Era un día soleado con indicios de lluvia, relativamente caluroso. El reloj indicaba que eran las 6:59 de la mañana, a pocos segundos de sonar la estrepitosa alarma que despertaría a Lauren Staedler.
Abrió los ojos lentamente, frotándolos con sus manos; enfocó su vista hacia el almanaque: viernes 15 de agosto de 2012.
Lanzó un leve gruñido y se levantó de un salto de su cama. Caminó con ahínco hacia el baño se observó detenidamente en el espejo. Apreciaba sus curvas pronunciadas, su cintura delgada, su delicada y suave piel, su fino rostro decorado de unos verdes ojos (como la primavera en una mirada), sus rojos labios y sus rosadas mejillas; todo eso enmarcado en un ondulado y castaño cabello que terminaba en sus anchas caderas. Era perfecta.
Se duchó durante veinte minutos, se vistió con lo mejor que encontró en el momento: un vestido topless rosado pálido (con corte en la cintura y la falda despegada al cuerpo), un fajón negro de hebilla dorada, zapatos negros de cuero de diez centímetros y un bolso dorado. Todo eso provenía de la línea de ropa de su famosa madre, Antoniette Reledde. Se despidió de su mascota, una cachorra French Poodle llamada <<Summer>>. Acto seguido fue a la cocina y desayunó dos tajadas de pan integral con jugo de naranja. Esperaba su limusina, ya que no quería manejar su Peugeot rojo porque no le combinaba, su madre se había ido con el Mercedes Benz y papi se había llevado los demás automóviles con él en su último viaje de negocios, en el cual visitaba diferentes países de los continentes. Solicitó al chofer apurarse, cuando divisó en la otra acera a un hombre que realmente no deseaba ver.
Trató de ocultarse, sin embargo, sus tacones provocaban demasiado ruido al andar, ruido que llamó la atención del peatón indeseado. El hombre localizó de dónde provenía el sonido y saludó a la jovencita con una cálida sonrisa.
- Hola Lauren. ¿Cómo va todo? –Preguntó el hombre de 1.86-. ¿Y el colegio?
- Ahí. -Respondió toscamente Staedler-. Nada que yo no pueda manejar, ya sabes.
- Palabras muy grandes para una bebé como tú -Dijo él-. De vez en cuando deberías ser más modesta, ¿sabes?
- Já, tengo casi dieciocho, deja de llamarme bebé -Alegó ella, de manera despectiva-. Pronto me graduaré y estudie una carrera o no, papi estará para sustentarme.
- Ojalá yo hubiese tenido tanta suerte – Sus ojos cafés destellaron melancolía-.
- Angelo, tuviste tu oportunidad, pero decidiste tomar el camino del alcohol y las drogas. Demonios, el chofer al parecer tiene problemas para encender la limusina -comentó con enojo la chica de ojos verdes-. Aparentemente no le hicieron el chequeo mensual al vehículo.
- ¿No tienes otra limusina? -Preguntó notoriamente sorprendido- ¿No te irás en taxi o algo así?
- No tengo tiempo para llamar un taxi de confianza, llego tarde. Y no, no tengo otra limusina... Al menos no en esta ciudad... Que yo sepa.
- Entonces yo te llevaré – Sus ojos cafés brillaban juguetones-. ¿O la nenita es muy sofisticada para subirse en mi auto?Lauren hizo un mohín resaltando el desagrado que sentía acerca de la idea de estar en el mismo lugar que aquel hombre. No obstante, su automóvil, un Nissan GTR, no estaba nada mal. Debía aceptar que él tenía buen gusto. Además. Él le había retado, y algo que Lauren Staedler no podía rechazar era un reto.
- ¿Entonces? -Preguntó impaciente el hombre de cabello negro- ¿El carro no favorece tu imagen? ¿Te irás en helicóptero?
- ¡Está bien! -Contestó enérgicamente la chica- Esteban, me voy con el joven en vista de los problemas de la limusina; El color de su auto combina con mi atuendo. Por cierto, éste será un secreto entre tú y yo -Se dirigió a su chofer con una gran cantidad de dinero-. Tú callado y tendrás más cuando vuelva.
- Manipuladora -Musitó Angelo-.La joven se acercaba al vehículo de Angelo Stending contoneando provocativamente su cuerpo, sus caderas parecían un péndulo. El hombre le abrió la puerta y de ahí encendió su auto con dirección al Instituto Mayor de Barcelona, el mejor colegio de la zona... Y obviamente muy costoso.
En el camino se encontraron con un atasco, dos automóviles habían tenido un grave accidente y ocupaban casi toda la carretera.- Lo que faltaba -Masculló la joven-. Voy a llegar tardísimo.
- No es para tanto -Mencionó en el tono más calmado posible el hombre- Es sólo una clase.
- No sigo consejos de un drogadicto.Angelo la miró fijamente con sus ojos cafés e iracundos. Aquella chica era una altanera, una pretenciosa, una engreída. Por otra parte, ella estaba muriéndose del frío ya que afuera había empezado a llover y el aire acondicionado estaba en su máxima potencia. Se acercó para abrazarla, cosa que ella rechazó.
- No quiero que alguien como tú me toque-Una lágrima se escapó de su mejilla-. No sé por qué acepté venir contigo.
- Porque me sigues queriendo y nunca te di la oportunidad -Dijo Angelo denotando la obviedad del asunto-. Pero, joder... No podía dejar que una bebé...
- ¡Calla! -Staedler se acercó y le robó un beso- ¡Toca! -Acercó la mano del hombre contra su pecho- ¡Mira! -Sacó una compresa de su bolso- ¡Ya soy una mujer!
- Ya, a eso viene tu actitud. Estás con el periodo.
- ¡No es por eso! Sólo quería demostrarte que ya no soy una niña.
- Puede que tu cuerpo sea de una mujer, pero tu mente es de una niña... Una niña mimada que hace pataletas y roba besos... -Dijo riendo el hombre- No somos... Compatibles.Lauren decidió no discutir más y callar, llorando del coraje y sintiéndose patética. Definitivamente aquel viernes 15 de agosto no estaba comenzando nada bien. Angelo Stending manejaba con una expresión indescifrable en el rostro, impertérrito. Parecía como si nada de lo ocurrido hacía ya unos minutos le afectara en absoluto. Eso causó que Staedler estuviera aún más rabiosa.
- Llegamos -La voz de Angelo interrumpió los pensamientos de Lauren-. Cuídate... No te olvides de comer tu merienda y no hablar con extraños -Añadió con sorna-. ¡Ojo con las pataletas!
- ¡¡Te detesto!! -Dijo Lauren mientras bajaba del auto- ¡Es en serio!
- Y si me odias... ¿Por qué me robaste un beso? -De esta manera se fue Angelo Stending en su vehículo, desapareciendo a través de la carretera, dejando sólo el rastro de sus llantas mojadas por la lluvia sobre el asfalto.
ESTÁS LEYENDO
La Eterna Canción
Teen Fiction¿Qué hacer cuando en vez de ser adicta a una droga, eres adicta a un drogadicto? Más allá de eso... ¿Cómo podría alejarse de él? Si Angelo era para Lauren como una sirena que cantaba a un barco y que en vez de anunciar algo bello sólo era un auguri...