Los días pasaban y el mes de julio comenzaba a despedirse, dejando paso a un agosto que, por lo menos para ellos, sería el mes más importante de todos, y, desafortunadamente, también el último que pasarían juntos. El verano pasaba, el tiempo acababa y la alegría de Vanessa se iba desvaneciendo poco a poco. Extrañamente, a Louis no le pasaba eso. Es más, cada día que pasaba, estaba hasta más alegre. Y eso Vanessa lo había notado.
"¿Por qué estará tan alegre si el supuesto amor de su vida se va para no volver?" Se preguntaba cada día "¿Y si esa chispa, esa que tanto nos une... se le hubiese apagado?¿Y... si ya no siente lo mismo? No, es imposible" Se autoconvencía cada vez que el nudo en su garganta le impedía respirar. O por lo menos, lo hacía hasta ese día.
La puerta de su habitación se abrió poco a poco, pero el chirrido provocó que Vanessa abriera los ojos, adormiladamente, y pusiera una mano en su almohada para apartar su cabeza de ella. La tela estaba húmeda, había llorado mientras dormía.
- Hola, mosquito - decía una voz, perteneciente a la única persona que la podía llamar así: su padre.
- ¿Mosquito? Hace mucho tiempo que no me llamas así. Pensaba que se te había olvidado de una vez... - Contestó, con voz adormilada.
- ¿Y olvidarme de lo que odiabas que te llamara eso? Ni de broma. Estoy viejo, pero no tanto... ¿Y esa mancha en tu almohada? -
- Es... Eh... Sudor, hace un calor tremendo por las noches -
Mentira, no era sudor, eran lágrimas. Lágrimas que a saber por qué habían aparecido allí, lágrimas, seguramente, de desahogo.
- Ah, bueno - Contestó su padre, tras examinar la almohada - A ver, que me voy del tema... Ah sí, ve haciendo las maletas, el vuelo se ha adelantado a la semana que viene
- ¡¿Qué?! - gritó, levantandose, o mejor dicho, saltando de la cama, haciendo volar las sábanas - ¡Dijiste que hasta septiembre nada!¡Pero no, como el señorito no sabe lo que es una estúpida promesa, tiene que ser la semana que viene! -
- Señor, no señorito - le corrigió.
- ¡Oh, venga ya! - estaba roja de la furia - ¿Todavía no te has dado cuenta? Mamá no salió del asqueroso hospital, no como me prometiste, ¡señorito! -
- ¡Yo no manejo esas gilipolleces! - estaba enfadado, el comentario le había enfadado a él también, pues no solía usar palabras así - ¡El puto vuelo sale la semana que viene, así que ve haciendo la maleta! Y sobre lo de mamá... - suspiró - mira, dejalo.
Salió de la habitación dejando sonar un portazo a su espalda. Al ver cerrada la puerta, Vanessa se desplomó en su cama. Lo intentaba, pero no podía reprimir las lágrimas. Y la cascada que se había abierto entre sus párpados no cesó hasta pasadas probablemente hora y media, aunque quizá menos, pues ese día no se acababa, cosa que en esos momentos odiaba. Aunque se obligó a parar. Debía decirselo a Louis cuanto antes. Se secó un poco los ojos para localizar su teléfono. Lo cogió, lo desbloqueó y marcó su número. Se pegó el aparato a la oreja y dejó escapar un pequeño suspiro antes de oír su voz.
- Hola, preciosa, ¿Qué tal? -
- Lou... Tengo que contarte algo... - le vibraba la voz-
- ¿Qué pasa, enana? Te noto mal... -
- El vuelo... Se ha adelantado - hizo una pausa, desenlazando el nudo de su garganta -. La semana que viene... Adiós muy buenas -
- Ya lo sé... Y no me lo creo. Es.. Es horrible - Dijo, aunque extrañamente no se le notaba realmente preocupado-
- ¿Lo sabes?¿Cómo? -
- Eh... Eh... Oh venga, ya, enana. Se han oído los gritos desde aquí -
- ¿En serio? No me lo puedo creer... ¿Tanto he gritado? - dijo, acercandose a la ventana, para mirar a Louis desde ella. Lo que vio la dejó asombrada.
- Bueno, a lo que iba... Odio tener que irme tan pronto...-
- Yo también... No puedo soportarlo... -
- ¿De verdad? No soy tan importante -
- Sí lo eres. Si no, no estaría así de mal -
- ¡Mentiroso!¿Te crees que soy tonta o algo, no? -
-¿Pero qué dices? -
- Venga por favor, te estoy viendo riendote ahora mismo, ¿Se te había olvidado que vivo a tu lado? Claro, como no te importa... -
- ¿Me estabas espiando? -
- ¿Eso es lo único que te importa?¿Cómo puedes estar así de feliz cuando sabes que en una semana no me verás el pelo? -
- Pero Vanessa... -
Ni una palabra más. Vanessa colgó el teléfono, lo odiaba todo. Por una vez, quería irse de allí, dejarlo todo, matar a la antigua Vanessa, desaparecer. Se calzó, abrió la puerta de su casa y se marchó, necesitaba estar sola, necesitaba relajarse.
Louis, que se daba golpes contra el cristal de su habitación, intentando olvidarse de todo lo acontecido, distinguió su figura alejarse de su casa. No lo pensó dos veces. Debía hacerla saber que sí que le importaba, que sí que la quería.
Un pequeño prado se abría ante sus ojos. Para Louis era un lugar desconocido, pero para Vanessa era el único lugar en el que podía sentirse bien siempre.
Louis se abrió paso entre unos pequeños arbustos, y la vio. Se acercó a ella. Hacía un poco de frío, por lo que Vanessa comenzó a temblar. Pero Louis estaba preparado. Se quitó se fina chaqueta y la colocó alrededor de ella, que, en lugar de rechazarla, se abrazó a ella. Lentamente, giró la cabeza hacia él, colocandose un mechón de pelo tras la oreja.
- ¿Qué haces aquí? - dijo. Había estado llorando, se le notaba -
- Necesitaba verte. No podía dejarlo así como así, no podía dejar que estuvieses mal. Sí que me importas, sí que te quiero... Bueno, más que eso, y lo sabes. Debía decirtelo, enana, debía aprovechar esta... - hizo una pausa, mirando a Vanessa- ... Oportunidad-
- Oportunidad... - repitió ella-
Esa era la O. Oportunidad. Y tenía razón, pues el amor está lleno de oportunidades, ocasiones en las que demostrar a la otra persona los sentimientos, en las que crear lazos irrompibles, en dejar que se sienta que amas a esa persona, que no quieres que escape.
- Exacto, enana. Bueno, a lo que iba... que... te quiero -
- Ya lo sé, Lou -.
Se inclinó y lo besó. Otra vez, no existía nada más que ellos dos. Se miraron, se abrazaron y se vovieron a besar. No necesitaba más explicaciones, Louis ya había demostrado lo que de verdad sentía. Bueno, todo no
- Entonces... - dijo ella - ¿Por qué tenías esa estúpida sonrisa antes? -
- Preciosa... Lo sabrás cuando llegue el momento - contestó - Ahora solo centrate en quererme, en dejarme hacerte feliz durante esta semana. Ahora que lo pienso... ¿Por qué has venido aquí? -
- Me gusta relajarme y sentirme bien completamente, y, sin contarte, mi madre era la única persona que podía conseguirlo... Este es uno de los lugares que más frecuentábamos. Recuerdo que allí - dijo, señalando un banco - se me calló un helado en mi camiseta favorita. Doble pérdida. Mi madre me limpió la camiseta, me abrazó y me hizo feliz. Cuando me dejó, vine aquí, a enfrentarme a la vida -
- Te comprendo, enana. Mi padre me dejó también tras una grave visita al hospital. Casi no lo supero, pero entonces, nos mudamos y te conocí. Debo confesar que mi sonrisa te la debo a ti - volvió a besarla.
El resto del día, y parte del siguiente estuvo pensando en por qué vio a Louis sonreír tras contarle la noticia. Le quería mucho, pero necesitaba saberlo, aunque sabía que él no se lo contaría. Tras un tiempo reflexionando, llegó a la conclusión de disfrutar estos siete días al máximo.
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Teen Love
Teen FictionVanessa acababa de cumplir los catorce años y todavía no pudo encontrar el amor. Un día,Louis, un joven de su misma edad se muda a su lado, y desde el primer día ya empieza a sentir cosas desconocidas por él. ¿Será esto lo que la gente llama "amor"?