¿Estoy… loco?
Qué estupendo era vivir en Seúl por aquel tiempo… aquellos dulces y maravillosos días de escuela, en los que no pensaba en nada más que vivir la vida de adolescente. El sol calentaba la acera y las nubes parecían algodón contrastadas con el azul del cielo. Nada podía ser más feliz.
Podía sentir su esencia alrededor de mí todo el tiempo, aunque para el resto de la gente no tuviese ningún aroma, para mí era el perfume que hipnotizaba mis sentidos, el mar en donde siempre deseaba ahogarme.
Y yo… no era más que un simple humano intentando cambiar la realidad de las cosas y hacerlas más creíbles para la gente normal, para la sociedad. Sin embargo, el curso de los acontecimientos era tan emocionante, que en el fondo, no habría cambiado nada. Yo, yo era quien debía comenzar a ser diferente.
Mi nombre es ChoKyuhyun. Tengo diecinueve años. Y esta es la historia de cómo cambié muchas cosas por amor.
Ya había salido de clases en aquel momento. Me dirigía camino a casa, pero aprovechando que Sungmin no había ido a clases, decidí darme unas cuantas vueltas por la ciudad. Llevaba dinero y tiempo, así que no era un problema darme una escapada a la rutina de cualquier día de semana.
Una de las cosas que odiaba en la vida era usar el uniforme de la escuela. Por eso, comprar ropa sonaba como una excelente idea. Y por supuesto, no cualquier ropa. No era un tipo conformista. Amaba llevar un logo de clase en el pecho o los zapatos, no por nada era apetecido como un buen partido por las chicas. Y respecto a eso, era positivo no haber estado con Sungmin en ese momento, pues odiaba que me comprase ropa o que fuese popular. ¡Qué envidioso! Cuando él se compraba cosas yo lo acompañaba y asesoraba, sólo que él decía que la diferencia era el propósito por el cual comprábamos ropa: él para usarla y yo para quitármela con alguien tan prontamente quisiera.
Cuando llegaba cargado de bolsas a casa, mi padre me regañaba y decía que me gastaba el dinero en estupideces y no tenía la noción del ahorro para mi adultes. ¡Aún era un niño, por qué tendría que ahorrar! Cuando le decía cosas como esa, me miraba de reojo y gruñía, diciendo que los niños no hacían cosas de grandes. Y a mamá, no le importaba, para ella era su hijito bello, el ser con más derechos sobre la tierra.
En fin, quisieran o no, yo igualmente salía ganando.
Había recorrido un par de tiendas sin ver nada llamativo, pues no me compraba lo primero que veía, tenía que gustarme mucho. Sin embargo, cuando salía con las manos vacías sentía esa necesidad de gastar el dinero a como diera lugar, comprando algo para mí, por supuesto.
Me quedaba un par de pasillos por recorrer antes de llegar a una tienda confiable en la que solía comprar prendas usualmente. La coste, ni mucho ni poco, justo el punto medio entre ropa casual y exclusiva. Miré un poco la amplia vitrina con maniquíes y fotografías de modelos europeos. Habría sido perfecto ser modelo, uno ejemplar guapo e inteligente…
No podía convencerme de mi propia imagen en el vidrio, cuando de pronto sentí algo extraño moverse, lo vi con la vista periférica. Miré bien la vitrina y nada parecía estar fuera de lugar o en desequilibrio.
Mis ojos se posaron sobre un maniquí de chico, muy bien hecho, que estaba puesto sobre una plataforma. No era como un maniquí genérico, tenía algo especial. Y me guiñó el ojo.
¡QUÉ MIERDA! ¡ME GUIÑÓ EL OJO!
Realmente ese maniquí me había cerrado un ojo y yo estaba allí fuera en shock, creyendo que me habían dado alguna droga extraña, o que un tipo se había metido en la vitrina, o… ¡qué se yo! No entendía un carajo de lo que estaba pasando, hasta llegué a pensar que usar personas era una nueva tendencia y que me había quedado en el pasado… ¡Imposible! No podría haber ignorado algo así…
Y cuando comencé a sospechar que en realidad estaba cansado de caminar y había sido mi imaginación, me di cuenta que era un tonto y eché a reír frente al vitral.
Estaba ya calmado del ataque de risa y dispuesto a marcharme cuando de pronto vi que este mismo maniquí me saludó coqueta mente, sonriendo y sacudiendo una mano.
No supe en qué momento me encontré sentado en el piso, mudo, y sin saber cómo reaccionar ante la situación.
Después de que pasaran unos minutos quizá, cuántos? no tenía idea, simplemente una vez que ya me sentí capaz de ponerme de pie y hablar, entré a la tienda raudamente y decidido a decirle al señor del mostrador que un hombre se había colado en la vitrina. Porque no quería imaginarme algo mágico al respecto, la racionalidad siempre por delante. Es que no podía ser otra cosa, ¿verdad? No estoy loco.
El vendedor parecía ser extranjero. Tenía cara de chino. ¿Entendería lo que iba a decirle? Me acerqué desesperado, y casi golpeando el mostrador con las palmas de las manos, le avisé que había un hombre metido en la vitrina.
Cuando creí que estaba haciendo mi buena obra del día, este tipo se largó a reír, para luego afirmar con seguridad que él no se había movido de ahí y no había visto a ningún hombre meterse en la vitrina. Era imposible que hubiese una persona allí. Yo insistí, estaba demasiado intrigado, y si simplemente no me dejaba verlo, era porque de seguro había cierto propósito en poner a aquel muñeco ahí. Uuufff, la publicidad y sus pobres recursos, una vez más dando la pauta.
El tipo finalmente cedió a mis insistencias, cabreado, pues de seguro le parecía el cliente más chiflado que alguna vez había atendido. Con un gesto de obviedad corrió la cortina de la vitrina y pude ver a la figura que antes se había movido. Lo más raro fue, que este señor chino miró con detalle y luego me preguntó qué muñeco había visto moverse. Le indiqué que era el que estaba más alto en la plataforma, y al verlo desde allí no parecía peculiar.
El vendedor tomó a este maniquí en vilo, como si fuese cualquier cosa, y no era nada más que un objeto antropomórfico y tieso, claramente de un material no humano. Realmente las cosas no tenían explicación, yo lo había visto moverse frente a mis ojos
-¡Le juro que lo vi moverse! Por favor, no es una broma
-¿Cómo se movía? ¿Así?Tomó al maniquí y comenzó a sacudirlo verticalmente, luego lo tonó y lo dio vuelta en 180 grados como a una vara de practicar Kung Fu; se notaba liviano y obviamente inanimado. No tenía ningún motor, ni imanes, ni nada que pudiese darle vida en ese momento. El tipo, con cada movimiento que hacía con el maniquí hacía gestos de burlas, “mira como se mueve” decía…
Mi terquedad era siempre superior, así que le aseguré al tipo aquel, que el maniquí tenía algún truco.
-¡Como chino que es, de seguro este muñeco tiene algún truco y me lo está ocultando!
-¡Hey! ¡Estás siendo racista, ven acá muchacho!El tipo salió persiguiendo me con un bate de béisbol (que no tengo puta idea de dónde lo sacó) hasta donde ya no pudo verme. Corrí como nunca, ni escapando de los perros del vecino había temido tanto por mi vida. Era un forastero, hostil, aquello me intimidaba mucho más que cualquier otra amenaza.
De todas maneras, más que asustado, estaba indignado. No había conseguido comprar nada y además me aquejaba un misterio por resolver. O bueno, en realidad, no me incumbía. Aish, la verdad, estaba demasiado interesado y absorto en eso. En casa no podía dejar de pensar en qué había sucedido realmente. ¿Había sido mi imaginación? No…, fue claro e inconfundible… no podía ser una mentira o una ilusión… tenía que ser cierto, pero ¿cómo?
Lo peor es que mientras más pensaba en el maniquí, más recordaba sus facciones y detalles. Era hermoso. Eso es lo que me tenía más desconcertado, no era un simple muñeco de muestrario, tenía características que lo hacían especial e interesante…
Si hubiese sido un chico de verdad, habría sido sumamente lindo. Me sentí tan invadido por su existencia, que deseé que dentro de ese extraño show presentado por el vendedor, se hubiera escondido una gran mentira, y poder conocer a ese chico cara a cara.
Continuaráaaaa~
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Tras una Vitrina
FanfictionParejas: KyuWook, HanChul Tipo: Yaoi Género: Romance, fantástico, algunas partes tristonas, otras graciosas, de todo :v Clasificación: PG-15 Advertencias: Alusiones al sexo, lemon suave, lenguaje picante Autora: Manita Capitulos :9. Descripción: Ky...