Hace algunos... no muchos años...bien poquitos, estábamos celebrando en el patio de la secundaria los primeros Díez años de vida de la institución.
Yo era parte del alumnado, parte de la décima generación y parte de todos los que bailaban en el patio durante el festejo.Hoy, soy parte del comité organizador para la celebración de los 30 años. Ya egresada. No vayan a creer que he recursado muchas veces los tres grados.
Como parte de la organización de este magno evento, la semana pasada fui a la escuela para entrevistar en video a un par de profesores que están entre los invitados de honor.
Disfrazada de "madre de familia" pero yo preferí decir que era la tía, porque tener un hijo adolescente a mi cortísima edad actual, significaría que fue concebido mientras yo cursaba la secundaria. 🙄 Bueno, casi.
No manchen. Si todavía soy una niña... y de hecho sí tengo un sobrino que estudia ahí.Llegué caminando a la escuela, porque la distancia que nos separaba es de apenas una cuadra, 20 años y de kilos no hablamos; por lo que al meritito estilo Godínez, fui de pantalón de vestir, blusa formal abotonada al frente y sandalias para que poco antes de entrar a la escuela pudiera cambiármelas por zapatos negros de tacón.
Entré a la escuela por primera vez desde... 🤔...creo desde el egreso de mi hermano; notando que la cooperativa cerca de la entrada ya no existe más.
Los árboles son más grandes y el patio ahora me parece muy pequeño.
Al entrar a las oficinas, recordé nuestras emisiones de radio desde la ventana de la dirección; miré él cubículo que fue de mi orientadora y que hoy ocupa alguien más que no conozco, porque mi querida maestra hace tiempo que perdió la batalla contra el cancer.
Recordé muchas veces que estuve ahí, gracias a Dios, todas por bien portada y por andar en los
mitotes de organizar cosas tal y como sigo ahora.Me senté a esperar a la maestra Juanita, mientras mis ojos buscaban el espejo que reflejara a la adolescente de hace 20 años con su uniforme azul y el cabello recogido; leyendo las frases en las paredes, viendo las fechas en el calendario escolar y notando que ahora el piso es distinto y la sala de profesores fue sustituida por más cubículos.
Llegó la maestra a quien yo esperaba y que iba a dirigirme con los profesores para los videos.
Ella nunca me dio clases, pero hablamos de la fiesta, de las generaciones, del trabajo que ella realiza y que está por concluir para retirarse; platicamos de todo lo que estamos preparando para la gran fiesta de celebración.Después fuimos al cubículo de la maestra Maricela, a quien recuerdo siempre con documentos o bolígrafo en la mano, caminando frente a mi salón para dirigirse a sus grupos.
Los años solo han pasado por mí. Ella se ve igualita.
La sola idea de la celebración y poder ver a muchos de quienes fueron sus alumnos le llenó de emoción el rostro.
Nos regaló un mensaje en video y después le dio mucha risa y la pena de efecto retardado por haber hablado de la menstruación en tan emotivo mensaje.
Cuestión de un par de minutos y fuimos al patio para esperar al profesor Jorge Luis que debía descender desde el último piso antes de iniciar la hora del receso, como siempre a las 10:20.Mientras el maestro bajaba, me quedé por poquísimos minutos parada teniendo la vista del patio principal y los edificios más grandes de la escuela frente a mí.
Como en una de esas escenas de película en las que la cámara gira al rededor de la protagonista mientras ella observa toda su vida en un solo segundo.Recordando las horas libres, los festivales en el auditorio, los ensayos de danza bajo el techo de la entrada, los besos a escondidas detrás del asta bandera (Disculpe usted la falta de respeto, señora lábaro patrio 🇲🇽), a los amigos representados en los tres castigados que estaban a la entrada de la dirección, los balones de americano sobrevolando el patio, las letras de canciones a las que el primer amor les daba sentido; y hasta recordé el vestuario y zapatos que olvidé en una jardinera y que jamás re-aparecieron.
¡Oh que tiempos aquellos cuando no tenía el vientre flácido y mi cintura media muchos centímetros menos! (Y mi graduación de los lentes era menor)Mi maestro de biología, (para otros de física y química) llegó y fuimos al laboratorio para poder platicar con él y hacer remembranza de sus clases en ese mismo laboratorio.
Donde por única vez vi un feto humano y uno de conejo conservados en formol y no lo vuelvo a hacer.Él maestro siempre respetuoso, ahora con canas en su cabeza y arrugas en su rostro, pero con la misma pasión de siempre por enseñar y expresarse de sus alumnos.
Salí unos cuantos minutos después y di un último vistazo para darme cuenta que el taller ya no era custodiado por macetones llenos de rosas.
Tantas veces dije, después de haber egresado, que volvería una tarde para conversar con la maestra encargada, saludarla y saber cómo estaba y por decidia nunca me di el tiempo.
Cuando quise hacerlo y dejó de ser una simple intención, supe que también ella había sido víctima del cancer. Demasiado tarde.Salí de la escuela, me senté en los alrededores para quitarme los tacones y recordar otras tantas cosas que sucedían a la hora de la salida todos los días.
¿Por que les cuento todo esto?
Porque me encantaría que también ustedes compartan sus recuerdos conmigo.Parece tan trillada la pregunta, pero Si se encontrarán con su yo de 14 años ¿que le dirían? ¿Ella estaría orgullosa hoy de ti? ¿Estaría sorprendida? ¿Le revelarías cosas de su futuro?
Se los dejo de tarea.