería que me diera dinero...yo simplemente quería regalarle todas las flores con los mensajes más bellos posibles. Pero esa situación me estaba matando por dentro porque esas flores no eran para ella, ahora le tocaba regalar un mensaje a alguien más. A alguien a quien le daba su lealtad...según su significado.
-Me voy, Scarlett, muchas gracias. -Salí del mostrador y besé su mejilla con una sonrisa para despedirla.
Y en cuanto se marchó sentí mi corazón marchitarse.
Recordé que Camelia me había dicho que estaba interesada en una persona; probablemente me hablaba de aquél hombre llamado Edward. Tal vez ya habían comenzado a salir porque tenía sentido, ya que con las flores hablaban por sí mismas.
Y eso me entristecía de sobremanera, y aún así, aunque no fuera él la persona con quien estuviera saliendo, ya lo veía todo perdido. Camelia nunca se fijaría en las mujeres, y menos una como yo. Ella tenía un trabajo en el cual era feliz, tenía una belleza asombrosa ante mis ojos, y estoy segura que también ante los de cualquiera, sus sentimientos e ideologías la hacían perfecta. ¿Por qué iba a perder su tiempo con una florista como yo que era incapaz de decirle lo que sentía?
Estaba decidida a quemar las raíces que habían crecido y se habían expandido en mi corazón. Camelia nunca fue mía, y nunca lo sería...
¿Para qué sufrir tanto entonces? ¿Para qué sufrir si soy yo la que tiene la culpa al no poder expresarle mis sentimientos? Ya sabía que ella nunca me entendería...solo a una estúpida como a mi se le ocurre decirle a alguien que la ama por medio de flores...soy un...desastre.
Un completo desastre que por cobardía no se atrevía a decírselo todo de una vez, y con esto sentía que se me estaba yendo...del lugar donde nunca estuvo. El lugar que nunca le pedí.
Tal vez por eso Clementine me había dejado...porque nunca fui lo suficientemente clara con ella...pero lo era con las flores.
-Demonios -Murmuré frotando mi frente con ambas manos. Las flores eran hermosas, pero tal vez me ocasionaban problemas. Eran mi lenguaje, pero vivía en un mundo donde las flores no servían de nada.Bufé enojada, estaba realmente molesta conmigo. Nuevamente alguien a quien quería se estaba yendo. Me dirigí a la puerta y la cerré con llave, poniendo el letrero de "Cerrado" viendo hacia afuera.
Regresé al estante y me topé con una canasta con rosas, la cual aventé con rabia al suelo. Llenándolo de pétalos rojos y hojas verdes.
Si tan solo no fuera tan cobarde le diría a Camelia que la amo, y que yo trataría de no lastimarla, le diría que la admiré desde el inicio por su belleza y su hermosura interior. Le diría que la amé desde ese abrazo que le salió del alma. Acariciaría su cabello y hundiría mi cara dentro de él para así perderme en ese aroma que me encanta, ese aroma que es más dulce que el de cualquier flor.
Pero no podía...y nunca, nunca podría.
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Flowers
Short Story¿Conoces el lenguaje de las flores? Scarlett no puede expresar lo que siente por culpa de su inseguridad, así que opta por escoger flores para hacerle llegar diversos mensajes a Camelia. ¿Será Camelia capaz de entender lo que quiere decir Scarlett...