Dos.

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Perfecta. Esa fue la única palabra que se le vino a la cabeza a Leo cuando vió a Blake. Ella movía las caderas al son de la música mientras sonreía y de vez en cuando cerraba los ojos para adentrarse más en su baile, como si fuera a sentir más el ritmo y fuera a sumergirse más en su pequeño mundo si lo hacía. Los siete u ocho tipos de antes seguían con sus ojos fijos en ella, a penas habían notado que Nava se había ido. Esto no sorprendió al chico, pues era demasiado fácil perderse en los ojos castaños de Blake, de hecho le sorprendía que no hubiera más gente viéndola. Tenía que aprovechar que eran pocas personas y así poder llevársela fácilmente, o eso creía él. Trató de acercarse más a ella y como si hubiera sabido que su amigo estaría ahí, Blake bajó la mirada y sus ojos se encontraron. La mirada de la chica penetró a Leo y este sintió aquellas cosquillas horribles en el estómago, pero no importaba, ya estaba acostumbrado a que sucediera algo así cuando estaba cerca de la morena. Ella le sonrió, mostró sus blancos dientes a Leo, casi como si lo estuviera invitando a subirse en la mesa con ella para seguir bailando. ¿Qué más quisiera él? Sí, era verdad que lo suyo no era bailar, pero no importaba con tal de estar al lado de ella y poder presumir su suerte ante tal pareja, pero ese no era ni el lugar ni el momento para estar fantaseando con Blake. Prefería pasar una tarde lluviosa con ella entre sus brazos mientras la mira dormir, no tener que estar viendo como personas que no conocían la desvisten con la mirada. Trató de hacerla bajar como lo hizo con Nava: tomó su mano y la jaló un poco hacia abajo. Ante esta acción Blake se negó a agacharse y uno de los borrachos lo tomó del hombro y lo apartó bruscamente de ella.
-¿Qué pasa, imbécil?- dijo en un tono molesto. Traía una botella casi vacía de cerveza en la mano y era obvio que no era la primera que tomaba en la noche.
-No es tu problema. Apártate -Leo empujó al tipo de la botella y este reaccionó lanzando un puño a la quijada del chico. Claramente esto no se quedó ahí y Leonardo le devolvió el golpe dirigiendo un puño a la ceja del otro. A esta pelea se unieron otros dos de los que se encontraban al rededor de la mesa y no se separaron hasta que unas personas llegaron y los jalaron lejos del otro. A pesar de que cuatro personas estuviesen involucradas en una pelea, la mayoría de la gente seguía bailando y tomando como si nada. Dejaron a Leo sentado en el piso ya que todas las sillas estaban ocupadas y nadie parecía afanado por dársela a él o a otro de los heridos. Leonardo apoyó su cabeza en sus manos: esto se estaba yendo de control con la música y el ser el niñero de tus amigos por una noche no es nada fácil. Levantó la vista otra vez, pero se sorprendió al no encontrar a Blake bailando, en cambio estaba con sus piernas enredadas en la cintura de uno de los hombres que la estaba viendo antes. Lo estaba besando y él la cargaba con sus manos debajo de los muslos de la chica. Al chico se le partió el corazón. Lo que veía estaba mal en tantos sentidos: Blake no conocía al chico rubio al que besaba, el tipo no tardaría en llevarla a uno de los sofás rojos o al asqueroso cuarto de baño y cogérsela al frente de todos, la chica se arrepentiría terriblemente a la mañana siguiente y...ella debía estar besándolo a él, no a cualquier vagabundo de la tal fiesta. ¿Cómo es posible que Leonardo, después de todos estos años de estar enamorado de Blake, no la hubiera podido tomar de la mano siquiera, pero este don nadie estaba a punto de tener sexo con ella como si nada? Leonardo apretó sus puños con fuerza y se paró del suelo rápidamente. Para ese entonces el chico rubio había dejado a Blake sentada sobre la mesa mientras la besaba y le subía el vestido lentamente cuando pasaba su mano por el muslo de la morena. Cuando Leo estuvo al lado de la pareja giró fuertemente al rubio tomándolo por el hombro, despegándolo de la chica. El tipo se quedó mirando a Leo confundido y ardiendo de rabia, quien no estaba más calmado.
-¡Vete a la mierda!- gritó y le proporcionó un puño en la nariz al chico. Esta vez no sólo golpeó a alguien, sino que lo dejó inconsciente, tirado en el suelo. No muchos se percataron de la escena, pero los que lo hicieron se quedaron congelados, hasta los tipos de la palea de antes le temían ahora al castaño. Después de observar al chico tendido en el suelo, Leo vió a Blake quien miraba la escena con los ojos abiertos y las manos en la boca. No podía creer lo que veía.
-Vamos, Blake. Ahora.- Leo salió del lugar y Blake sin pensarlo lo siguió, no quería hacerlo enojar más de ninguna manera. Pareciera que la borrachera que tenía se le había quitado por el susto que se llevó. La chica siguió al castaño hasta ver a sus amigos.
-¡Fondo, fondo, fondo!- gritaban María y Nava a Alex, quien bebía de una jarra enorme con lo que parecía ser tequila.
-¡Ah!- soltó Alex cuando dejó la jarra ahora vacía sobre la mesa y arrugó los ojos al sentir el ardor que el líquido le había proporcionado en la garganta. Las dos chicas aplaudieron y gritaron viendo que se lo había tomado todo.
-Alex...- dijo Leo fulminando a su amigo con la mirada. Hasta ese momento ninguno de ellos había notado que el grupo ya estaba completo y listo para irse.
-¡Oh, Leo! ¿Qué pasa? María no tomó ni una gota de alcohol- dijo el chico riendo nerviosamente, pero la mirada de Leonardo no hacía nada más ameno, y al ver que este apretaba su mandíbula y sus puños, Blake, quien hasta ahora había estado callada, intervino en la situación.
-Leo, cálmate. Es mejor que nos vayamos ya- puso su delicada mano en el antebrazo del castaño e inmediatamente él relajó los músculos y la miró por encima de sus hombros. No dijo nada y se fue en dirección a la salida. Los cuatro amigos lo siguieron.
Se dirigieron al estacionamiento en silencio, unos ayudando a los otros a mantenerse de pie mientras Leonardo caminaba sólo, pasándose las manos por la cabeza de vez en cuando en forma de desesperación. Llegaron al auto: Leo conduciría obviamente, Blake iba de copiloto y María, Alex y Nava iban en la parte trasera. Leo dejó a cada uno en la puerta de sus respectivas casas, comenzando por Nava, luego María y finalmente Alex. Cuando dejaron a Alex en su casa, no quedaba más que un corto pero incómodo viaje hacia la casa de Blake. Todo en un sepulcral silencio.
-Llegamos- dijo Leo estacionando el coche tratando de fingir una sonrisa mientras miraba a Blake. Ella hizo lo mismo.-Te acompaño a la puerta-dijo él. Claro, no solo acompañó a Blake hasta la puerta de su casa, sino que también lo había hecho con el resto de sus amigos sobretodo porque no podían estar de pie por ellos mismos. Ella asintió aunque deseaba decirle que no era necesario, sólo para acabar con esa incómoda situación. Se bajaron del auto y llegaron a la puerta. Blake buscó sus llaves en la carterita que llevaba, pero no las encontraba aún después de buscarlas por un buen rato. Ella maldijo en lo bajo haciendo que Leo riera.
-¿Te ayudo?- levantó una ceja sonriéndole.
-Te diría que yo puedo hacerlo sola, pero la pereza y la borrachera me ganan.- rió sin ganas. Leo tomó la cartera y buscó en el bolsillo trasero de esta por las llaves. Ahí las encontró y le sonrió a la chica quien miraba cada uno de sus movimientos. El castaño introdujo la llave en la cerradura y abrió la puerta tratando de hacer el menor ruido posible para no despertar a los padres de la chica.
-Gracias, Leo- Blake le dió un beso en la mejilla para despedirse, pero cuando iba a entrar a su casa tropezó, haciendo que casi cayera de cara contra el suelo, pero adivinen qué: Leo la atrapó tomándola de las caderas. Los reflejos del chico fueron rápidos, como si hubiera previsto esa escena.
