Epílogo

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Desde el momento en que escribí mi firma en dicho papel, nuestras vidas cambiaron considerablemente, sungyeol y yo sonreímos tanto cuando la visitadora social nos trajo al pequeño. En un principio había sido tímido, no hablaba mucho, pero hicimos un gran esfuerzo para que se adapte a nosotros. Pronto recibimos un linda y tan tierna sonrisa todas las mañanas, juguetonas risas que nos regalaba cada que jugábamos con él.

Aún puedo escucharlas por las noches, mientras duermo y pienso en mi pequeño. Por supuesto, también esta sungyeol junto a él. Aquel pequeño era nuestra luz, alguien quien entro rápidamente a nuestra vida, y se fue. ¿Qué sucedió? No quiero recordarlo, no quiero hablar de ello, sería como revivir el suceso y no podía. Solo puedo decir que Daehyun lo era todo, sungyeol era parte de ese todo, y tiempo después de su partida ambos se llevaron cada parte de mi corazón.

"¿Cómo has estado, myung?" su pregunta me hizo salir de aquel trance, de aquel recuerdo malviviente. Mi mirada divago desde sus blancas y suaves manos sosteniendo una humeante taza de café, ascendiendo hasta su rostro; el viento golpeaba ligeramente en él, permitiéndome ver que ha perdido un poco de peso, sus facciones ahora lo hacen ver como todo un adulto, y es extraño como mi interior vuelve a revolotear ligeramente.

Pero hay algo que sin duda me intrigaba; ¿por qué su mirada es indescifrable? No logro ver lo que piensa, como se siente, no existe el brillo de antaño en ellos.

"Muy bien, supongo." Era incomodo en realidad, bebí un poco de mi bebida tranquilamente, y luego puse atención a sus expresiones. Sungyeol sonrió levemente.

"No has cambiado mucho" Claro que no, no lo he hecho. Él tampoco. Sin embargo, ¿por qué me siento extraño?

La sensación no me agradaba. Nos hemos conocido por tanto tiempo, sin embargo, ahora parecemos dos conocidos reuniéndose luego de años de no verse.

"¿Y tú?" Sungyeol apretó ligeramente sus labios.

"Todo bien. No hace mucho vine a la visitar a mis padres y también..." calló por unos segundos, no sintiéndose seguro de lo que iba a decir.

"También estoy aquí por eso" respondí inmediatamente. Él asintió. "Han pasado dos años, ¿cierto?" suspire un poco viéndolo bajar la mirada.

"Si, dos años desde aquel accidente" ambos nos sumergimos en el silencio; reflexivo, añorante, pensando en todo y a la vez nada. La noche era fría, pero estábamos bien, nuestros cuerpos reconocen esta sensación. "El culpable fue liberado hace unos meses" me informó "logro contactarme, y pedirme disculpas por lo ocurrido"

Aquellas palabras no hicieron más que recordarme la sonrisa de Dae del otro lado de la calle, en cuanto me vio quiso ir lo más pronto posible conmigo. Al cruzar la calle se soltó de la mano de sungyeol, cuando me fije en el auto que había perdido el control, fue demasiado tarde.

Mi pequeño ya no abría los ojos, no respiraba, se había ido.

"Entiendo" fue lo único que dije, el nudo en mi garganta haciéndose más fuerte cada vez. Definitivamente, las heridas seguían y seguirán latentes por toda mi vida.

"Estuve muy sorprendido, y lleno de rabia cuando lo vi. Pero, escucharlo me hizo entender que aquello realmente no había sido su culpa. Fue algo inesperado, algo que a cualquiera pudo pasarle, y lo comprendí. Yo tampoco debí haber soltado su mano."

"Nadie lo esperaba, sungyeol. Nadie se imaginaba que eso iba a pasar." Sin haberme dado cuenta había tomado su mano, acariciando el torso de ella suavemente, acto que no lo molesto, ni lo incomodó.

Walking on memoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora