Lo sabía.
No necesitaba que se lo dijera, él sólo lo sabía. Ya no lo quería, lo veía en sus ojos, esos que antes se iluminaban al verlo y ahora se mostraban fríos, distantes, como si hubiera un muro entre ellos, separándolos.
— Estaba pensando, — no sabía por qué seguía intentando, pensó con amargura — podríamos salir hoy, sólo tú y yo.
Un año antes, ella habría sonreído, una de esas sonrisas que deslumbraban, que llenaban su pecho con esas molestas mariposas y le hacían sonreir a él en respuesta. Ahora, sólo apartó sus ojos del celular y, viéndolo con ligero desinterés, respondió;
— Claro, cariño — sonrió forzosamente.
Él sonrió un poco en respuesta. Necesitaba que esta noche fuera perfecta, que ella lo volviera a amar.
Horas después se miraba ante el espejo, sus ojerosos y cansados ojos le regresaban la mirada, intentó arreglarse un poco su desastroso cabello oscuro - sin resultado, como siempre - a ella le encantaba así, solía recorrer sus manos por ahí cada noche mientras veían películas. Hace mucho que ya no lo hacía.
— ¡Mike, apresurate! — llamaba ella desde la sala.
Tiempo atrás tardaban horas en arreglarse, entre manos traviesas y sonrisas coquetas, era difícil vestirse con ella ahí desnudandolo en segundos. Ahora se vestían en habitaciones separadas.
Con un suspiro salió del baño y a paso lento llegó a la sala, ahí lo esperaba Anne, ella ni siquiera notó que estaba ahí, se dedicaba a sonreirle tontamente a su celular, una sonrisa que antes iba dedicada sólo a él. Y, joder, dolía como si le apuñalaran una y otra vez en el corazón.
Mike carraspeó incómodo y Anne por fin notó que él estaba ahí.
— Oh, terminaste — sonrió con nerviosismo, apagando rápido el celular.
Mike optó por ignorar eso, en su lugar se fijó en lo hermosa que estaba ella, con el vestido rojo que había llevado en una de sus primeras citas tres años atrás y el cabello rubio suelto y cayendo por su espalda. Tenía tantas ganas de abrazarla, besarla, pero de alguna forma sentía que eso era traspasar algún límite. Se acercó a ella, pensando en tomarla de la mano, pero Anne alejó sus manos de él, fingiendo acomodarse el vestido. Mike sintió una punzada en el corazón y enterró sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
Ya no sabía qué hacer con ellas cuando estaban juntos.
— Deja el móvil aquí. — pidió en cuanto vio a Anne guardarlo en su cartera — Quiero que hoy sólo seamos tú y yo — se excusó, dejando el suyo sobre la mesa
Anne asintió con pesar — Está bien — murmuró, dejándolo al lado del de Mike.
El viaje hasta el restaurante fue incómodo, un espeso silencio llenaba el auto y Mike no sabía cómo romperlo. Intentó iniciar varias conversaciones, pero Anne respondía con palabras cortas, con la vista fija en la ventana. Mike amaba viajar con ella, antes hablaban de todo, o se dedicaban a cantar esas pegajosas canciones pop que sonaban en la radio, él tratando de sonar desafinado para hacerla reír. Una sonrisa nostálgica se posó en sus labios.
Ahora todos los tiempos felices eran sólo recuerdos.
Estacionó frente al prestigioso restaurante, ese al que ella siempre había querido pero nunca podido ir, y le echó un vistazo por el rabillo del ojo, esperando ver una sonrisa en sus labios o tal vez un brillo de emoción en su mirada, esa que él tanto amaba. Anne salió del auto sin decir nada.
Apretó el agarre del volante, tratando de contener las lágrimas. La estaba perdiendo.
O ya lo había hecho.
Salió detrás de ella, caminando con pesadez, Anne caminaba deprisa y él tuvo que dar grandes zancadas para alcanzarle. Entraron sin decirse ni una palabra mientras un mesero los llevaba a su mesa. Ambos se sentaron sin siquiera mirarse. Mike ojeaba el menú sin ganas, ya no quería estar allí.
— La carne aquí es muy buena. — comentó Anne mirando su menú.
El muchacho alzó una ceja, confundido.
— ¿Cuándo viniste aquí? — preguntó.
Anne le echó una mirada rápido y se tomó su tiempo antes de responder : — Vine hace unas semanas con unos amigos del trabajo, ¿No te lo dije? — Se hizo la desentendida.
Mike negó — No, no lo hiciste.
Le estaba ocultando algo.
Mike optó por no decir nada más - como siempre - y la cena transcurrió en silencio.
No se suponía que sería así. Se suponía que esta sería la noche en que ella lo volvería a amar. Se suponía que reirían por horas, que hablarían toda la noche, como antes, que ese brillo volvería a su mirada, que ella lo vería y sonreiría tontamente y ambos volverían a ser esos jóvenes enamorados que fueron tiempo atrás.
En su lugar, Mike se encontró comiendo en silencio junto a Anne, compartiendo comentarios ocasionales, y lentamente la noche llegó a su fin. Horas después llegaron a casa bajo un profundo silencio, Mike cruzó la puerta y se detuvo un momento, viendo a Anne pasear por la sala y sentarse en el sofá. Ella le dirigió una intensa mirada, Mike siguió sus pasos, sentándose en la oscuridad de la sala.
Ambos se mantuvieron en silencio un largo rato, hasta que él habló: — ¿Qué nos pasó? — preguntó con un nudo en la garganta.
Anne mantuvo la vista al frente, sin dignarse a mirarlo.
— A veces la gente cambia. — respondió después de un rato — A veces los pequeños detalles que te hacían amar a alguien desaparecen y...
— ¿Ya no me amas? — inquirió él.
Anne finalmente lo miró.
— Yo... — respiró con pesadez — No, Mike, ya no lo hago.
Sintió una nueva puñalada directo al corazón.
— Hay alguien más.
Hay alguien más.
Esas palabras atravesaron su corazon, esta vez más como una bala que una puñalada, llevándose todo a su paso. La presión en su pecho aumentó.
Hay alguien más.
¿Por qué se sorprendía? ¿Por qué dolía tanto? Claro que había alguien más, algo en él lo supo desde hace meses. Desde que ella dejó de sonreirle y empezó a sonreír a la pantalla de su celular, desde que dejó de contarle cada detalle de su día, desde que dejó de tocarlo, de mirarlo, de amarle.
— Podemos arreglarlo. — se encontró diciendo con desesperación — Podemos... podemos cambiar. Puedo cambiar. Dame otra oportunidad y...
— No, Mike, — le interrumpió, con una sonrisa triste — no hay nada que arreglar.
El nudo en su garganta ahora se sentía como una soga atada alrededor de su cuello.
No había nada que arreglar, no había nada que hacer. Anne ya no lo amaba.
Y había alguien más.
— Entiendo. — respondió después de un rato en silencio — ¿Puedo... — no sabía cómo decirlo — Un beso sería mucho pedir?
Mike la veía con ojos suplicantes, rogando silenciosamente, Anne suspiró dubitativa pero al final asintió.
Mike la besó despacio, saboreando el adiós en sus labios. Fue un beso salado - ¿Cuándo empezó a llorar? - y triste, lleno de desesperación y promesas rotas, para siempres con finales abruptos y lágrimas de un hombre con el corazón roto.
¿Qué hacer cuando la mujer que amas te abandona? Mike no lo sabía.
Pero pronto lo iba a averiguar.
N/A: Tengo la mala costumbre de desaparecer por años. Espero que les haya gustado el cap.
Basado en Too much to ask de Arctic Monkeys y Somebody else de the 1975
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Demons
Teen FictionTodos tienen demonios con quienes luchar, algunos más fuertes que otros. Y algunos ganan la batalla. Otros no.