Sin rumbo

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-¿Qué demonios significa eso? –preguntó Bastian, confundido igual que yo. –"Conseguimos lo que necesita". ¿Qué clase de persona en su sano juicio habla de esa manera?

-Tengo menos idea que tu.

Y era verdad. Me encontraba mas desconcertada que él. Conocía a mi amiga, ella no tenia secretos ni nada que se le parezca. Ni medias verdades siquiera. Era inocente, clara, transparente. Divertida, aniñada. Era una romántica empedernida. Entonces ¿Qué significaba este misterioso mensaje, y por qué ella se había alegrado al verlo?

-Drogas. –termino por soltar mi amigo. –Apuesto a que se metió en drogas. Tiene sentido.

-Estamos hablando de Ayla, Bastian. No puede tomar ni un ibuprofeno sin creer que puede correr peligro de muerte por mezclarlo con Listerine. –rodeé los ojos en claro signo de contrariedad. Era poco serio su planteo. ¿Drogas? Claro, significarían algo para cualquier otra persona, pero no para ella. La conocía lo suficiente como para rechazar de lleno semejante disparate.

-No seas ingenua, India. Podría ocurrir. Es la única explicación que ahora tiene sentido. Y este mensaje es de su dealer, que tiene su próxima ración.

-¿No crees que su madre lo habría notado? Además, Ayla tiene un comportamiento raro, si, pero no el de una drogadicta. De hecho, debería verse nerviosa en estos momentos, por conseguir un poco más. Debería resaltar toda esa parte tan exasperante y energética en su personalidad, y sabes que la tiene.

-No necesariamente, y podemos probarlo. Enfrentémosla. Digámosle que tenemos pruebas y que queremos ayudarla.

-Bass, no funcionara. En todo caso, solo empeoraremos las cosas.

-Algo debemos hacer.

-Por lo pronto, debemos devolverle su celular antes que note que no lo tiene. Eso la pondrá furiosa.

Al volver a clases, deslicé el aparato en el bolsillo interno de la mochila de mi amiga.  No pareció notar su ausencia, de hecho, no parecía notar nada en absoluto.

Me permití absorber la presencia de Sean. Me preguntaba para qué continuaba asistiendo a clases, ahora que ya no era necesario continuar con su fachada. Se veía malhumorado, como era constante en este ultimo  mes, se veía aburrido y distante. Había cambiado lugar con Scott Phillis, que lucía encantado de sentarse junto a María. Ahora se ubicaba en el otro extremo del salón, lo suficientemente lejos de mí y mis pensamientos un tanto acosadores.

Suspire. Tanto había cambiado y ni siquiera era capaz de decir cómo. Todo se había dado vuelta, todo era distinto a lo que había imaginado. Sean estaba aun mas lejos de lo que alguna vez pretendí, y no podía sentirme más triste por ello. Ni siquiera osaba espiarme por arriba del hombro. Él estaba allí, pretendiendo mi inexistencia.

Todo era tan desconocido en un escenario tan rutinario para mí. ¿Cómo podría encontrar el rumbo de este barco que amenazaba con tocar el fondo del océano?

A la salida de la escuela, decidí seguir a Ayla. Tendría que ser luego de que su madre la dejara en su casa, pues ahora la llevaban y la pasaban a buscar por precaución. Le pedí a Alex y a Bastian que me acompañaran, en caso que mi amiga me sorprendiera, tendría una excusa creíble: había salido a pasear con los chicos y por casualidad la habíamos cruzado.

Nos encontrábamos escondidos  entre unos arbustos a dos casas de la de mi amiga, de la mano de enfrente. Vimos a su padre salir, luego a su madre. El ¿novio? de Bastian entró en la casa, supuse a hacer de niñera. Era el primo de Ayla, con quien tenía una estrecha relación. Esperamos durante al menos dos horas, pero ella no atino ni siquiera a asomar su cabeza fuera de la casa.

Cronicas Elementales: La noche eterna (PARTE 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora