Capítulo 4

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Admito que el pobre chaval lo intenta, pero le falta mucho para ser lo que yo busco

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Admito que el pobre chaval lo intenta, pero le falta mucho para ser lo que yo busco. Y, sí, sé que quizás soy exigente, pero es que Avery no ha dado una. El chico mide lo mismo que yo, cuando ella sabe que como mínimo me gustan de metro ochenta. Además, ese intento de barba hipster es horrible. Odio a los tíos que no se afeitan. Otra cosa a tener en cuenta es que parece no haber pisado un gimnasio en su vida. No es gordo, pero ni de broma es como los chicos que están en la misma agencia que yo. Yo tengo más abdominales que este tío. Y se ha dejado pelos en las piernas.

Vale, cualquiera pensaría que me estoy pasando, pero es que esto es casi un insulto. Ni siquiera ha soltado el móvil en todo el rato. Ni de broma voy a aparecer públicamente en un concurso con semejante individuo.

- Avery, ¿puedes venir un segundito de nada?

- ¿Qué pasa? Ya hemos hablado de fechas, agencia de viajes y todo eso. ¿Tienes más dudas o qué?

Avery y yo nos alejamos lo suficiente como para que el resto no nos oigan y continúo hablándole.

- ¡¿Se puede saber en qué estabas pensando al traerme a este tío?!

- Taylor, no te quejes, eso que te he conseguido a alguien.

- Prefiero aparecer con un pez como pareja antes que con ese. ¡Es horrible!

- Tía, es que eres muy superficial.

- Claro, para ti es fácil teniendo un novio medio finlandés de metro noventa que parece sacado de la revista de Calvin Klein.

- Jo, no seas así. ¿Sabes qué? Que intentaré buscarte a otro, pero pon de tu parte tú también si quieres a un chico a la carta.

- Todo esto fue idea tuya, así que al menos ayudaría que no te cargases mi carrera.

Avery pone los ojos en blanco y ambas regresamos a donde están los demás. Carol y Sarah, su pareja, hablan entre ellas, mientras el espanto de tío que trajo Ave sigue con su teléfono móvil. Me ha parecido verle hacerse un selfie. Espero por el bien de la cámara que hayan sido imaginaciones mías.

- Bueno, Carl, resulta que al final no nos vas a hacer falta. Puedes pirarte.

- Me debes cincuenta dólares de todos modos.

- ¿Qué? No irás en serio. Venga, que soy tu prima, no seas tacaño.

- Solo quiero la pasta que me prometiste.

- Jo. No es justo. Era una mentira inofensiva... Bueno, veinticinco.

- Cuarenta.

- Treinta.

- Treinta y dos. Me compraré esa gorra que vi.

- Toma...

Avery hace un gesto de desacuerdo y le da el dinero. Cuando el tal Carl se va, me dirijo inmediatamente a ella.

Mil maneras de cagarla con estiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora