Parte 3: Misión

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Justo una hora después, tanto Itachi como Deidara se encontraban en la salida de la guarida, recibiendo el dinero de Pain y una lista -más larga que su vida, a decir verdad- de todo lo que tenían que conseguir.
También cabe mencionar que Pain les amplió el plazo de dos días a una semana, pues muchas de las cosas que estaban ahí escritas no las podrían encontrar simplemente en un lugar.
Así pues, Pain desapareció y les dejó solos. Deidara, a insistencia de Itachi, creó solo un medio de transporte y partieron hacia la primera villa más cercana. Esa era su primera parada.

Ya casi sobre las ocho de la tarde, Itachi y Deidara caminaban por las calles casi desiertas de aquel pequeño pueblo. El rubio no paraba de quejarse sobre la inútil misión que les había mandado Pain, hasta que fijó la vista en el cielo y vio como los colores del atardecer iluminaban las calles y viviendas a su alrededor, haciéndole callar para poder observar esa obra de arte que tenía en frente suyo.
Al ver que el rubio se quedaba callado, Itachi miró en su dirección, quedando embelesado con el perfil de Deidara, recibiendo la luz solar e iluminándole aún más sus ojos azules; su cabello, ahora medio suelto, también recibía la brillante luz, consiguiendo que las hebras rubias resplandecieran más todavía.
Deidara notó la mirada sobre él y se giró a ver al Uchiha, quien, incluso, había dejado de caminar sin notarlo.

— ¿Pasa algo?- preguntó el rubio-

Itachi le hizo una señal con la mano a Deidara para que se acercara, ya que el rubio iba un par de pasos más adelantado. El menor obedeció y, con el ceño fruncido, se acercó a Itachi. Poco después sintió cómo su frente era golpeada, lo que provocó que frunciera más el ceño, e iba a protestar, pero sintió como la mano del pelinegro acariciaba su cara, hasta llegar a su barbilla, la cual levantó para así juntar sus labios. Deidara, aún sin acostumbrarse a las recientes muestras de afecto del pelinegro, se sorprendió y sintió como se le subían los colores. Itachi rodeó la cintura del rubio con sus brazos y, al finalizar el beso, juntó sus frentes. Deidara, que apoyaba sus manos en el pecho del pelinegro, sujetando levemente su camiseta, le miró directamente a los ojos, intentando descifrar los pensamientos de Itachi.

— ¿Te parece que vayamos a buscar una hostal donde quedarnos?- susurró Itachi. Deidara simplemente asintió-

— ¿Está bien que gastemos dinero en eso?

— No creo que a Kakuzu le importe.- Deidara sonrió levemente-

— Pues vamos.- pero ninguno se movió, más bien Deidara no podía hacerlo porque Itachi se aferraba a él- ¿Itachi?- el nombrado hundió la cara en el hueco del cuello del rubio, respirando suavemente, provocando que la piel de Deidara se erizara y que, para estar más cómodo abrazara a Itachi, entrelazando sus manos detrás de la espalda del pelinegro, quien se aferró más al cuerpo del rubio- Oye, Itachi, ¿no deberíamos irnos? 

— No. Solo quedémonos así un poco más.- susurró-

— Oye, ¿te encuentras bien? No me cansaré de repetirlo, últimamente estás muy raro.- Itachi suspiró lentamente-

— A veces eres muy idiota, Deidara.- el rubio frunció el ceño-

— ¿Idiota yo? En todo caso lo serás tú, hn.

— Sí, idiota tú.- Itachi se separo un poco para poder mirarle a los ojos y volvió a golpearle la frente- Tienes la respuesta ante tus ojos y no te das cuenta.

— ¿Pero qué...- y entonces lo recordó: "me comporto así porque es probable que hayas empezado a gustarme"- Lo único que se me ocurre que podría pasar me resulta imposible de creer.

— Pues igual es exactamente eso.- Itachi sin duda era una persona que no evitaba los ojos de la gente. Tal vez Deidara era al primero que eso no le ponía para nada incómodo. Nunca rehuía su mirada, ni pensaba hacerlo.-

Just One More Night (ItaDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora