Era una noche fría y oscura, llovía pero a ella le daba igual, caminaba de vuelta a su casa después de una intensa tarde de biblioteca. Lo hacía por una calle estrecha, vacía y mal iluminada pero aún así no tenía prisa.
No quería llegar a casa, quería seguir disfrutando de la lluvia mientras sus pensamientos estaban ocupados en aquel chico, en ese chico que se había pasado toda la tarde a su lado.
Se quedó un buen rato bajo una farola a pesar de que la lluvia no cesaba y caía con mayor intensidad. Su cabeza no paraba de darle vueltas a lo mismo, ¿quién sería ese chico que a pesar de estar la biblioteca prácticamente vacía se sentó a su lado?
Al final decidió volver a casa, la noche se le echaba encima y cada vez hacía más frío.
Echó a correr y al llegar a casa:
- Hola mamá - dijo ella plantándole un beso en la mejilla a su madre -. ¿Qué hay para cenar?
- No lo sé hija, pregúntaselo a tu padre - contestó tras corresponderle con otro beso.
Entonces esta subió las escaleras hasta el despacho de su padre y lo encontró sentado frente al ordenador (como siempre):
- Hola papá, ¿qué vamos a cenar? - preguntó ella cuando terminó de abrazarle.
- Hola hija, si quieres... podemos llamar al telepizza. Hace mucho que no nos comemos una buena pizza - contestó su padre.
- Ay si, muchas gracias papá, ya tenía ganas de comer pizza. Bueno, voy a ponerme el pijama y ahora bajo a la cocina.
- De acuerdo, pero no tardes mucho.
Dicho esto, ella salió del despacho de su padre y se dirigió a su habitación, cuando abrió la puerta se la encontró igual de desordenada que siempre, pero eso a ella no le molestaba. Retiró toda la ropa que había esparcida por la cama, pensó que luego la recogería (cosa que no es cierta, todos lo sabemos).
Se acercó al armario, lo abrió y cogió el pijama más viejo que tenía, tenía claro que luego se ducharía. Se quitó la ropa y se puso el pijama.
Se tumbó en la cama ahora despejada (lo que no se veía ahora era el suelo de la habitación), cogió el iPod y puso el aleatorio con sus dos grupos favoritos, Imagine Dragons y Bastille la ponían siempre de buen humor; en este caso mejor del que tenía ya de por sí. Quería estar tranquila un rato.
Decidió bajar a cenar, además las pizzas ya estaban en la mesa y se iban a quedar frías. No tardaron mucho en cenar, cuando terminaron esta recogió la mesa y subió a su cuarto, cogió el pijama limpio y se dirigió al baño.
Volvió a su habitación a coger unas velas aromáticas que tenía en un aparador y volvió de nuevo al baño. Había decidido que se daría un baño ya que quería relajarse, había tenido una larga tarde de estudio.Pero nada más cerrar la puerta se oyó a su hermano Andrew llamar, quería lavarse los dientes.
Claro está que no podía ser todo tan bonito, siempre aparecía el tocapelotas de su hermano en el momento más oportuno. Además de que este era incansable, no dejó de aporrear la puerta hasta que esta se abrió.
- Andrew, deja de tocar los huevos ya - dijo ella molesta abriendo la puerta lo justo -. No puedo tener ni un rato tranquila...
- Joder, qué borde estás hoy - replicó su queridísimo hermano.
- ¡¡Qué ganas tengo de que te independices, coño!! Que tienes 24 años y sigues aquí, dando por culo.
- Está bien hermanita, relájate. Se ve que no has tenido buen día.. Ya me lavo los dientes, no vayas a tener otro ataque y te pongas a pegarme, como haces siempre...
- Gracias - dijo ella lo más seca que pudo-. Sabrás tú como he tenido el día - murmuró para luego esbozar una sonrisa.
No podía entender por qué su hermano no se había ido ya de casa, ni siquiera por qué no tenía novia. Dejando a parte todo el "odio" que ella sentía hacia él tenía que reconocer que su hermano no era mal partido, era el típico moreno de ojos verdes, sí, de esos que te quitan el hipo. En cambio ella era de lo más sencilla, pelo castaño claro y ojos color miel. Pero claro, a su hermano lo bueno le venía por una parte y lo malo por otra, era estúpido como el que más.
Más tarde Andrew ya había vuelto a su habitación y la había dejado en paz, así que decidió ponerse otra vez con lo que estaba.
Sacó las sales de baño que había en un mueble y las echó a la bañera que ya estaba llena de agua. Esperó unos segundos y se metió en la bañera, el agua estaba caliente, como a ella le gustaba y más si desprendía ese olor a vainilla.
Llevaba ya un rato en la bañera y estaba arrugada como una pasa, ¡¡SE HABÍA QUEDADO DORMIDA Y ERAN LAS 00:15!! Salió de la bañera como pudo, a medio aclarar y se envolvió en una toalla, se secó y se puso el pijama limpio. Era el pijama que le había regalado su madre cuando cumplió los 18, ese que tenía encaje negro y que había prometido ponerse solo en ocasiones especiales, sí, ese mismo.
Pero, ¿qué ocasiones especiales iba a tener ella? ¿Una chica en la que la relación más larga no pasaba de los 6 meses? ¿Una chica que era invisible para la mayoría de la gente? ¿Que no llamaba la atención en ningún aspecto?
Salió del baño con los dientes ya lavados y fue a su habitación donde le esperaba en la cama su libro favorito, como ella lo había dejado. Cerró la puerta, se metió en la cama y abrió el libro; sin embargo no tardó ni un suspiro en quedarse dormida.
A la mañana siguiente...