Capítulo 6

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Una semana había pasado ya desde que Vanessa se enteró de la noticia que cambiaría su adolescencia por completo.

Aquel día se despertó sin ganas de moverse de la cama. Miró el calendario; cada vez quedaba menos para irse de aquel lugar que recordaría toda su vida, para dejar atrás toda una vida, y lo que más la dolía, para alejarse de la única persona que la había hecho sentir aquel extraño sentimiento que la gente suele denominar "amor".

Desvió la mirada del calendario al oír sonar su móvil. Lo cogió y miró la pantalla. Era Louis. Con delicadeza acercó su teléfono a su oído.

-Hola...- dijo, con voz medio apagada

-¡Por fin te despiertas! Ya pensé que te habías convertido en la bella durmiente-

Una momentánea y tímida sonrisa brotó en la cara de Vanessa -Sí, bella sobretodo... ¿Qué quieres?

-Sabía que dirías eso, ¡Eres tan predecible!

-Deja las tonterías a un lado y dime por qué me has llamado- Vanessa siempre había sido muy borde cuando no la contestaban a una pregunta

-¿Qué pasa?¿No puedo llamarte solo para saber cómo estas?

-No mientas Lou que te conozco demasiado. Tú eres de esos que solo usa las llamadas para decir algo importante, así que ya me estas diciendo qué quieres

-Bueno, vale, me has pillado... Pero no te lo voy a decir

-¿Entonces para qué me llamas?- Vanessa era cada vez más borde, y con motivo

-Te llamo para que te asomes a la ventana-. La llamada se cortó. Louis había colgado aposta porque sabía que esa era la única manera de hacer que Vanessa mirase por su ventana.

Y así lo hizo. Incontrolablemente fue fijando su mirada al cristal de su ventana, desde el cual se veía sin problema alguno la habitación de Louis. Desde la ventana de éste se distinguía una hoja de cuadros sacada de algún cuaderno, cutremente pegada con celo, en la que había escrito con rotulador permanente: "Tú. Yo. 19:00. Pasaré a recogerte. Prohibido negarse." -¿Pero qué...?- sonó en la mente de Vanessa. Después de esto sonrió y preparó un folio, un bolígrafo y una piedrecita que ella tenía a saber por qué. Escribió en el folio y lo pegó en el cristal. A continuación abrió la ventana y desde allí lanzó la pequeña piedra para que chocase en la ventana de Louis. El choque sonó lo suficientemente potente como para llamar su atención. Vanessa se escondió rapidamente tras su cortina, dejando un ojo al descubierto para observar a Louis, el cual estaba acercandose a la ventana. Al llegar, se fijó en el "cartel" que Vanessa había pegado, el cual decía: "¿A las 19:00?¿Tan tarde?". Sonrió, y desde su ventana enseñó otro papel en el se leía: "Bueeno vale, a las 18:30. P.D.: No te escondas, esos ojazos son imposibles de camuflar". Vanessa se sonrojó. Siempre la había avergonzado que la descubrieran cuando se escondía. Sacó la cabeza de su escondite, miró a Louis y le dedicó una sonrisa. Después se alejó de la ventana y bajó las escaleras hacia la cocina, presa del hambre.

El resto del día fue normal. Practicamente Vanessa no hizo nada, se quedó tumbada en su sillón viendo la televisión hasta que la alarma de su móvil sonó. 17:00. Subió las escaleras hacia su habitación, cogió su ropa y se encerró en el baño. Una hora después abrió la puerta, dando paso a una Vanessa peinada, vestida, levemente maquillada y preparada para esa tarde. La siguiente media hora se dedicó a preparar una pequeña mochila donde llevar las cosas que podría necesitar: dinero, el móvil, etc.

Cerró la mochila y el timbre de su casa sonó.

-¡Yo abro!- Dijo Vanessa, corriendo hacia la puerta. La abrió, vió a Louis esperándola y gritó -¡Adiós papá!-. Cerró la puerta y los dos comenzaron a caminar.

Tras un rato siguiendole, Vanessa preguntó -¿A dónde vamos?- En ese momento, Louis la miró y dijó

-Al primer sitio que encontremos en el que podamos estar tú y yo solos-. Ninguno dijo nada más. Siguieron caminando hasta que Louis empezó a correr hasta tumbarse en un pequeño prado, en el cual no había ni una sola persona.

Unos cinco minutos más tarde, Vanessa, intentando recuperar el aliento por la carrera, le gritó -¿Pero para qué corres sin avisarme? Eres un...- No pudo decir nada más. Mientras ella hablaba, Louis se levantó, se acercó a ella y la besó como si no existiera un mañana.

Después se miraron el uno al otro y dijo -¿Qué?¿Mejor?-. Vanessa no contestó. Simplemente le abrazó de tal manera que parecía que si se soltaba se caería por un acantilado. Y en eso se basó su tarde.

La mitad del tiempo estuvieron tumbados sobre aquel césped, abrazados, disfrutando de que no hubiese nadie por esa zona. Luego se acercaron a una fuente de los deseos no muy lejana del prado.

Vanessa cogió una moneda y, mientras que la lanzaba al agua, susurró -Por el mejor verano de mi vida-. Le ofreció una moneda a Louis, pero éste la rechazó, pues ya había cumplido su mayor deseo: estar a solas con ella.

Se hacía tarde, y los dos debían volver a sus casas. Caminaron sin prisa alguna hasta llegar a su calle. Vanessa, que ya iba a entrar en su casa, escuchó

-Vanessa, espera un momento-.

Se giró y vió que era Louis quien la llamaba.-¿Qué quieres Lou?-.

Él la miró y dijo -Solo nos quedan tres meses hasta que te vayas, así que he decidido que en este tiempo voy a preocuparme de que experimentes las cuatro letras de la palabra "amor". Así que empezaremos con la "A"

-¿Y que significa la "A"?

-"A" de "anhelo"

-¿Anhelo?

-Sí, anhelo, deseo descontrolado. Por eso, desde hoy hasta julio, no vamos a hablarnos. Será duro para los dos, pero podremos sobrevivir

-Pero...-. Su padre, el cual la llamaba desde su casa, la interrumpió. Vanessa no pudo replicar a Louis, pues éste ya se había marchado. Simplemente entró en su casa.

Aquella noche no pudo dormir. -Hasta julio sin verle... Es demasiado tiempo... ¿Podré aguantar? Y lo que es más importante, ¿Aguantará él?- se oía en su mente hasta que sus ojos se cerraron y cayó rendida en un profundo sueño.

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