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Al inicio, pensó que el patético de Deku le había pegado su tonta gripe. Trabajan juntos en el mismo centro de héroes en la ciudad, sus oficinas estaban lado a lado. Había estado lloviendo en la ciudad vecina cuando los dos fueron llamados a detener a un grupo de villanos. No fue una batalla sencilla, y los dos tuvieron que improvisar un poco más de lo usual, pero los llamaron a ellos porque eran una combinación confiable.

Años y años de conflictos y gritos y peleas hacían a los mejores amigos, decían. Sin embargo, Deku y él estaban destinados a romper las reglas de lo conocido. Aún ahora era difícil saber qué eran el uno para el otro. Ese día bajo la lluvia fue pesado y complicado, pero al final ganaron; regresaron al centro a dar su reporte y ambos regresaron a sus departamentos. Sin embargo, al día siguiente Deku regresa totalmente enfermo, moqueando, pálido y tosiendo como loco, y después romper varios muebles de oficina al no controlar su fuerza, lo mandan a casa.

El día siguiente Bakugô amanece de entre sueños oscuros a una tos infernal. Va a trabajar como siempre, porque una tosecilla no le iba hacer faltar al trabajo y quiere gritarle a alguien para sentirse mejor, pero Deku no está. Bakugô considera seriamente ir a su departamento después del trabajo para ir a gritarle ahí, pero en cuanto sale a hacer su ronda matutina, la tos le regresa con fuerza y algo muy inusual pasa.

Un pétalo de sakura, delicado y pequeño, sale de su boca.

En ese mismo momento saca su celular y le marca a Kirishima.

sakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora