Capitulo 41:

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*Punto de vista de David*

Era jueves por la tarde, y ya íbamos de camino a buscar a Jessabelle, mi madre y ella nos esperaban en la parada de autobús, que más o menos vendríamos llegando Jonathan y yo en unos 4 minutos. No paré de pensar en todo esto en la semana, estaba asustado. ¿Qué pasaría si no se siente cómoda con nosotros? ¿Y si en un principio no le gusta la idea y la están obligando?, no creo, si no quisiera, mamá no lo pensaría dos veces en dejarla en manos de Jonathan, pero de igual forma, hay muchas cosas que me incomodan aún.

Estábamos a sólo centímetros de ellas, y en cuando Jessabelle se dio cuanta de nuestra presencia, salió disparada hacia nosotros, fue en dirección a Jonathan y este la cargó sin problemas. Ella se quedo aferrada a él como si su vida dependiera de ello. Se notaba que en este tiempo había crecido un poco.

-Al parecer los extrañó.

Dijo mi madre acercándose a nosotros. No saludo de buena gana a Jonathan (como siempre) pero a mi me dedico su mejor sonrisa, era mi madre, claro que lo haría. Pasamos platicando unas 20 minutos sobre lo que empezaremos a hacer para el cuidado de Jessabelle, decidimos dejarla en casa unas cuantas semanas antes de inscribirla en la escuela para que se adapte a su ahora nuevo hogar. Y estoy cruzando los dedos por que su adaptación sea buena.

Volvimos a casa temprano, más o menos 6:45, y obviamente la primera impresión de Jessabelle fue timidez al entrar a nuestra casa, era como si estuviera aislada en medio del océano. Ella no dijo nada en todo el camino. Yo subía y ordenaba las maletas de la niña en la habitación que le dimos, ropa, juguetes, zapatos, etc. Realmente no es de extrañar que casi la mayoría de las cosas de una niña sea color rosa.

-Enano, saldré a dar una vuelta con Jessabelle.

Los pelos de la espalda se me erizaron y una fría sensación paso sobre mi frente. Como se atreva a llamarme de una forma extraña frente a ella le costará caro.

-¿Adonde van?
-Sólo saldremos a dar una vuelta por el vecindario.
-Bien, no lleguen muy tarde.

Después de eso, se fueron, quizás Jessabelle quiso tomar aire fresco, o se siente estresada por el cambio, no lo se, parece que el único que le da tanta importancia al asunto soy yo, esta semana he estado tan distraído pensando en Jessabelle que no he vuelto a poner un dedo encima de mi computador, estoy en blanco, y la preocupación y ansiedad son un peso más grande. En unos minutos tengo que preparar la cena, y ya me estoy rayando por pensar que puede que le guste a Jessabelle. La conozco desde siempre y es una niña de buen paladar, come de todo, pero quiero sentrarme específicamente en algo que realmente le guste.

*-¿Qué quieres de comer?
-Pasta.
-¿Enserio Pasta otra vez Jonathan?
-Son mis favoritas, además son fáciles de preparar.
-Enserio, eres muy raro...*

-Puede... ¿Que le guste la pasta?
.
.
.
.
40 minutos después...
.
.
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Jessabelle y Jonathan acababan de llegar, y desde que entraron por esa puerta, note a Jessabelle diferente, estaba más animada, más risueña que está tarde. Ella me saludo con una abrazo de los cuales puedes sentir todo el amor de esa persona, y luego recibí una caricia de manos sobre mi cabeza, las cuales supuse que eran de Jonathan.

-Primo David estoy cansada, camine mucho...

Dijo la pequeña alargando la "o". Me alegra que por fin hablara cuando no lo hizo en todo el día, y que actuará con más confianza.

-Eso veo, supongo que tienes hambre.
-Sí, sí, ¿que es la cena?
-Hice Pasta.

Sus ojos se alumbraron y juraría que podía oír su pequeño estómago rugir.

-¡Mi favorita!

Contesto y me soltó para ir corriendo a la cocina como si fuera un canguro dando pequeños saltos. Estaba realmente sorprendido aún por el repentino cambio, que fue bueno.

-¿Qué le diste? esta muy feliz.
-Sólo hablamos, ella sólo necesitaba reírse un poco después de todo lo anterior.
-Entonces... supongo, que eso es un comienzo bueno.

Sonrió conmigo y cuando paso por mi lado beso mi mejilla, sabiendo que me sentiría avergonzado por ello. Si se comportará como siempre con ella aquí, nuestro secreto durara poco. Y eso me da miedo.

Después de cenar los tres, y oír algunas divertidas historias de Jessabelle, la cual ya estaba en total confianza con nosotros, nos colocamos nuestras pijamas, bueno, Jessabelle y yo, ya que Jonathan sólo usa camisetas negras y algo parecido a pantalón de pijama. Le deseamos a Jessabelle las buenas noches dejándola en su nueva habitación y sin esperar mucho nos tiramos a la cama, hoy fue una día largo y agotador. Y como cada noche, Jonathan y yo nos quedábamos platicando un rato antes de dormir.

-Oye, y de que hablaban Jessabelle y tú en su caminata.
-Es sólo un secreto de ella y yo.
-Como que-... Como que secreto. Vamos dime.
-Te lo diré a cambio de un beso con lengua.
-Sabes, no tengo tanta curiosidad por saberlo, aunque fácilmente se lo puedo sacar a Jessabelle con dulces.
-¿Vas a sobornar a tu propia prima?
-No es soborno, se le llama darte algo a cambio de algo que quiero.

Él río levemente y coloco su mano en mi mejilla, acariciandola con su dedo pulgar. Ya se me están pegando las idioteces de Jonathan.

-¿Crees que le guste estar aquí?

Dije aleatoriamente con mi mirada fija en la suya, dando un pequeño beso en la palma de su mano.

-Claro que si, ella disfruta mucho estar con nosotros, créeme.

Por una parte eso me daba cierta tranquilidad, ya que era verdad, sentía que con nosotros reía más que estando con el resto, y no quiero decir que no se divierta con su demás familiares, pero aún así, quiero que se sienta cómoda del todo, quiero que se sienta como en casa.

Y justo antes de que pudiera cerrar mis ojos, la puerta de nuestra habitación se abrió lentamente, dejando ver una pequeña figura de niña frente a los pies de nuestra cama.

-Puedo... ¿Dormir con ustedes?

Nos sentamos en la cama y nos miramos mutuamente. Por mi estaba bien, pero, espera, ¿No le parecerá raro que dos "mejores amigos" duerman juntos?, espero que no haga preguntas sobre ello. Aunque no creo que lo haga, tiene una personalidad muy inocente para darse cuenta de algunas cosas, sin dejar de ser muy inteligente para otras.

-Claro que sí.

Fue Jonathan quien contesto, y ella sonrió para nosotros y subió a la cama con rapidez, se colocó justo en medio, acurrucandose bajo las sábanas.

-¿Qué tienes?¿no puedes dormir?
-Sí pero, no quiero dormir sola, sólo por hoy... Por favor.
-No te preocupes princesa, no hay problema, ahora duerme bien.

Aunque a Jonathan no le gustan los bebés, es muy bueno con los niños, me atrevería a decir que sería mejor padre que yo, siempre estoy preocupándome de más por puras tonterías y siempre le estoy dando vueltas a las cosas, y tampoco me puedo decidir por algo que sea mejor para alguien y las dos opciones son buenas. Pero Jonathan, se lo toma con tanta calma y sin prisa, es una de las cosas que admiró de Jonathan. Y el que siga regalando amor, me hace enorgullecerme de él.

Los opuestos realmente se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora