Capítulo I

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Con el viento golpeando su rostro, y el brillo que reflejaba en su rostro gracias a la luz del sol, así resplandeciente sigue en mi memoria el día en que lo vi. Tan cálido, tan hermoso, tan lejano para mí. No recuerdo con exactitud cuántas veces miraba por la ventana, al pendiente de que saliera de casa como todos los sábados por la mañana para dar un paseo en su bicicleta, pero ahí estaba yo, a la par de él. Muchas veces con temor a ser descubierto, en otras no, sin embargo, cuando estaba solo a unos centímetros de él me dejaba de preocupar. Torpemente me prepare de lunes a viernes, lo que diría, había decidido ya acercarme a él.

Lo vi salir.

Llevaba una camisa blanca, su jean en un azul claro. Maravillosamente su piel resaltaba, luciendo tan perlada, me imaginaba lo suave que debe ser; me sentía como un tonto enamorado de alguien a quien apenas le sé el nombre.

Sungyeol

Su bello nombre, un nombre perfecto para él.

Tomé asiento en una banca mientras lo veía dar vueltas en su bicicleta, sonriendo enormemente como si el sentir la suave brisa en su rostro lograra tener su corazón en paz. Mis manos se dirigieron hacia el celular en mi bolsillo, e inmediatamente le tome una fotografía.

Sonreí.

Sonreí tan bobamente sin percatarme que él se acercaba hasta mí, y de pronto dijo "Hola"

Pareciera que las hojas de cerezo caían lentamente sobre nosotros. Tal vez exagero, lo sé, pero en ese momento así se sintió. Levanté mi mirada con suma paciencia, permitiéndome recorrer cada parte de él, hasta que sus ojos se encontraron con los míos y sonrió de manera que, me auto-proclamé dueño de todo aquello que poseía aquel ser.

Ese amor.

Aquel amor que vivimos, aquella felicidad que sentimos, no se comparaba a ninguna otra.

Creí que sería eterno.

Para aquel entonces me preguntaba, ¿qué había hecho yo para merecerlo?

"Hola, ¿Qué tal?" le respondí a su saludo, y fue ese anhelo en su mirada, esa pizca de emoción, y ese ligero rubor en sus mejillas, lo que me hizo ser más valiente y continuar hablándole. Como lo hice a partir de ese día, todas las veces que, regresábamos a casa.

En unas semanas se había convertido en un invasor de mi vida, amigo de mis amigos, un segundo hijo para mis padres; realmente nunca me puse a pensar el día en que nosotros termináramos porque simple y sencillamente eso no estaba escrito para nosotros.

Pero, nos hicimos cargo de contradecirlo.

El día en que lo perdí, la primera vez, fue algo tan desesperante y destructivo para mí. A pesar de ser orgulloso y no querer aceptar que había sido mi culpa, dejó de hablarme, dejé de intentar explicarle y fue así como nos separamos sin necesidad de decirlo.

Nunca lo vi llorar frente a mí, pero sabía que lo hacía a solas, cuando no soportaba mi indiferencia con él. Me repetía que no debía importarme, solo que mi corazón estaba quebrantándose cada vez más.

Sin embargo, alguien me dijo: "Ustedes no han terminado, nada está dicho. Entonces, ¿por qué continuas aquí lamentándote conmigo cuando podrías ir, besar a sungyeol, decirle cuanto lo amas, lo que idiota que fuiste y acabar con esta tontería de una buena vez?"

Además de esas palabras recibí un jalón de oreja de parte de mi amigo, SungGyu, quien sabía perfectamente lo que ese chico significaba para mí.

No le di más tiempo para maltratarme, y me solté de su agarre, sonriéndole antes de salir corriendo a la casa de Sungyeol.

Toque el timbre, la señora Lee me recibió con una cálida sonrisa, como si hubiese estado esperando por mi desde hace mucho.

"Cuida de él" dijo, antes de dejarme pasar indicándome con la mirada dónde se encontraba.

Frente a la puerta de su habitación, respire profundamente antes de tocar.

"¿Se te ofrece algo má...?" se calló inmediatamente, sus hermosos ojos estaban bien abiertos, sin poder decir nada más, me tome la libertad de entrar y cerrar la puerta con seguro detrás de mí "Pero ¿qué haces aquí, myungsoo? No quiero verte. ¡Vete! ¡vete de una vez!"

No soportaba que me hablara de esa manera, sin embargo, no me moví. Seguí fijando mi mirada en él, mantuvimos esa conexión por unos segundos, hasta que vi un par de lágrimas caer inesperadamente.

Las deje caer, al igual que el resto.

Aunque me exigiera que me marchara, no lo hice, era la única razón por la que me sentía más vivo que antes. "No me pidas eso, porque no lo haré." Fue en ese instante en que mi cuerpo se acercó al suyo, y lo abrace con tanta fuerza que me era posible. Besando su hombro sobre la tela, sintiendo como él envolvía sus brazos en mi cintura y ocultaba su rostro en mi cuello "No lo haré"

Le permití llorar todo lo quiera, lloré también con él mientras le susurraba al oído mis lamentos, mi amor.

"Te amo" dijo él de repente, y se alejó un poco para mirarme "te amo" repitió y sentí mi mundo volverse más claro, más cálido. Mi mundo era él, y si sungyeol estaba bien, yo también lo estaría.

"Te amo más de lo que te imaginas, amor" lo besé considerando la mejor manera de demostrarle mi sentir, lo cuan profundamente enamorado que estaba de él, lo mucho que me hacía feliz.

Decir que no hubo peleas es una completa mentira, pero aquella había sido la primera y la última vez que me permite ser un completo idiota. 

Walking on memoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora