10-. Elección.

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 —Miré tontamente a Yoongi y después a Hoseok.

—¿Dónde estaban?—Inquirió el abogado, apretando los dientes.

Era tan molesto que alguien como él  me riñera; y sin embargo no podía sino soportarlo.

—Fuimos a beber.—Aunque él ya debía saberlo.

Acomodé un poco mas a Jungkook. Tenía uno de sus brazos alrededor de mis hombros y yo  con dificultad rodeaba su cintura con uno de los míos.

—¿A beber? ¿Licor?

—Si.—¿Que otra cosa pensaba que iría a beber con ese tonto? Aunque ya que lo pensaba se me ocurrían bastantes cosas que podía beber con él. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para sacar esos pensamientos pervertidos de mi cabeza.

—¿Y con que autoridad hizo semejante cosa?—Esa pregunta hizo saltar todas las alarmas en mi cabeza.

—Usted le dio permiso a Jungkook.

—¿Yo?

—Eso es imposible —intervino Hoseok — Jungkook no sabe beber, así que lo tiene prohibido. No hay modo alguno de que él lo dejara ir.

Fue mi turno de apretar los dientes. Ese chico me había mentido. Y ahora estaba metido en un nuevo lío por su culpa.

—Tal vez hubo una confusión.

Volvió a hablar Hoseok, tomando a Yoongi del brazo. Era evidente que el editor estaba intentando evitar que el abogado me saltara sobre la yugular.

Yoongi dijo algo entre dientes y, tras fulminarnos tanto a Jungkook como a mi con la mirada, se marchó, dando un portazo al salir.

—Llevemoslo arriba.—Apuntó Hoseok, señalando al inconsciente chico junto a mi.—Asenti, pero tuve que hacer mucho para contenerme—y no arrojar a Jungkook por las escaleras. De nuevo estaba molesto con él.

Dejamos al chico sobre su cama. Hoseok se encargó de quitarle los zapatos y desvestirlo, mientras yo me hacia a un lado.

—Debería irme ahora.—Comenté, con la cabeza dándome vueltas.

—Si —me miro—Intente soportarlo un poco, Jimin.

No supe exactamente a quien se refería, pero asenti.

Mientras bajaba las escaleras intentaba arreglarme la ropa que Jungkook había arrugado con su agarre. Salí de esa casa y me encontré con un auto azul estacionado en la entrada. Una de las ventanillas bajó y el rostro de Jungkook apareció.

—Suba. Lo llevaré.

—No es necesario.

—Hagalo.—Y parecía capaz de asesinarme si no lo hacia. Además de que a las dos de la mañana su fría mirada se parecía mucho a la de un psicópata, como una especie de asesino en serie. ¿Yo seria el único al que miraba de esa manera? No era muy halagador.

Abrí la portezuela y subí, conteniendo un suspiro de resignación.

—Vivo en...—Empecé, pensando en terminar con eso cuanto antes.

—Sé exactamente donde vive —me cortó —no olvide que fui yo quien lo contrato.

No dije nada. Me sentía intimidado. Y eso me irritaba. Tal vez tuviese un puesto superior al mio, pero no debía ser tan malo conmigo.

Yoongo manejó en silencio, mientras que yo miraba por la ventanilla con fastidio. Si iba a despedirme debería hacerlo y ya. No tenia porque darle tantas vueltas.

— Jimin.—Habló al fin, sin despegar la vista del camino.

—Escuche, Yoongi—traté, intentando suavizar un por las cosas. O al menos dejar mi postura muy clara—Sobre Jungkook...

Un amor entre letras[Kookmin/ Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora