Débil

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Quedándose ahí quieto. Tratando de alguna manera de que el dolor desaparezca, de poder quitarse la pesadez aplastante y de poder siquiera alzar la cabeza. Podía decir que estaba arrepentido pero la verdad es que no lo estaba. Ni un poco.

–¡Carajo, I-Itachi!

Su hermano volvió a darle una cuchillada con aquel maldito cuchillo empapado de agua bendita.

–No te estoy escuchando, Sasuke.

El incúbo menor cedió al peso imposible de sus heridas y se dejó azotar contra el ardiente suelo que le quemó la piel al contacto. Gritó insultos e improperios contra su hermano que lo miraba con una expresión impávida, sin conmoverse al verlo retorcerse de dolor y gimotear del pánico ya que de verdad sentía que se estaba consumiendo.

–¡N-no puedo! ¡Basta! ¡Basta! –gritó lo mas fuerte que pudo.

Pero logró el efecto contrario. Itachi solo le apuñaló otras dos veces y dejo caer el tazón entero de líquido cristalino en su espalda llena de cardenales y heridas abiertas.
Era sorprendente la capacidad de aguante del menor que solo gritaba y se retorcía pero sin ceder. Mejor dicho, era sorprendente que no hubiese cedido ya.

–Ni siquiera hemos empezado, mocoso.

Sasuke hizo un esfuerzo por encima de sus capacidades para mirar a Kyubi decir aquello con una sonrisa congelada.
No pudo sorprenderse porque siguiera ahí, conciente y con vida. Pero lo hizo cuando sintio la desesperación invadirle el cuerpo entero cuando sintió las garras de la criatura cernirse en su brazo de mamera regulada.

–¿Aún recuerdas por qué haces esto? ¿Eh?¿Vas a pagar por esa maldita rosa?

No lo escuchó porque en ese preciso instante Kyubi le arrancó la extremidad de manera grotesca.

Un dolor aberrante lo consumió de pronto, donde la vista se le emborronó y sus labios se destrozaron en el peor de los gritos. Sintió tanto dolor que de pronto no pudo sentir nada mas, comenzó a fallar, a sobrellenarse. A perder.
Y es que era difícil.
No podía.
No quería.
Pegó la frente al suelo ardiento y sintió un zumbido doloroso que de verdad no era importante en comparación al dolor por su brazo que seguía latente, fresco y destructivo.

Estaba acabado.
Perdido.
Hambriento.

Itachi era implacable al igual que Kyubi. El entrenamiento era demasiado. Mas de lo que podía tomar. No lo dejaban alimentarse apropiadamente, lo herían de maneras tan brutales que era un verdadero milagro que siguirra andando.

Estaba muriendo.

¿Aún recuerdas para qué haces esto?

No para qué, si no por quién.

Oh, su precioso serafín.

–No has contestado, Sasuke.

No pudo levantar la cabeza pero con todo un esfuerzo titánico logro mover la mandíbula con as dolor del que podía disimular.

–Nn.. Nar...–jadeo mientras la saliva sanguilenta se escurría por su barbilla dislocada. No pudo continuar.

Naruto. Siempre va a ser él. Solo él. Por él es que hago esto, por el es que yo puedo hacer esto. Para el es que hago esto y yo simplemente me rendiría, dejaría, cedería todo por él. Si me lo pidiera, si solo lo deseara.

–Mira, Ita-kun, tu hermanito no ha tenido suficiente ¿Podrías hacernos el honor de darle un poco más de esa deliciosa y sacrosanta agua?. Parece sediento.

No tardó en aparecer el maldito ardor que le derretía, literalmente, la piel. No tenía fuerzas para externar su dolor pero aún así gritó.

Se sintió tan débil. Maldito y destruido. Pero todavía, aún si le había arrancado un brazo, aún faltaba lo jodidamente peor de todo

Las voces. Los gritos. Simplemente no podía.

–¿Puedes escucharlos? ¿Qué te dicen?

Era una conexión directa al purgatorio, donde todas esas almas desgraciadas gritaban, berreaban por perdon. Uno que el no podía darles pero podía escuchar cada una de sus voces. Y era tanto, demasiado, prefería mil veces el dolor que escuchar aquellas voces gritar en su cabeza.

Solo no, no podía.
Era tan débil. Patético. Desgraciado.

–Buenas noches, Sasuke.

La puerta se cerro y la oscuridad consumió la habitación completamente. Las voces comenzaron a gritar y el solo rogó porque todo pasara mas rapido.

Sex's ApettiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora