La primera vez que Oikawa Tooru miró el cielo a través de un telescopio cuando tenía 10 años tuvo una epifanía de esas que tienes cuando el mundo es nuevo y no sabes nada. El pequeño niño de ojos grandes y sonrisa pícara saltó medio metro y volteó a ver a su padre, su asombro expuesto por sus grandes ojos cafés. Su padre le había comprado un mapa estelar y los dos salieron un día al parque cerca de su casa para observar las estrellas y ahora no entendía que podría tener que decir su hijo menor.
-¡Hay cosas allá afuera, papá!
El señor Oikawa se ríe sorprendido pero despreocupado de las palabras de su hijo. Al niño se le cae la boca, sorprendido, pero luego la cierra, los cachetes inflados, enojado pensando que su papá se burla de él. El señor Oikawa se vuelve a reír pero esta vez extiende los brazos y atrapa a su hijo antes de que se vaya corriendo y lo abraza fuertemete hasta que el pequeño Tooru suelta el aire de sus cachetes y se empieza a quejar.
-¡Papá! ¡Ya! ¡No soy un niño!
El señor Oikawa se ríe más fuerte y Tooru trata de morder su mano; su padre evade fácilmente.
-Claro que hay cosas allá afuera, Tooru, claro- el pequeño en sus brazos se queda quieto, -Pero la pregunta real es, ¿qué exactamente está allá afuera?
El señor Oikawa le revuelve el cabello con una mano mientras sostiene fuertemente a su hijo para que no se escape. Las risillas de su hijo son contagiosas. Un minuto después, ya los dos calmados, el padre le dice al hijo,
-¿Sabes, Tooru? Nadie nunca ha sabido decir qué hay allá afuera, aparte de las estrellas y los planetas.
El pequeño Tooru guarda silencio y mira hacia al cielo obscuro.
-Antes decían que el destino de los hombres se encontraba escrito en las estrellas. Pero.. ¿desde tan lejos podrían ellas influenciarnos?
El señor Oikawa daba clases de literatura clásica en la universidad local. Decían que nadie le entendía cuando hablaba de "sus cosas", pero Tooru siempre le pone atención.
-Recuerda, Tooru. No importa si hay o no cosas allá, tu estás aquí en la tierra, y ellas allá en el cielo. Tu decides tu propio destino.
Tooru asienta la cabeza, su silencio es uno de reflexión. Se libera tranquilamemte de los brazos de su papá y vuelve a mirar al cielo.
Los ojos del pequeño estaban encendidos con asombro y nunca vio su padre que dejaran de brillar.
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Los aliens versus el silencio del universo
FanfictionOikawa no necesita saber quién es su pareja destinada. Él tiene muy claro a quién ama y a quién odia; y eso no fue decidido por el destino. (Omegaverse)