Conversaciones

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¿De nuevo tú, Suho?

Chen había perdido ya la cuenta de las veces que se había encontrado con el ángel en medio de sus deberes normalmente acompañado de Xiumin o Kris, por eso mismo se sorprende de encontrarlo completamente solo en una noche cualquiera. Ni siquiera tenía por qué ir al mundo de los humanos, simplemente se encontraba aburrido.

Le observa desde la distancia, Suho parece estar contemplando algo que no logra ver. La curiosidad le hace acercarse hasta estar casi a su lado. Es solo en ese momento que el ángel reconoce su presencia.

—Buenas noches, Chen.

El demonio le observa con una ceja arqueada, Suho es un ángel predecible; tan educado y cordial.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Xiao Lu me lo dijo.

Chen recuerda todos esos siglos atrás cuando la Dominación apareció por el palacio del demonio. Así que esa era la razón.

—¿Le preguntaste mi nombre?

Subo esboza una sonrisa suave, calculada, es casi idéntica a las que ya está acostumbrado a ver, sin embargo, no responde la pregunta.

—¿Qué haces aquí, Chen?

—Paseaba, el Abismo se torna tedioso luego de algunos milenios.

El silencio cae entre ambos, ninguno se mueve, Suho aún observa la línea del horizonte y Chen, bueno, él no tiene nada mejor que hacer todavía por lo que se mantiene en silencio. Puede ver como de vez en cuando una paloma o un cuervo sobrevuela los alrededores antes de desaparecer.

—Encantado de conocerte —le dice Suho de pronto lo que solamente hace que le dirija una mirada confusa—. Es la primera vez que hablamos.

—No estamos hablando.

—Ahora sí.

Y aunque Chen deteste admitirlo el ángel no es tan desagradable como lo son la mayoría de sus semejantes. Esta vez no viste completamente de blanco, lleva una capa beige sobre los hombros; parece bastante ligera.

—¿Qué hacías en el palacio de Xiao Lu? —quizá Chen aún tiene curiosidad, quizá le interesa más saber por qué Suho preguntó su nombre o quizá, muy en el fondo, la idea de mantener una platica con la Dominación le parece una idea no tan repulsiva.

—Debía presentar mis respetos a quien está cargo.

—Eres una Dominación, ¿Por qué presentarías tus respetos?

—Era mi primer día en el cargo.

Mientras hace sus preguntas Chen se ha deslizado sobre una de las barandas que están cerca solo para sentarse sobre ésta, balanceando su peso al mover ligeramente sus hombros cada pocos segundos.

Así que los rumores eran ciertos: la Dominación a cargo del noveno cielo era el más joven entre todos los demás. Quizá fue creado especialmente para desempeñar el puesto; eso parece algo que Él haría.

—¿Cómo son los jardines del Eden?

Es algo que siempre se ha preguntado, nunca ha tenido una razón para visitar el lugar, tampoco le han invitado así que lo más probable es que no llegue a ver los jardines jamás.

—¿Por qué no vienes a verlos tú mismo?

Eso no lo estaba esperando.

Observa al ángel con cautela, espera encontrar el rastro de una mentira, de una broma, espera que de pronto Suho pierda la calma y le diga que no hablaba en serio; pero no pasa. La Dominación le está dedicando una mirada suave, llena de un sentimiento que parece indicar que en verdad no miente y la invitación está hecha con una buena intención.

—Quizá.

De nuevo se sumen en un simple silencio, algo cómodo, a Chen le parece que el tiempo se detiene de pronto, no importa que en algún momento deba volver a sus habitaciones, no, por ahora todo está bien.

Al menos hasta que lo recuerda.

—¿Qué pasa con la sensible de la otra vez?

—Naeun.

Ah, eso, Naeun.

Como se llame, ¿Qué pasa con ella?

Suho parece sopesar del todo sus opciones antes de hacer un movimiento que se parece ligeramente a levantar sus hombros—: No le agradan los demonios.

—Parece que no le agrada nadie.

—Es probable.

No le parece que sea una respuesta suficiente, no cree que eso explique del todo por qué Naeun, siendo tan hermosa como lo es, pueda contener tanto sentimientos negativos.

—¿No eran todos los ángeles seres llenos de amabilidad?

Suho le observa, parece sorprendido pero es por apenas un instante pues vuelve a parecer impasible como si existiera una pequeña grieta en la fachada de superioridad que exhibe.

—Creí que tú más que nadie lo sabría, Chen. Hay ángeles malos y demonios buenos, lo que somos no se define por nuestro origen.

—¿De cuál de esos eres, Suho? —dice su nombre con burla, dejando que resbale en su lengua.

—De los que hacen lo mejor que pueden con lo que tienen —Suho sonríe y parece tan sincero que le deja atónito por un segundo. El mismo segundo que el ángel aprovecha para desplegar sus alas—. Ha sido divertido, Chen, pero me temo que el deber me llama. Espero repetirlo pronto.

Se inclina en una venia formal, respetuosa y, una vez que el demonio se despide con un asentimiento de cabeza, desaparece entre las nubes.

Cuando Chen vuelve a la cama no puede dejar de pensar en dos cosas: la primera, las palabras de Suho acerca de su especie (¿Por qué él más que nadie debería entenderlo?) y la segunda, una sonrisa que se cuela de vez en cuando en su mente y le impide concentrarse.

Alshat [SuChen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora