CAPÍTULO III

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- ¿Y qué haces aquí, imbécil? –Dijo Lauren, enfadada- No te dejaré entrar, ni loca.

- Te amo -Dijo Angelo balbuceando, apoyado en el marco de la puerta de la casa de Staedler- Perdóname.

- Ahora que estás pasado de tragos... -Una lágrima brotó de su ojo derecho para correr sobre su mejilla- No hagas esto, por favor.

- ¡PERDÓNAME! -Angelo lloraba y gimoteaba- Si no fuera por el alcohol y las drogas yo no estaría como estoy, será diferente. Lo sé. Pero es difícil. Debes entender, toma tiempo.

- Tu estupidez y falta de voluntad te convierten en lo que eres ahora.

El hombre se inclinó hacia Lauren, y ella no encontraba fuerzas para quitárselo de encima, sus manos no le respondían. De nuevo se encontraba anonadada por el llanto de él. Y es que lo escuchara o no, sus ojos cafés aparte de mirar, gritaban. Y eso era lo que la mantenía magnetizada a él, quería "curarlo". Angelo para ella era como una sirena que cantaba a un barco y que en vez de anunciar algo bello sólo era un augurio de desgracia; y aún consciente de ello permanecía hipnotizada por él, por la eterna canción que se repetía una y otra vez, cada vez que tenía oportunidad.

Sin darse cuenta, poco a poco se trasladaban de locación, directo a la sala. Ella estaba permitiendo no sólo que él entrara a su casa, sino que poco a poco la condujera a sentarse en uno de los sofás negros que se encontraban en la sala de visitas. La escena que acontecía fue interrumpida por una llamada proveniente del celular de la joven. En la pantalla aparecía el nombre de la madre de Lauren: Antoniette Reledde.

- Hola, mamá... -La chica de ojos verdes instantáneamente dirigió la mirada a Stending y le hizo entender que hiciera silencio- ¿Qué tal todo?

- ¡Hola, cariño! Todo va de maravilla, cielo. Escucha. Nos iremos de viaje, ya sabes, tu padre y yo. Ha sido de improviso... ¡Qué locura! ¿No? En fin, te quedarás en casa sola. Bueno, no sola, ya sabes, con los empleados y eso, pero prácticamente eso es estar sola, ¿no? Te portas bien. ¿De acuerdo? Bueno me voy, ya va a despegar el jet de papá. ¡Ah, sí! Te manda a decir que te ama y que te cuides en estos tres días, bizcochito... Eh, espera... ¿Ya te dije que te amo? Bueno, te amo, linda. Son tres días, ¿te dije que tres? Vale, son tres. Hablamos luego, cariño. Siempre es lindo conversar contigo. ¡Besos!

- Está bien mamá, cuídate.

- ¡Oh, sí! Hablando de cuidarse... Ojo con los empleados, ¿sí? Échales u ojo de vez en cuando... ¿Vale? Bueno. ¿Qué más...? Ah, claro que nos cuidaremos... ¡Pero tú más! ¿Vale? ¿Eh? Sí, ya cuelgo. ¿Escuchaste? Debo colgar, hemos hablado mucho hoy, ¡eso me contenta mucho! Hay que repetirlo, cariño... Claro que sí. Hablamos luego, corazón.

- Hasta luego, mamá.

- ¡Adiós!

De repente, sintió que Angelo la abrazaba lentamente e intentaba quitarle la blusa torpemente.

El sonido de una cachetada hizo eco en la mansión de los Staedler. Lauren bofeteó a Angelo con tal fuerza y rabia que había roto vasos sanguíneos de la mejilla de él.

- ¿Y ese perdón que pedías hace unos minutos? -Farfulló- Promesas, perdones y llantos de borracho. Tan típico.

Con un ademán despectivo le indicó la salida, Angelo seguía tan sorprendido que no decía nada. Quizás eso era lo que más le molestaba a Lauren: La incapacidad de Stending de exteriorizar lo que sentía, de ser algo más allá de un ser miserable que sufría solo, a menos que el alcohol medianamente se lo permitiese.

Y quizás, lo que más le molestaba a ella acerca de eso es que no eran tan diferentes: Ella no confiaba en nadie, quizás sólo en él... Cuando podía hablar con él sin que este se encontrara bajo el efecto de alguna droga. Ella no tenía amistades ya que todos la juzgaban por su estatus social, y poco a poco fue creando un personaje insulso y superficial para evitar ser juzgada y engañada.

A pesar de todo el dolor que traía la extraña amistad que tenía con Angelo, eso era mejor a tener que fingir ser otra persona... Todas las relaciones llevan consigo problemas... ¿No? Pues ella aceptaba tener problemas con Angelo o con su familia, pero con nadie más. No quería más dolor. No quería decepcionarse de más personas. Ella estaba convencida que todos los seres humanos se comportaban igual como las personas que ya conocía. Quería ahorrarse desgracias.

Aseguró la puerta principal para luego correr a su cuarto, y pasar de ser Lauren Staedler a convertirse en un mar de lágrimas.

Aseguró la puerta principal para luego correr a su cuarto, y pasar de ser Lauren Staedler a convertirse en un mar de lágrimas

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