Katrina

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Han pasado... Cincuenta años más o menos, desde que los Da Silva surgieron al mando. La tierra ha caído en tinieblas, sequia, muerte y devastación, hay pocas personas humanas o criaturas que aún viven. Antes de que todo se fuera al demonio... Aprieto los ojos, mi vista es nublosa, por más que intento no logro recordar. Toda mi vida siempre he estado huyendo, si, desde que puedo levantar la estúpida cabeza. Mientras contemplaba mi reflejo en el suelo mojado iluminado solo por la luz de luna que la única ventana y sus barrotes dejaban entrar, no me reconocía... Mi cabello oscuro y marañoso, antes era liso, mis ojos negros llenos de impotencia, cansados, rodeados por un color gris purpúreo en los parpados sobre mi pálida y blanca piel, sinceramente, lucia como un zombi esos malditos monstruos. Aunque de no haber sido por esos no-muertos probablemente no estaría en esta celda... Tal vez estaría muerta.

Recuesto el peso de mi cuerpo en la pared detrás de mí, cierro los ojos, trato de recordar que me trajo aquí y mi cabeza me lleva un mes atrás. Había escuchado que los Da Silva estaban cerca de Old París, hacia una semana desde que deserte de un pequeño grupo de rebeldes organizados. Sobrevivientes de este desastre, capacitados y dispuestos a jugarse su vida por salvarnos a todos, aunque compartíamos intereses yo soy una persona que prefiere mantenerse sola, porque al final, Si alguien tiene que morir nunca querrás ser tú ese alguien. Viaje a Old París con la intención de infiltrarme en el cuartel donde se hospedaban los Da Silva cuando pasaban por ese lugar. En este caso mi intención era asesinar a uno de ellos, para ser más precisa: a Elizabeth Da Silva...

No haría gran cosa, aun quedarían cinco más de ellos pero sería un inicio y una oportunidad que me negaba a desaprovechar, ella había venido sola. Empezar con la más joven o... tal vez la más peligrosa, entenderán porque me refiero a ella de esta manera pues se sabe que disfruta de asesinar niños, si, Niños.

Suspire, pasear por Old París es deprimente, mientras caminaba por las desérticas tierras podía observar lo que parecía haber sido una ciudad majestuosa, Edificios cubiertos y hundidos por la arena, el polvo y musgo. La torre Eiffel se había derrumbado, me parece que ahora sirve como el refugio de algunas personas que buscan protección de la devastación y los zombis. En uno de mis recorridos pase unas noches ahí, aún hay habitaciones intactas en donde la destrucción no había alcanzado a llegar, a pesar de estar prácticamente enterrada en la arena "Maravillas del nuevo mundo" se podría decir.

Seguí atravesando los estrechos pasajes desérticos llenos de bichos malignos, cadáveres, plantas venenosas y zombis, siéndoles sincera lo más fácil de evitar fueron los zombis, increíblemente... Al llegar a los límites de la fortaleza comencé a buscar una manera de penetrar la barrera. Un muro de unos 5 m. de altura, grueso como una roca y resistente como el metal más duro. Si, definitivamente no había manera de pasar, al menos no por arriba o atravesándolo.

Afortunadamente para mí, los idiotas construyeron sobre arena... sobre que más sino, la arena es prácticamente todo lo que hay por aquí. Decidí que iría por debajo, tarde 3 días, tres días en los que estuve pasando por ahí disimuladamente, cavando también asesine a unos cuantos guardias que lograron atraparme, no demasiados. Porque además de mí, también estaban los zombis y ellos se iban con cautela en cuanto a seguridad externa. En este punto me había dado cuenta de la debilidad en cuanto a la altura del muro, no podrían verme desde ese alto, no por las noches.

La noche siguiente, ya estaba lista para entrar y deshacerme de la más joven de ellos. Elizabeth; una niña como de 15 años o algo así, Quimera*, de cabello color platino y ojos color sangre, solo la he visto una vez, en una fotografía que el grupo de rebeldes había conseguido de la familia. Su mirada... me dio un escalofrió.

Los RilliumsWhere stories live. Discover now