Prólogo.

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El fuego, la reacción que surge desde que haces enojar a la policía militar en cuanto pisas terrenos que no te pertenecen, o al menos eso es lo que nos dan a entender los pueblerinos de aquel devastado lugar.

Cinco reproches al día, uno será por sobrevivir y los demás para vivir, una bala perdida puede hacer la diferencia entre una cosa y otra. Las cosas en el pequeño pueblo de Brookstown era lo único que quedaba después de varios años de guerra constante entre familias adineradas.

¿El gobierno hacía algo? Al parecer ni siquiera lo contemplaban en el mapa mundial. Estaba borrado de todo rastro, no había mapas, no había ni siquiera un indicio de que las personas que se encontraban en aquel terreno baldío estuviesen vivas o no. Simplemente escombros, eso resultaba después de un momento de enojo. Fuego.

Brookstown estaba controlado por una monarquía propia de una familia de mafiosos, más que nada por su propia supervivencia alejada de cualquier ley ajena a su palabra, sin escrúpulos y sin escapatoria.

—Una vez que eres un Brooks, lo serás hasta que la muerte te encuentre. Para entonces ya estarás fuera de nuestra casa y de nuestras vidas, pero tú sabrás si quieres volver con honor o sepultado en lo más profundo del bosque, donde nadie te recuerde.

Horus Brooks, el jefe y magnate que sostiene a la familia, permitiendo la admisión o rechazando ésta sin intención de dejar viva a la persona. La familia se compone de varios miembros y demasiados súbditos a quienes mandar. Algunos criminales que buscan refugio son hallados como trabajadores, guardias o asesinos de la familia, y sólo muy pocos son reconocidos como verdaderos Brooks.

Sólo algunos audaces, y capaces de dejarlo todo, por su nueva y única familia.

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—Hey, Will, parece que tenemos a otra rata rondando por la mierda.

—Anda ya, dejemos que la misma mierda atrape a la ratita muerta.

—Nunca habías salido de tu casa, ¿O sí?

—Cállate Olivia.

—Soy Oliver, idiota.

El fuego volvía, los terrenos secos y planos no podían recibirlo a menos que hubiese gasolina de por medio, en cambio, los tiroteos seguían ocasionando sordera a lo largo del trayecto. Un chico corriendo desde la entrada rocosa del lugar hacía aparición frente a los ojos de Will y Oliver, los cuales se habían puesto en marcha hacia la capital desde hace varias horas y habían vuelto con abolladuras en la Ford que robaron en el estacionamiento más cercano a su destino.

Will había salido del auto a toda prisa para esconderse detrás de un árbol de escasas hojas, seguido por su acompañante el cuál apareció como fantasma detrás de él, siendo que éste al verlo le había pegado tremendo susto por voltearse a verlo.

—Gasparín, cara de culo, deja de espantarme.

—Cara de culo tu abuela.

—Tú saliste a la abuela.

Antes de que la discusión continuara con más insultos acerca de la abuela –Que al parecer es de ambos– sus miradas se encontraron nuevamente con el cuerpo de aquel chico que antes estaba corriendo, desfalleciendo en la tierra después de una fatiga horrible por la persecución y por el tremendo calor que había en aquella época del año.

—Chucha, ¿Y eso?

—Un foráneo. —Exclamó Oliver, el cuál comenzó a caminar lentamente en dirección hacia el cuerpo.— Parece que está muerto.

Los Brooks. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora