Prologo: Mocoso mal educado.

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De la manera mas campante salgo con una sonrisa de lo mas hipócrita en mi rostro. Quisiera golpear a todos, desde el niño que esta haciéndole un berrinche a su mamá cruzando la calle, a la mamá, hasta el anciano que esta sentado con su perro pitbull en la banca proporcionada por este pulcro edificio del que salí (que también mataría a todos en el edificio). Bueno, menos al perro, no tiene la culpa... ni al anciano, no quiero que se quede solo el canino.

No entiendo, si se supone que estuve casi cuatro años en la universidad matándome en tareas, trabajos y proyectos, sin mencionar las horas de desvelo por el trabajo nocturno (algo mal pagado, además) ¿No se supone que ahorita debería estar ahorita enseñando sobre matemáticas en una preparatoria?
Toda mi vida seguí la moraleja de ''De los errores se aprende'', pero al parecer no podre aplicar esta moraleja por que ahora la nuevo protocolo de las escuelas del país pide como requisito exclusivo tener mínimo mas de seis meses de experiencia para poder ejercer tu carrera de la manera correcta. Y esos seis meses empiezan hoy.

''¡Señorita Castell!'' Escucho una voz llamarme antes de que empiece a caminar al lugar el cual empezaría mis practicas.
Vamos Daniela, no te cuesta nada sonreír de manera hipócrita otra vez, no lo olvides, te van a pagar, una miseria, pero te van a pagar. Me volteo para ver al chico que me comió la mirada mientras me entregaba la guía de practicas en la dirección.

''Usted ha olvidado sus audífonos en mi escritorio.'' Me dice extendiendo su mano hacia mi con dicha cosa y una sonrisa plantada en su atractiva cara, incluso podría haberle aceptado su propuesta de ir a tomar un café con el en la tarde, sin embargo, me incomodó su constante mirada hacia mi escote sutilmente pronunciado ¿Qué acaso nunca ha visto un escote en su vida?

Estiro mi mano y tomo los audífonos sin hacer el mínimo contacto de su mano con la mía, acto seguido los guardo en mi bolso negro que cuelga de mi hombro. Verlo me daba vergüenza ajena, sentía que era ese tipo de chicos que si te topabas con su historial de búsqueda seguramente lo primero que encontrarías es porno, y que no importa cuantas veces le niegues sus intentos de cortejo, el seguirá insistiendo.

''Oh, muchas gracias...'' dejo la frase al aire para que el la termine con su nombre. Como si realmente me importara.

''Brent, Brent Smith'' Apellido y nombre extranjero, al igual que su simétrica cara y mirada achocolatada, creo que hasta en primer mundo tienen imbéciles.

Ah, ¡Mucho gusto Brent! ¿Sabias que puedes irte por donde viniste y no volverme a hablar?

''Ah, ¡Mucho gusto Brent! Me hubiera vuelto loca si no los encuentro.'' digo de una manera amigablemente falsa. Pero al menos se traga mi estado de animo. ''Bueno, ya me tengo que ir.'' Ahora regresa por donde viniste y has como que nunca me conociste. ''¡Nos vemos luego!'' Ojala no nos veamos nunca jamás nuevamente. Me doy media vuelta y siento su acosadora mirada sobre mi silueta cubierta por el vestido azul marino (que ni siquiera es entallado), creo que tendré que acostumbrarme a esto todos los días, ya que de igual manera me pusiera un hábito de monja, me seguirá viendo con la misma morbosidad.

Y por fin empiezo a caminar por el campus de la universidad, era bastante moderno, ha decir verdad cuando venia de camino de mi ciudad a seis horas de aquí, me imaginaba algo mas rustico, al menos por fuera como en las películas de adolescentes con edificios vintage y estudiantes de aquí para acá en sus asuntos, como en mi antigua universidad. Pero no, los edificios son de color gris, con bancas y áreas bastante futuristas, con un silencio bastante agobiante para mi, los estudiantes abundaban pero solo era ¡SILENCIO! Todo era gris y de colores metálicos, lo único que me salvaba de asfixiarme de tanto gris y limpieza era la naturaleza de los arboles y el césped, ¿Será que aquí son aún más caras las colegiaturas que en mi antigua universidad?, veía me daba cosa pisar los pisos por consecuencia de que estos se mancharan de lo limpios que están.

Estúpido MACHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora