Cinco.

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-Que mierda...- se quejó el chico de ojos verdes tirando los pesados libros que traía sobre la mesa rodeada por sus amigos.
-Hey, baja esos humos, y la próxima vez que vayas a tirar tus mierdas sobre la mesa avisa, así no me riegas todo el café encima- dijo Alex limpiándose el pantalón con una servilleta.
-Lo siento...- Leonardo escondió la cabeza entre sus brazos y se recostó sobre la mesa.
-¿Muy pesado este semestre?- preguntó Nava.
-Ni te imaginas- levantó la cabeza para dejar al visible las grandes ojeras oscuras que empezaban a formarse debajo de sus ojos- eso del derecho romano me está matando lentamente... Ugh... Voy por café- se levantó a duras penas del asiento de una de las cafeterías de la universidad. En la pequeña mesa de la esquina se encontraban los cinco amigos todos los días a una hora determinada, claro, siempre y cuando pudieran y sus horarios de clases no se los impidieran. En esa ocación estaban Nava, Alex y Leo, María estaba en plena clase y Blake...bueno, Blake estaba resolviendo algunos asuntos de su pasado. Leonardo regresó a la mesa con una taza de café expresso humeante y se sentó sin ánimos. Los tres se quedaron un rato en silencio hasta que Alex habló.
-Bueno, a diferencia de ti- señaló a Leonardo- estoy muy relajado y además feliz con mis calificaciones.
-¿Hablas del parcial que tenías el miércoles?¿Cómo te fue?- preguntó la chica entusiasmada por su amigo.
-Saqué un 3,7- dijo orgulloso.
-¿A caso no sabes que estuviste a nada de perder esa evaluación?- dijo Leo obvio- se pasa con 3,5.
-¿Y qué? pasé, ¿no es así? Además deberías aprender de mi: estudio un par de horas antes de los parciales y paso como debe ser.
-Mira, no voy a aguantar tus comentarios y tu ego de mierda ahora, Alex. Me voy.- estaba a punto de tomar sus cosas y largarse del lugar cuando se encontró con los ojos castaños que le devolvieron la calma.
-Blake...-dijo casi para sí mismo.
-Hola chicos- saludó a todos, mostrando una sonrisa forzada en su rostro.
-¿Qué cuenta la publicista del grupo?- preguntó Alex dando un sorbo a su café.
-No mucho... todo normal- "Sí, claro" decía para sus adentros, en ese momento lo que más hubiera querido era poder derramar sus lágrimas sobre los hombros de sus compañeros, gritar fuertemente para deshacer el nudo que llevaba en la garganta y que Aaron jamás apareciera en su vida de nuevo. Sinceramente, ni ella sabía por qué no tenía el coraje suficiente para contarles lo ocurrido a sus amigos; quizás muy en el fondo tenía miedo de que la juzgaran por ser tan idiota y meterse con un tipo como Aaron, por otro lado, sentía temor al pensar que estaba involucrando a más personas en una situación bastante enredada y difícil. Pensó que lo mejor que podía hacer en ese momento era guardar silencio y fingir un par de sonrisas hasta el final del día. Grave error.
-¿Te encuentras bien? Tienes los ojos rojos- preguntó consternado Leo mientras le tomaba el brazo suavemente para reconfortarla.
-¿Qué?... Ehhh... Sí, sí, Leo estoy bien. Este fin de semana dormí poco, eso es todo.
-¡Uy! De seguro se la pasó de fiesta en fiesta- le dijo Nava a Alex recordando la noche del sábado. El chico de ojos oscuros rió, Blake sonrió y Leo se quedó completamente serio y callado observando cada movimiento de la chica que había acabado de llegar. Sabía que había algo mal, pero era obvio que ella estaba haciendo todo lo posible para ocultarlo, así que no le preguntaría ahí mismo frente a Nava y Alex.
-Bueno, muchachos, tengo práctica con el equipo de fútbol- dijo Alex- nos vemos después. Besó a las dos chicas suavemente en la mejilla y le dió unas palmadas a Leo en el hombro para después salir por la puerta principal.
-Yo voy a comprarme un café y luego me iré también, chicos. Pensaba ir a la biblioteca antes de mi siguiente clase. Adiós- se iba a dirigir con la mirada gacha al mostrador de la cafetería cuando Leo la tomó inmediatamente del brazo.
-¿Qué? Pero si acabas de llegar, ¡no te puedes ir ahora!- la miró a los ojos con ternura como si le suplicara con la mirada que se quedase.
-Leo...- dijo ella inclinando la cabeza un poco a la izquierda con un tono que expresaba que lo que menos quería era quedarse en la cafetería en vez de estar sola.
-Bueno, yo no se ustedes pero mi próxima clase empieza en diez minutos y tengo que ir a la torre más apartada de la universidad. Nos vemos.- dijo Nava después de tomar sus cosas y salir trotando por la puerta por la que había pasado hace poco Alex. Los dos que restaban en la cafetería se quedaron viendo a la puerta hasta que no pudieron ver más a Nava. El chico, que seguía con la mano en el brazo de su amiga, la volvió a mirar. No sabía qué le había poder ocurrido, pero sólo con verla podía sentir un dolor desgarrador en el pecho.
-Blake...por favor, quédate sólo unos minutos- dijo en un susurro. La chica, sin más remedio lo miró y tomó su decisión.
-Déjame ir por un café y luego vuelvo, ¿si?- Leo sintió alivio por un momento, sonrió de lado y asintió. Ella se zafó suavemente del agarre del chico y fue a pedir su orden. Él no podía más que observar cada uno de sus movimientos: desde la forma en que movía su cabello y sus caderas suavemente al caminar, hasta la manera dulce en la que le sonreía a todo el mundo a pesar de cómo se sintiera. Regresó más sería que antes a la mesa. Por varios minutos se quedaron en silencio uno al frente del otro. Él la miraba atentamente a la cara y ella estaba concentrada en su bebida. Por la cabeza de Leonardo pasaron infinitas maneras de comenzar la conversación y posteriormente preguntarle el por qué de su estado de ánimo, pero ninguna parecía adecuada. Sentía ya que le estaba quitando mucho tiempo a la chica, pero las palabras simplemente no salían de su boca.
-Aaron- dijo Blake aún sin poder mirarlo a la cara. Leo tardó en entender pero no en preguntar.
-¿Qué?
-Aaron- levantó la cabeza- me encuentro así por Aaron- como si hubiera leído los pensamientos del chico, Blake dijo la causa de su tristeza.
-¿Aaron? ¡¿Ese maldito?! ¡¿Qué te hizo, Blake?! Juro que cuando lo vea...- le dió un puño a la mesa haciendo que todo sobre ella tambaleara.
-Leo, baja la voz. Todos están viendo- susurró la chica mirando a su alrededor.
-¡No me importa una mierda, Blake! ¡Dime qué te hizo el hijo de puta!
Blake se sentía mal por lo que había pasado con su ex novio, pero lo último que quería era que toda la universidad se enterase.
-Mira, Leonardo, no necesito vivir otra escena de locura hoy. Ya me cagaron el ánimo un lunes por la mañana, sólo quiero estar en paz. Pfff...ni siquiera se por qué te conté- rió irónicamente al borde de las lágrimas- debí haber sabido que tendrías uno de tus ataques de ira.
Para ese momento, todos los que estaban en la pequeña cafetería miraban en su dirección. La castaña tomó sus cosas y se fue. Leonardo se quedó un momento parado asimilando las cosas y tratando de calmarse. Miraba al piso y pasaba frenéticamente las manos por su cabellera. Cuando levantó la cara la gente apartó la mirada rápidamente y cada quien siguió con sus cosas. A pesar de todo, el chico todavía tenía ganas de saber lo que había pasado y confortar a Balke como fuera posible, así que pasó la puerta y corrió tras ella.    

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2017 ⏰

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