VIII

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Noha parecía como sí se hubiese quitado un peso de encima al haberme dicho todo aquello.

-Dame tus manos-Me sonrió- Esto es para que te acuerdes de mí.

Se quitó su pulsera de cuero  y la puso en mi muñeca izquierda.

-Es preciosa- grité con entusiasmo-Gracias, Noah.

Me levanté del banco y le di un abrazo, un abrazo que duró ni más ni menos que cinco minutos.

No decíamos ni una palabra.

Cuando él ya se hechó para atrás, me fuia a sentar en el banco.De repente, me siento, y noto un pequeño mordico en la pierna.

-¡¡¡Ah!!!, un ratón....-grité muy asustada y pegué un salto del banco a los brazos de Noha.

-Tranquila-me dijo.son inofensivos.

-Sí, sí, inofensivos... pensé

Noah en ese instante me tenía cogida por la cintura y no me paraba de mirar.

-Creo que lo que voy a hacer no me voy a arrepentir nunca.

No entendía lo que me decía, hasta que al final lo entendí con un beso.

Los dieciocho años que tanto esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora