Trente Neuf.

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Ambos chicos estaban en los columpios del parque cerca de la escuela.

Aunque YoonGi ya había salido del último año, a Hoseok aún le quedaban dos años para salir. El mayor siempre lo acompañaba de regreso a casa.

Hoseok estaba yendo más seguido al psicólogo por unas innumerables pesadillas que tenía por las noches, pero ahí estaba YoonGi para decirle que todo estaba bien. El especialista le había dicho que eran los efectos secundarios del tratamiento, refiriéndose a las conversaciones donde Hoseok debía recordar ese momento tan horrible para dejar que este se fuera de una vez de sus pensamientos.

Hoseok tenía ojeras bajo sus ojitos y se veía muy pálido, pero estaba feliz de igual forma. Y para YoonGi, Hoseok siempre sería el niño más precioso del mundo.

-Hoseok.- YoonGi habló de repente, casi haciendo que Hoseok se cayera del columpio por la repentina sorpresa.- ¿Sabías que puede caber todo el universo en mis manos?

-¿Qué?

El de cabellos negros se puso de pie y se paró frente a Hoseok, quien lo miraba algo desconcertado. Tomó entre sus manos la carita del menor y allí fue cuando lo comprendió.

-¡Ay, Hyung!

El de cabellos rosas tapó su rostro con las mangas de su polo, queriendo desaparecer por el inevitable sonrojo.

-Vamos, Hoseokie. Se hace tarde.

Hoseok asintió, sin mirar al mayor. Aunque este le tomó la mano mientras caminaban lentamente.

Pero no sabían que ocurriría cuando llegaran a casa. . .

 -' Pasitos de Pingüino ♡ yoonseok '-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora