Escapar

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Zafiro no podía moverse y todo parecía ir más despacio.
Las cadenas cada vez se apretaban más en las partes donde hacía fuerza para desatarse de ellas, se retorcian como si estuvieran vivas y se movían por su cuerpo.

Vio como ese otro hombre se Iba hacercando hacia su madre con un extraño cuchillo en la mano, la hoja parecía que se iluminaba de azul cada vez más fuerte y cuando llego al lado de su madre brillaba como las estrellas de la noche cerrada.

El hombre que la empuñaba era raro, no habia  visto nada igual nunca, era alto y fibroso con mucho pelo en el cuerpo, tenía uñas largas y negras y andaba encorvado, algo en ese ser no era normal.

No hablaba, solo miraba a mi madre y gruñia, se parecía al sonido de un animal enfadado.

Lhander empezó a hablar a mi madre en una extraña lengua que yo no conocía, pero ¿como le iba a contestar si estaba amordazada y no podía HABLAR?

El seguía hablando y cuando paraba el otro ser le hacía un corte en la pierna con aquel cuchillo pero mi madre seguía callada, ningún sonido salía de ella ni gritos ni lágrimas.

Zafiro intento desatarse con toda la rabia que tenia mientras veía lo que pasaba, tenía que salvar a su madre de aquellos locos.
Empezo a sentir una extraña quemazón  en la mano y en ese momento un dolor atroz le vino a la cabeza, sentía como si la estuvieran golpeando con una piedra y en ese momento escucho un susurro:

mirame, mirame hija

Miro hacia su madre y ella la estaba mirando con unos ojos llenos de luz azul.

Los hombres parecían no darse cuenta de lo que hacía su madre ni de aquel resplandor de sus ojos.

-Escúchame con atención  pues tienes poco tiempo, cuando yo te diga corre hacia el arroyo que hay en la montaña y di estas palabras AQUITERUM ISTRE VOSTRA ES, cuando las hayas dicho pronuncia lo que quiere tu corazon-

Zafiro empezó a abrir la boca para hablar con su madre

-no mi hija no hables o entenderán lo que estoy haciendo, te quiero mi vida y debes hacer lo que te digo, siempre estaré en tu corazon-

No podía hacer eso, no podía abandonar a su madre y su pueblo en manos de estos seres, lágrimas caían en sus mejillas mientras el dolor disminuía, ese dolor era la vida de su  madre que se Iba apagando. Su mano estaba quemando pero ya solo el calor se concentraba en su muñeca.
Se retorcio para mirar porque le quemaba tanto y en ese momento empezó a aparecer una cuerda en su muñeca, no podía creerse lo que veía, empezó como una niebla y se iba dando forma hasta verse una cuerda que era familiar, su madre siempre llevaba una en su muñeca derecha  y nunca se la quitaba.
Miro hacia su madre y vio que ya no había nada en su muñeca, su madre le había dado la suya y no sabia como lo había echo.

No podía hablar con  ella con  la mente pues su don no llegaba a eso, hablaba con la naturaleza y algunos animales pero era más como hablar con  ellos y ellos lo entendían
Quería hablar con ella decirle que no se iba sin ella, lucharían juntas contra ellos pero la mirada de su madre era una orden, una orden que debía ser cumplida. Le habían enseñado desde niña que lo que decía la hechicera debía ser obedecido sin preguntar porque y sin vacilar.
Miro hacia los hombres que seguían al lado de su madre, Lhander seguía hablando en esa extraña lengua y el otro ser le estaba Acercando el cuchillo hacia la garganta de su madre.
Miro a su madre y asintió sabiendo lo que tenía que hacer.

Una lagrima salió de los ojos de Eritrea por la valentía de su hija.

Eritrea giro la cabeza mirando a Lhander, sonrió detrás de su mordaza y grito el nombre de zafiro en la lengua antigua.
El trozo de tela se hizo pedazos mientras un sonido intenso salió de su boca tirando al suelo a los dos hombres, se giro hacia su hija y volvió a gritar, las cadenas se desintegraron en mil pedazos quedando flotando en el aire. Zafiro miro asombrada el poder de su madre y con lágrimas en los ojos la miro una última vez, sabía en sus entrañas que no volvería a verla y que con  sus últimas fuerzas le estaba dando la oportunidad de escapar de allí, le dolía todo el cuerpo y tenía las muñecas y tobillos sangrando por los intentos de liberarse, se apoyo en el suelo con las  manos y rodillas, cogió todo el aire que pudo y salio corriendo de la tienda con toda la fuerza que tenía, era rápida, una cazadora de su tribu y sabia que si corría con todas sus fuerzas llegaría al arroyo antes de que la cogieran los intrusos.
No miro a ningún lado solo hacia el frente donde estaba la linde del bosque y cuando entraba en la maraña de árboles oyó un  horrible aullido, miro sobre su hombro y vio a Lhander en la puerta de su tienda con sus ropas manchadas de sangre.

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