-¡Joder! Qué estúpida- rió ella nerviosa. Odiaba verse mal y de algún modo, pocas veces se veía mal, lo cual no era cierto para Leo. Para él ella siempre se veía bien, incluso en momentos como este.
-¡Ey! No te trates así. Todo esto es culpa de la puta fiesta esa y el alcohol.- rió de vuelta.
-Acompáñame a mi habitación- dijo Blake sonriendo. Probablemente esa frase la hubiera dicho con algún tono sexual o provocativo, pero al ser Leo, su amigo de toda la vida, lo dijo con la mayor inocencia posible, y eso lo sabía él, y le dolía. El chico asintió y después de entrar a la casa y cerrar la puerta detrás de ellos, subieron las escaleras dirigiéndose a la habitación de la chica. Cuando llegaron cerraron la puerta para que los padres de la castaña no oyeran nada y no se despertaran. Blake se tiró en la cama y Leo se sentó en el borde de esta. Blake miraba al techo con la boca entreabierta y Leo la miraba a ella sonriendo, haciendo que sus hoyuelos se marcaran. Después de un tiempo, la chica rompió el silencio.
-Nunca te había visto tan furioso...ni a María tan borracha- rió.
-Sí, tomó mucho. De hecho no me sorprendería que le hayan metido algo en su vaso.- rió él también.
-No, pero en serio- dijo Blake sentándose para ver fijamente al chico- nunca te había visto así.- él se encogió de hombros.
-Cuidar a cuatro personas para que lleguen vivos a sus casas al final de la noche puede ser estresante.
-¿Por qué no querías ir? Desde el principio decías que te daba mala espina el lugar y la gente que iba a ir.
-Nada en especial. Sabes que las fiestas no son lo mío.-Blake dejó de preguntar y volvió a apoyar su espalda en la cama.
-En serio me asustaste. Parecía que le ibas a romper la cara hasta al barman- sonrió ella.- No tenía la culpa el pobre.
-Ugh. Desde mañana todos me van a odiar. Me van a llamar aguafiestas y me van a coger de taxista en cada celebración.- rió triste y se acostó al lado de ella, ambos mirando al techo.
-Eso no va a pasar...o por lo menos lo primero no- le sacó una sonrisa al chico que parecía triste de verdad- mañana nadie va a recordar nada, todos estábamos tomadísimos, menos tú, claro. Todos van a seguir viéndote como la buena persona que eres. De hecho, podríamos tener sexo ahora mismo y no me acordaría de nada mañana, pero tú sí y vivirías con la conciencia impura- soltó una carcajada y él se sonrojó inmediatamente. Blake lo notó y para poner al castaño aún más nervioso se puso a horcadas al frente de él. Sus respiraciones se mezclaban y sus frentes chocaban. Blake sonreía pícara y Leo estaba inmóvil. Él se había sentado para cuando ella hizo ese movimiento.
-¿Qué pasa Leo? ¿Ahora te sonrojas cuando yo, una amiga de hace años, te dice que hay una pequeña posibilidad de que tengamos sexo? Vamos, ¿a caso no me tienes suficiente confianza aún?- sus labios estaban a punto de tocarse y Leo seguía sin poder hacer nada.
-Bl...Blake- tartamudeó- y...yo...
-¡Te estoy jodiendo!- se carcajeó la morena bajando del regazo de su amigo.- estoy muy cansada para acostarme con alguien ahora.
-¡Claro que estabas jodiendo!- dijo Leo fingiendo una risa por milésima vez esa noche- es decir, ¡¿Tú...y yo?! ¡Ja! ¿Puedes creerlo?- rió nervioso.
-¿Qué pasa? No tendría nada de malo, o ¿es que a caso eres muy bueno para andar conmigo?- rió haciéndose la ofendida.
-¡¿Qué?! ¡No, para nada! ¡Eso...eso no era lo q...lo que quería decir!- iba a seguir hablando pero prefirió no seguir cagándola más.
-Relájate- le sonrió y bostezó- tal vez algún día, ¿quién sabe?- Leonardo estaba perplejo. Era el alcohol de seguro, pero no podía negar que amaba las palabras que salían de la boca de la chica. Después de eso Blake fue cerrando los ojos poco a poco hasta no poder ver más al castaño y quedarse dormida.

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