A las orillas de un puente cercano al río recuerdo haberte pedido que fueras mío.
Más idílico que dichoso fue el momento, más tardío que eterno fue el olvido.
Pero, aunque yo me quejase del tormento indefinido,
No habría razón para llamarte mi enemigo,
Porque cuando el viento calma después de la marea, se logra divisar la fría niebla.
Niebla que te envuelve y te hace suyo.
Niebla que acoge tu cuerpo para que duermas.
Niebla que aunque sea dolorosa, hará uno tu dolor, dispersa.
Como sangre de aquel pensamiento tuyo, como sangre en mi llaga inmersa.
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Relatos Matizados
Conto❊ « Sumérgete en ésta delicada mezcla de magia, espanto y confusión » ❊ Pequeñas historias basadas en imágenes aleatorias y distintas entre si. Capítulos independientes, no posee concordancia como libro completo. Las imágenes no son mías, créd...