13-. Por unos días.

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¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a Minho? ¿Diez años? Probablemente. Su padre nos había descubierto en su habitación. En honor a la verdad diré que ni siquiera había visto nada. Él y yo sólo estábamos abrazados. No pude verlo de nuevo. Sus padres lo enviaron a algún lado y los míos... Bueno, mamá ya sabía sobre mi y me apoyaba, pero mi padre...

- Jimin.-Me dio un codazo Jungkook, sentado a mi lado en el autobús mientras nos dirigimos de regreso a su casa.

-¿Que?

-¿Me estas ignorando?

-¡No!

-Pues te he llamado tres veces.-Se quejó, pero no se despegó ni un centímetro de mi. En cierta forma era como un hermano pequeño encimoso.

-Lo siento. Estaba pensando.

-¿En tu amigo que se suicidó?

-No era mi amigo.-Repliqué en el acto, lo cual no dejaba de ser cierto. Tae y Jin eran mis amigos, pero nunca había considerado a Minho como ellos. Él estaba en otra categoría. Miré el rostro de Jungkook comprendiendo que él también estaba en otra categoría.

-¿Y el chico que te dice "Dooly" tampoco lo es?

-¿Ese idiota?-Jungkook rió abiertamente y recargó su cabeza en mi hombro, mirando hacia adelante.

-¿Que le habrá hecho tomar esa decisión?-Quiso saber. Al parecer el tema le interesaba.

-No lo sé. Tal vez tenía problemas.-Y empecé a cuestionarme sus problemas.

-¿A que se refería el idiota con el campamento o no sé qué?

-Ni idea.-Mentí. Lo sabía muy bien. Campamentos católicos para homosexuales. Se suponía que lo nuestro era una enfermedad que podía ser curada con la ayuda de Dios. Había oído rumores espantosos sobre esos lugares, donde se dedicaban a matar tu espíritu, te enseñaban a odiarte como persona, a tenerte asco. Papá había dicho en una ocasión que yo necesitaba ir a un sitio de esos. Me negué rotundamente y me echó de casa. No me arrepentía de mi decisión. Al final Jin me había acogido en su casa, para el horror de sus padres (para entonces todo el mundo sabía de mis preferencias), ya que temían que fuese a desviar a su hijo del buen camino de la heterosexualidad. Habían sido completamente felices al ver su excesivo gusto por las chicas.

En cambio Minho había estado en un campamento de esos. Entendía que lo hubiese hecho cuando aun era menor de edad, pero, ¿por qué seguir después? A menos que él realmente creyera estar enfermo, maldito e impuro. Siendo así, ¿era eso mi culpa? Yo le había seducido a él después de todo. ¿Era mi culpa entonces que no hubiera podido tener una vida normal y se hubiera suicidado? Claro que no, cada persona tenia el poder de elegir su vida y como vivirla. No tenía porque sentirme culpable ni responsable, ¿verdad?

-Jimin, parece que ya vamos a llegar.-Me informó el chico a mi lado, volviendo a tener sus ojos fijos en mi.

-Ah si. Bajemos entonces.-Pero no le presté mucha atención. El tema de Minho seguía rondando mi cabeza.

Recorrimos el camino desde la parada del autobús hasta su casa en silencio. Desde que conocía a Jungkook era la primera vez que se mantenía con la boca cerrada, él también parecía pensativo.

-¿Quieres entrar?-Inquirió una vez hubimos llegado hasta los altos escalones que conducían a su casi mansión.

Si quería. Quería estar todo el tiempo posible con él, no quería dejar de verlo. Ya no, porque mientras estaba ahí parado, mirándolo, acepte que ya no había vuelta atrás: ya estaba enamorado de él. De su sonrisa tonta, de su voz, de esa ternura que irradiaba con sus movimientos bobos, de su risa, de sus ojos, de la sensualidad que provocaba escalofríos en mi. Estaba enamorado de cada parte de la horrible personalidad de Jeon Jungkook. Ciertamente tenia muy malos gustos.

Un amor entre letras[Kookmin/ Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora